Arnoldo
Cuellar.
Cada vez que
hay un fuerte escándalo público con un tema de corrupción que involucra a
políticos de alto nivel, la solución que se les ocurre a quienes sobreviven al
terremoto es impulsar una nueva reforma anticorrupción.
Después del
desordenado sexenio lopezportillista a fines de los años setenta del siglo
pasado, que culminó en devaluación, crisis económica y una gran quiebra
institucional, el nuevo Presidente, Miguel de la Madrid, basó su campaña en una
“renovación moral” y creó la Secretaría de la Contraloría a nivel nacional, con
sus respectivos émulos en los estados.
El chivo
expiatorio que visitó la prisión fue el ex director de Pemex, Jorge Díaz
Serrano, uno de los funcionarios más poderosos del anterior Gobierno. Otro
encarcelado para ejemplo, fue el jefe policiaco Arturo Durazo.
La ilusión
no duró ni un sexenio. Al propio Miguel de la Madrid le estallaron escándalos
en su gabinete y uno de sus secretarios de Estado, Eduardo Pesqueira Olea, fue
encarcelado por Carlos Salinas; además el nuevo Presidente quiso dar una
lección al detener al líder petrolero Joaquín Hernández Galicia y derribar al
jerarca magisterial Carlos Jonguitud Barrios. Lo malo es que en su lugar
entronizó a Carlos Romero Deschamps y a Elba Esther Gordillo con las historias
que todos conocemos.
Ernesto
Zedillo decidió entregarle la Procuraduría General de la República a un
panista, Antonio Lozano Gracia, después de que no aceptara Diego Fernández de
Cevallos. La vendetta sobre Salinas incluyó encarcelar a su hermano Raúl,
acusado de ser autor intelectual de un asesinato sin que nunca pudiera probarse
el vínculo, ni siquiera se logró acreditar el enriquecimiento inexplicable y
años después salió en libertad, exonerado.
En los
regímenes panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón la corrupción fue
galopante: Martha Sahagún, sus hijos; Oceanografía; los negocios con las
empresas de energía eléctrica; las concesiones mineras; la compra de
medicamentos; la Estela de Luz y las múltiples fiestas del Bicentenario; además
de Pemex y su proveeduría. Fueron los años del bono petrolero, debido a los
altos precios del crudo, el festín fue de antología.
No parecía
que nada hubiera cambiado.
Enrique
Peña Nieto empezó su largo camino de corrupción en el estado de México, con
mega proyectos y con un impresionante dispendio que incluyó una precampaña
presidencial de todo un sexenio. Apoyos a priistas de todo el país en efectivo
contante y sonante; generosos pagos a los medios de comunicación. La llegada a
la presidencia fue un mero trámite y la normalización de la idea que las
elecciones se ganan con cantidades ingentes de dinero sin importar leyes y
topes de campaña.
La Casa
Blanca no fue más que la consecuencia de una borrachera de dinero público
gastado por fuera de cualquier regulación. Peña Nieto perdió la Presidencia
como la había ganado: nadando en bóvedas de dinero, de frivolidad y de
alejamiento de la realidad, todo cobijado por una prensa complaciente, cara y
sin ninguna eficiencia, como muestra la misérrima popularidad con la que navegó
la segunda parte de su sexenio.
El escándalo
de la Casa Blanca produjo otra diarrea de iniciativas contra la corrupción, impulsadas
por los mismos que la practicaban sin recato: así nace el sistema nacional
anticorrupción y sus homólogos estatales, tan artificiosos y enredados como
inútiles.
En 40
años de instituciones contra la corrupción, costosas, faraónicas, burocráticas,
las cosas no sólo no han cambiado, sino que han empeorado significativamente.
Ahora,
además de contralorías a todos los niveles, órganos de auditoría superior,
fiscalías anticorrupción, órganos de transparencia, de derechos humanos y
comités ciudadanos, la corrupción es peor que en el pasado.
De acuerdo
al Índice de Transparencia Internacional, México ocupa en 2018 el lugar 138
entre 180 países y los últimos 4 años el índice muestra descensos de 7 puntos,
pasando de 35 a 28, en una escala de 100.
Definitivamente,
algo estamos haciendo muy mal en la lucha contra la corrupción. Mientras más
dinero gasta el Gobierno en organismos para combatirla, esta crece más.
El día de
hoy se realiza un panel sobre el tema al que convocan el Comité de
Participación Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción y el Tribunal de
Justicia Administrativa. Allí estaremos, abundando sobre este tema.
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