Javier Risco.
Estuve leyendo sobre el desembarco de la pequeña activista
climática Greta Thunberg, en Nueva York el día de ayer, ciudad en la que
participará en una cumbre de las Naciones Unidas sobre Acción Climática, el
próximo 23 de septiembre. Su agenda también contempla visitar México y seguir
su viaje hasta Chile, para otra cumbre de sustentabilidad.
Si no recuerda quién es esta niña sueca de apenas 16 años,
les hago un breve resumen:
Diagnosticada con asperger siendo una niña, sufrió una
depresión que desembocó en un trastorno alimenticio y hace justo apenas un año,
esta pequeña alcanzó notoriedad mundial con su iniciativa llamada ‘Fridays for
Future’ (“Viernes por el futuro”), en las que jóvenes de todo Suecia faltaban a
clases para protestar frente al parlamento por las nulas acciones en contra el
cambio climático. En poco tiempo, el movimiento trascendió al país escandinavo
y, lo que en un principio fue una iniciativa personal, escaló hasta convertirse
en una cruzada mundial, y la figura de Greta es reconocida hoy como la “voz del
planeta en contra del cambio climático”.
Su viaje hasta Manhattan lo hizo a bordo del velero Malizia
II, embarcación que no produjo ningún tipo de contaminación en los 14 días que
duró su travesía desde Plymouth, en el sur de Inglaterra, y en cuya vela se
podía leer el lema de la que será su labor en la cumbre: “unidos tras la
ciencia”. Hay que recordar que parte del llamado de Greta es a reconocer la
investigación científica sobre el cambio climático, ya que algunos presidentes
(como Trump o Bolsonaro) tildan estos estudios de farsa.
A su llegada, una multitud la esperaba con pancartas con las
que le daban la bienvenida y las gracias por su compromiso, también con
consignas de apoyo a su movimiento, y una en la que se leía: “De grande quiero
ser como tú” y era sostenido por un hombre de unos 40 años.
Leyendo sobre ella, también encontré artículos sobre una
campaña de desprestigio de la que es blanco. El primer punto que atacan sus
detractores es su condición de Asperger (un tipo de autismo), al punto que
algunos políticos se han referido a ella como “perturbadora”, “freak” y
“escalofriante”, por el simple hecho de no expresarse como el común de los
niños de sus edad. Sin duda, estos adjetivos hablan del famélico nivel de
discusión al que nos enfrentamos en este tema.
Por otra parte, hay quien está en contra del discurso de
Greta, ya que en parte se basa en enrostrarnos que el mundo ha llegado a este
nivel crítico gracias a las pobres gestiones del pasado. Esto genera un
distanciamiento de algunos de sus congéneres que dicen que ellos no tienen la
culpa de lo que no se hizo cuando aún no habían nacido.
Por último, están los que critican que una niña ande por el
mundo dando lecciones y le critican incluso que haya dejado el colegio para
dedicarse por entero a la labor de concientizar a la gente y no permitir que el
debate decaiga.
Julian Baggini, escritor y filósofo, en su columna en The
Guardian, explica que el impacto de la adolescente se debe a que “los políticos
en las democracias occidentales han defraudado a los votantes. Entonces, cuando
aparece alguien que presenta ideas con claridad y no existen otras voces
creíbles, se acude en masa a este tipo de personas”.
Concuerdo con él, principalmente en que las democracias han
defraudado. Como adulto, creo que la forma en la que ha escalado la protesta de
Greta, nos muestra que a pesar de los errores que hemos cometido como sociedad,
las ganas de redimirnos existen y están representadas en ella.
Sé que no podré ser como ella, pero espero que cuando yo sea
grande haya muchas más Gretas en todo el mundo.
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