Salvador Camarena
El
presidente Andrés Manuel López Obrador dijo el fin de semana que para el 20 de
abril todos los adultos mayores de 60 años tendrán al menos una primera dosis
de vacuna antiCovid aplicada. El problema es que el gobierno se comprometió
tiempo atrás a que para finales de este mes esa población tendría el esquema
completo (dos dosis). Difícilmente se logrará. Ahora bien, eso no sería malo si
al menos se tratara de un cambio local alineado a la discusión que ocurre hoy
en Estados Unidos, ésa que pide convertir en prioridad el poner una sola dosis
lo más rápido posible a la mayor parte de la población.
La mañana de
este martes el vocero gubernamental para la pandemia Hugo López-Gatell dijo que
“desde la última semana de abril arrancaremos con población de 50 a 59 años de
edad”. Esta nueva etapa de la vacunación busca proteger a unos 12 millones de
mexicanos. Pero el funcionario también dijo que igualmente iniciará la
vacunación de personal educativo en Chiapas, Coahuila, Tamaulipas, Nayarit y
Veracruz. Ese conjunto es de 530 mil personas. Todo lo anterior, insisto,
mientras no se ha completado el esquema de dos dosis para los mayores de 60
años.
Y cabe
recordar que al día de hoy el gobierno sólo ha podido obtener 17 millones de
dosis, que podrían rondar los 20 millones a finales de semana, pero que son
–otra vez– una cantidad insuficiente para las poblaciones objetivos (si la
mayoría de las vacunas que se aplicarán en México es de dos dosis, sólo para
completar el esquema de los adultos mayores de 60 años se requerirían 28
millones de inyecciones, pues es un universo de 14 millones de mexicanos).
¿Qué hacer?
Quizá el gobierno podría, por una vez, hacer de la necesidad una virtud. El día
de ayer en The New York Times se publicó un artículo que recoge planteamientos
donde se urge al gobierno de Estados Unidos a espaciar las segundas dosis a fin
de inmunizar a más personas a la brevedad posible.
En el texto
(https://www.nytimes.com/2021/04/13/briefing/daunte-wright-shooting-michigan-britain.html)
se recuerda que vacunas como la Pfizer –que a México le ha permitido avanzar en
sus esquemas pues es la que más ha llegado– establecieron de manera
experimental el término de tres semanas entre dosis, pero que ya se discute que
ese plazo puede ser más largo sin perder efectividad.
En nuestro
país ya hay antecedentes de que a personal médico le han puesto vacunas con 42
o más días de distancia. Así ocurrió porque los embarques iniciales de Pfizer
tardaron más de lo previsto, y eso que fue obligado hoy podría ser deliberado.
Igual y es
momento de que, a la par de completar vacuna a los de más riesgo mortal, los de
60 años o más, los siguientes grupos reciban una sola dosis lo más pronto
posible. He ahí una chamba para el comité de expertos de la Secretaría de
Salud, si es que lo pelan, ¿verdad?
De esa
forma, en efecto, las nuevas poblaciones objetivo –los mayores de 50 y las
personas en labores educativas– se cubren más pronto en su totalidad, así sea
con apenas una dosis. Y subsecuentemente otros adultos.
Lo anterior
sin olvidar que estar vacunado no significa tener permiso para todo. Como ha
establecido el estadounidense Centro de Prevención de Enfermedades (CDC, por
sus siglas en inglés), aquéllos que cuenten con los esquemas completos sólo
pueden sentirse libres de peligro en presencia de otras personas completamente
vacunadas. Caso contrario, ellos, y nosotros, a seguir con el cubrebocas,
evitar espacios cerrados y multitudes.
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