Enrique
Quintana.
Hace ya 41
días que el Senado de Estados Unidos ratificó el Tratado México-Estados
Unidos-Canadá y hace 29 días que lo firmó Trump.
No existen
dudas de que el Parlamento canadiense hará lo propio en las próximas semanas y
empezará a correr el plazo de 90 días para que el nuevo tratado ente en
vigencia.
Algunos
suponen que no hay ya cosas sustanciales por hacer y prácticamente solo hay que
esperar a que se cumplan los plazos.
No es lo
que piensan las diferentes empresas de la cadena del automóvil.
La semana
pasada enviaron una misiva al gobierno señalando que en la tarea de definir la
llamada “uniformidad de las reglamentaciones”, no habíamos avanzado en México.
¿De qué se
trata?
Tal vez
usted recuerde que las nuevas reglas del T-MEC cambiaron las reglas de origen
en el sector y se estableció que, a partir de la entrada en vigor del tratado,
el porcentaje de contenido regional requerido para el sector pasó de 62.5 a 66
por ciento, y en el plazo de tres años pasará a 75 por ciento.
Hay más
detalles en el propio tratado respecto a esa regla, sin embargo, se requiere
una medición uniforme en los tres países que determine si ese porcentaje se
aplica al conjunto de las exportaciones, a cada planta en particular o incluso
a cada auto.
Se trata
de una negociación pendiente y la industria mexicana quiere tener voz para
señalar a la Secretaría de Economía cuál debería ser la regla más apropiada
para México.
En la
industria, perciben que no se les ha escuchado y temen que al final nos tomen
las prisas y puedan tomarse decisiones contrarias al interés de esta
estratégica industria.
Pero hay
más.
El
capítulo 31 del T-MEC establece en su artículo 31.8 que a la fecha de la
aprobación del tratado deberá establecerse una lista de 30 panelistas que serán
definidos por consenso de las partes y que formarán los paneles que deberán
participar en la resolución de controversias entre los tres países.
En el
caso del TLCAN, este mecanismo fue entorpecido deliberadamente por los Estados
Unidos, que proponía recurrentemente integrantes en los listados que eran
inaceptables para México. Y de esta forma, no había manera de constituir los
paneles.
Hay que
recordar que este esquema no gusta a Trump, quien no ve bien que sean
instancias diferentes a las norteamericanas las que tengan la última palabra en
disputas comerciales.
Estamos
contra el tiempo, y el sector privado mexicano aún no ve acción de parte de la
Secretaría de Economía para que no nos vayan a meter goles y en la práctica
bloquear la aplicación del capítulo 31.
Y estos
son solamente dos ejemplos relevantes de una serie de acciones que se requieren
emprender antes de la entrada en vigor del nuevo tratado.
Hay que
hacer una revisión meticulosa de la legislación que tiene que adaptarse. Como
tratado internacional, el T-MEC está por arriba de las leyes mexicanas y solo
por debajo de la Constitución.
Si no nos
ponemos las pilas y hacemos esa revisión cuidadosa, podríamos incurrir en
violaciones del tratado con las cuales nos podrían meter goles.
La tarea
es, sobre todo, del gobierno mexicano.
Pero el
sector privado, en muchos casos, no parece estar atareado analizando las
implicaciones de este nuevo esquema.
Se requiere
un trabajo intensivo antes de que nos vayan a atrapar con los dedos en la
puerta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.