Diego Petersen Farah.
Nadie es tan bonito tan fea (o) como aparece en su credencial
del INE ni tan guapa (o) como en su Facebook. En el Face hay una tendencia
innata a engañar, queremos que la gente vea nuestra mejor cara, nunca
publicamos los momentos no digamos peores, ni siquiera los cotidianos; es la
exaltación del yo deseado.
La foto del INE por el contrario es nuestro yo más bruto, sin
consideraciones, con los defectos a la vista, pues de eso se trata, de
identificarnos por lo que somos, no por lo que creemos que somos. Nadie se
gusta en su credencial, pero su función no es agradarnos, sino distinguirnos. Todos creemos que somos mejor de lo
que aparecemos en esa foto, siempre tan fría y falta de matices.
Algo similar pasa con los informes presidenciales: ni el
Gobierno está tan bien como dirá el Presidente, en plan Facebook, el domingo,
ni tan mal como dirá, en plan credencial del INE, la oposición. Es el mismo
país, el primero visto desde la euforia de un Presidente y su equipo llenos de
entusiasmo y de “amigos” dispuestos a aplaudir y poner manitas con dedo gordo
para arriba y el otro desde la siempre molesta oposición que nunca le concede
al Presidente, del partido que sea, más mérito que el ejercicio mismo del poder.
Con un Presidente tan omnipresente como López Obrador hay
anécdotas para dar y repartir, para justificar el amor y el odio, para hablar
bien o para hablar pestes todos los días. Eso dejémoslo para los twitteros
profesionales que creen que el país se construye y se destruye todos los días
en las Mañaneras y tratemos de verlo lo más desapasionadamente posible.
Los matices son fundamentales cuando se trata de hacer una
evaluación. Cada uno escoge los indicadores que le acomodan, el mejor perfil y
la mejor ropa para la foto. Pero hay algunos que son, creo, incuestionables.
Dos muy buenos: la austeridad del Gobierno federal y el ánimo de cambio.
Quieran o no los opositores, el Presidente metió a todos el sector público a
reducir sueldos y dejar de lado gastos excesivos. Igual podemos decir que es
una exageración insoportable decir que el pueblo está feliz, feliz, feliz, pero
hay en general un buen ánimo y una buena expectativa que difícilmente
tendríamos con cualquier otro Gobierno. Dos malos: el nulo crecimiento
económico y los embates contra instituciones del estado. Nadie puede festejar
el crecimiento cero, pero sabemos dónde está el atorón y que tiene solución.
Igual el embate contra instituciones del Estado, particularmente la CNDH es muy
preocupante, pero hasta ahora no ha pasado de la esgrima verbal. Hay dos muy
malos: el aumento de la inseguridad y la escasez de medicamentos que,
independientemente de las razones de uno y otro resultan intolerables: cuando
se trata de vidas humanas no hay ahorros ni novatez que lo justifique. El
desabasto del sector salud ha sido criminal; la falta de una política certera
de seguridad (que hasta ahora no va más allá de reunirse todas las mañanas) y
la mala operación de la Guardia Nacional, es el déficit mayor de este Gobierno.
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