Ricardo
Ravelo.
El
rechazo de la fianza de un millón de dólares que propuso Genaro García Luna
para salir de prisión confirma, una vez más, que el exfuncionario mexicano
tiene estrechos lazos con el Cártel de Sinaloa y, por ello, existe un elevado
riesgo de que se fugue. A esta conclusión llegaron las autoridades
estadunidenses que siguen el caso de este personaje, cuyo juicio dará inicio
muy pronto.
En días
pasados, el abogado de García Luna, César de Castro, expuso al fiscal Brian
Cogan –el mismo que sentenció a Joaquín Guzmán Loera a cadena perpetua – que
mientras inicia el juicio en contra de su cliente éste tiene derecho a estar en
libertad.
Por ello, ofreció
pagar un millón de dólares, garantizadas con algunas propiedades que García
Luna tiene en Estados Unidos. Paralelamente, propuso que no existe ningún
impedimento para que su cliente sea vigilado las veinticuatro horas del día y
argumentó las razones por las que no puede fugarse:
–Porque sus
hijos y su esposa radican en Estados Unidos; además, lleva varios años viviendo
en ese país y tiene razones de peso para permanecer; expuso, además, que García
Luna no tiene dinero ni en Estados Unidos ni en México.
Sin embargo,
la propuesta fue rechazada debido a que, para las autoridades
estadunidenses, García Luna sí puede evadir la acción de la justicia y ésta
sospecha se refuerza, según la fiscalía norteamericana, en razón de que el ex
Secretario de Seguridad Pública tiene estrechos lazos con el cártel de Sinaloa,
la organización criminal más poderosa del planeta.
Y es que,
en efecto, durante los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón el cártel de
Sinaloa fue la organización criminal que más creció dentro y fuera de México:
el 19 de enero de 2000 comenzó la expansión de Sinaloa con la fuga de “El
Chapo” Guzmán. Fox llevaba 19 días en el poder.
Al respecto circularon
dos versiones no distantes de la verdad: que el capo pagó una suma de dinero descomunal
para que lo dejaran en libertad y, la otra, que Guzmán Loera en realidad planeó
su fuga mediante un plan largamente maquinado. Ambas fueron investigadas por la
Procuraduría General de la República. Las conclusiones: que “El Chapo” pagó y
fue ayudado a escapar.
En Puente
Grande –el penal de máxima seguridad de Jalisco –la máxima seguridad se redujo
al mínimo: “El Chapo” corrompió a todos los funcionarios y, así, pudo allanar
el camino hacia su libertad. El gobierno de Vicente Fox no fue ajeno al plan de
fuga. “El Chapo” era un personaje necesario en el esquema criminal de los
panistas en el poder.
Tan pronto
se fugó, Guzmán Loera comenzó a diseñar la estrategia para posicionar a
Sinaloa como el principal cártel de México y del continente: se realizó una
cumbre en Nuevo León. Asistieron Ismael Zambada García, “El Mayo”; Juan José
Esparragoza Moreno, “El Azul”, los hermanos Beltrán Leyva e Ignacio “Nacho”
Coronel.
El plan
para entronizar al cártel de Sinaloa se puso en marcha con tres objetivos: acabar
con la hegemonía de los hermanos Carrillo Fuentes –en ese tiempo ya estaban
debilitados tras la muerte oficial de “El Señor de los Cielos”, pero le
estorbaban al “Chapo” en sus planes expansionistas.
Otro
objetivo: exterminar a Los Zetas, el brazo armado del cártel del Golfo en
ese tiempo, uno de los grupos criminales más violentos que ocupaban varias
plazas en el país. Y, finalmente, detener o asesinar a los hermanos Arellano
Félix, jefes del cártel de Tijuana. Todo esto se cumplió: Rodolfo y Vicente Carrillo,
en efecto, fueron eliminados: el primero fue asesinado, el segundo,
encarcelado.
Ramón
Arellano Félix fue ejecutado en Mazatlán, Sinaloa. Se asegura que había viajado
a esa ciudad para asesinar a “El Mayo” Zambada, pero durante una riña, ocasionado
por un problema de tránsito, quiso matar a un policía, pero éste le disparó en
la cabeza sin saber de quien se trataba. Luego la DEA confirmó que quien había
muerto era Ramón Arellano, el más beligerante de la familia.
Posteriormente
fue detenido Benjamín Arellano. Se le ubicó en Puebla y ahí fue capturado. Fue
encarcelado en el penal de La Palma y luego extraditado a Estados Unidos. Por
otra parte, la guerra contra Los Zetas se cumplió a pie juntillas. Vicente Fox
cumplió con el cártel de Sinaloa y después siguió Felipe Calderón con los
mismos planes y la protección a ese grupo criminal.
En este
sexenio, el de la guerra fallida, fue cuando Genaro García Luna se ligó al
cártel, de acuerdo con las investigaciones estadunidenses. Y es que Sinaloa lo
controlaba todo: tenían amplios dominios para el trasiego de drogas a través
del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Fue tanto
el control que ejercían en esa terminal aérea que el Departamento del Tesoro de
Estados Unidos llegó a considerar a dicha terminal como una de las más
importantes para el narcotráfico y, en particular, para Sinaloa, por lo que
encendió las alertas.
De igual
forma, el cártel de Sinaloa penetró a la PGR y compró a altos funcionarios
de la Subprocuraduría Especializada en Delincuencia Organizada; cooptó a
militares e hizo lo propio en la embajada de Estados Unidos en México. Sinaloa
pagaba medio millón de dólares mensuales a los altos mandos de las Siedo a
cambio de información sobre investigaciones, extradiciones y operativos.
La red de
corrupción alcanzó a militares y marinos, quienes al igual que García Luna
terminaron al servicio del narcotráfico.
García Luna fue
una pieza clave en la protección que se otorgó a Sinaloa durante el gobierno de
Felipe Calderón. Ahora se explica, por ejemplo, por qué había tantas fallas en
la implementación de los Operativos Conjuntos contra el narcotráfico: la
realidad era que el objetivo oficial no era exterminar al crimen, sino
protegerlo.
Los
golpes, sin embargo,
se asestaban en contra de los enemigos de Sinaloa. Un ejemplo de ello fue
evidente cuando los hermanos Beltrán Leyva rompieron con Sinaloa. Cuando esto
ocurrió de inmediato se ordenó perseguirlos y acabarlos. Esto derivó en el
operativo en el que Arturo Beltrán, “El Barbas”, fue ejecutado.
García
Luna ha negado cualquier vínculo con el cártel de Sinaloa, pero la expansión de
esa empresa criminal fue evidente en medio de la guerra que ordenó el entonces
Presidente Felipe Calderón.
De acuerdo
con las autoridades estadunidenses, contra García Luna existen muchas
evidencias que lo vinculan: se habla de llamadas telefónicas, mensajes, entrega
de sumas millonarias en dólares.
Por ello, se
le acusó de tres delitos de narcotráfico y de mentir ante las autoridades
migratorias. El fiscal Brian Cogan tiene claro su objetivo: probar que el ex
Secretario de Seguridad Pública era un narcotraficante del más alto nivel que
al mismo tiempo despachaba como Secretario de Estado en el gobierno de
Calderón.
De probarse
todas las acusaciones, García Luna podría hacerle compañía al Chapo Guzmán, su
presunto socio, según las autoridades norteamericanas.
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