jueves, 29 de agosto de 2019

El desastre.


Javier Risco.

No imagino cómo INVESTIGAN el asesinato de una persona común y corriente, en una noche cualquiera, en un municipio lejano. ¿A dónde irá esa carpeta que reporta un hecho aislado, en el que un asaltante despiadado por un billete de 500 y un celular decidió dispararle a la víctima en la cabeza? Imagino la llegada de los primeros policías al lugar de los hechos, alertados por una llamada de un vecino que escuchó el disparo en la puerta de su casa y que decidió ni siquiera salir, las primeras conversaciones de los policías diciendo “mejor ni lo toques”, “hay que avisar”, la llegada de más policías viendo el cuerpo tirado de un hombre que tuvo el peor día de lo que fue su vida, anotando datos inconexos y empezando una “averiguación” que, ellos mismos saben, no llegará a ninguna parte. Es sólo un hombre sin suerte, asaltado y ya, otro más. Los familiares se enterarán a las pocas horas, irán al Ministerio Público, lo velarán y al cementerio y ya. Es un caso perdido, en este país no hay justicia y menos en un caso tan menor, una vida cualquiera, en un municipio lejano.

Describo esta desesperanza por lo ocurrido la noche del martes en Coatzacoalcos, Veracruz, 28 personas muertas en un bar de la ciudad después de que un comando armado incendiara el lugar, encerrándolos a todos. La desesperanza no sólo es por el acto terrorista (¿no creen que es tiempo de que lo empecemos a nombrar así? La tragedia de El Paso, Texas, dejó 22 muertos, entiendo que son circunstancias distintas, pero son igual de trágicos), sino por la reacción de las autoridades ante uno de los hechos más terribles de la última década, los responsables de la seguridad responden echándose la culpa. El gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, publicó un tuit que después dejaría en ridículo al propio presidente Andrés Manuel López Obrador, al repetir información falsa durante su conferencia matutina en Palacio Nacional; el tuit dice lo siguiente: “Los indicios sobre el deplorable crimen en el bar de Coatzacoalcos señalan que uno de los autores materiales es Ricardo “N” alias “La loca”, a quien las fuerzas coordinadas de Veracruz detuvieron en julio de este año y fue liberado en menos de 48 horas por la Fiscalía General del Estado”. Sin embargo, horas después se informó a través de un documento publicado que a Ricardo Romero lo detuvieron el 18 de julio en Coatzacoalcos, le fueron aseguradas dosis de piedra y fue puesto a disposición de la Fiscalía General de la República, horas después quedó libre.

Cada palabra del mensaje del gobernador es un terrible error, ni una atención a las víctimas, ni un carácter aceptando la responsabilidad de los hechos, señalando por medio de grillas políticas, a la primera oportunidad, que el error lo había cometido el fiscal estatal, Jorge Winckler, con quien tiene una rivalidad desde hace varios años.

No sólo eso, las palabras del Presidente confirmando que lo había dejado libre la Fiscalía Estatal habla de la poca capacidad de la gente que rodea al Ejecutivo, del poco control de los datos y los hechos, de cómo ser la persona más informada del país no significa que está bien informada.

Por eso empecé este texto con esa historia violenta “cualquiera”, porque si así tratan la tragedia de casi 30 personas quemadas en un bar, no imagino el desprecio a “cualquier” asesinado. La impunidad se construye desde el lenguaje, echar un tuit sin rigor es también faltarles el respeto a las víctimas; aunque pensándolo bien, el gobernador no tuvo en ningún momento la intención de pensar en ellas.

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