viernes, 30 de agosto de 2019

Quiero ser como ella.


Javier Risco.

Estuve leyendo sobre el desembarco de la pequeña activista climática Greta Thunberg, en Nueva York el día de ayer, ciudad en la que participará en una cumbre de las Naciones Unidas sobre Acción Climática, el próximo 23 de septiembre. Su agenda también contempla visitar México y seguir su viaje hasta Chile, para otra cumbre de sustentabilidad.

Si no recuerda quién es esta niña sueca de apenas 16 años, les hago un breve resumen:

Diagnosticada con asperger siendo una niña, sufrió una depresión que desembocó en un trastorno alimenticio y hace justo apenas un año, esta pequeña alcanzó notoriedad mundial con su iniciativa llamada ‘Fridays for Future’ (“Viernes por el futuro”), en las que jóvenes de todo Suecia faltaban a clases para protestar frente al parlamento por las nulas acciones en contra el cambio climático. En poco tiempo, el movimiento trascendió al país escandinavo y, lo que en un principio fue una iniciativa personal, escaló hasta convertirse en una cruzada mundial, y la figura de Greta es reconocida hoy como la “voz del planeta en contra del cambio climático”.

Su viaje hasta Manhattan lo hizo a bordo del velero Malizia II, embarcación que no produjo ningún tipo de contaminación en los 14 días que duró su travesía desde Plymouth, en el sur de Inglaterra, y en cuya vela se podía leer el lema de la que será su labor en la cumbre: “unidos tras la ciencia”. Hay que recordar que parte del llamado de Greta es a reconocer la investigación científica sobre el cambio climático, ya que algunos presidentes (como Trump o Bolsonaro) tildan estos estudios de farsa.

A su llegada, una multitud la esperaba con pancartas con las que le daban la bienvenida y las gracias por su compromiso, también con consignas de apoyo a su movimiento, y una en la que se leía: “De grande quiero ser como tú” y era sostenido por un hombre de unos 40 años.

Leyendo sobre ella, también encontré artículos sobre una campaña de desprestigio de la que es blanco. El primer punto que atacan sus detractores es su condición de Asperger (un tipo de autismo), al punto que algunos políticos se han referido a ella como “perturbadora”, “freak” y “escalofriante”, por el simple hecho de no expresarse como el común de los niños de sus edad. Sin duda, estos adjetivos hablan del famélico nivel de discusión al que nos enfrentamos en este tema.

Por otra parte, hay quien está en contra del discurso de Greta, ya que en parte se basa en enrostrarnos que el mundo ha llegado a este nivel crítico gracias a las pobres gestiones del pasado. Esto genera un distanciamiento de algunos de sus congéneres que dicen que ellos no tienen la culpa de lo que no se hizo cuando aún no habían nacido.

Por último, están los que critican que una niña ande por el mundo dando lecciones y le critican incluso que haya dejado el colegio para dedicarse por entero a la labor de concientizar a la gente y no permitir que el debate decaiga.

Julian Baggini, escritor y filósofo, en su columna en The Guardian, explica que el impacto de la adolescente se debe a que “los políticos en las democracias occidentales han defraudado a los votantes. Entonces, cuando aparece alguien que presenta ideas con claridad y no existen otras voces creíbles, se acude en masa a este tipo de personas”.

Concuerdo con él, principalmente en que las democracias han defraudado. Como adulto, creo que la forma en la que ha escalado la protesta de Greta, nos muestra que a pesar de los errores que hemos cometido como sociedad, las ganas de redimirnos existen y están representadas en ella.

Sé que no podré ser como ella, pero espero que cuando yo sea grande haya muchas más Gretas en todo el mundo.

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