Salvador
Camarena.
La rendición
de cuentas es un valor escaso o de plano inexistente en México. Esta situación
aplica tanto para la clase política, como para aquellos que tienen el poder y
la influencia suficiente para lograr su inclusión en el elenco que detenta el
privilegio de mandar en nuestro país.
Un caso
ilustrativo de lo anterior lo constituye ABC Aerolíneas S.A. de C.V., empresa
mejor conocida como Interjet.
Luego de
meses de filtraciones en columnas periodísticas y fragmentos de información
publicados desde el año pasado, este jueves la reportera Alejandra Barriguete
publicó la noticia de que Interjet debía, hasta diciembre pasado, más de 3 mil
millones de pesos en impuestos, combustible y cuotas por aprovechamiento del
espacio aéreo. https://contralacorrupcion.mx/deuda-interjet/
El monto es
considerable, pero podría aumentar, pues la actual administración aún hace
cuentas de lo que Interjet dejó de pagar en Impuesto al Valor Agregado y Sobre
la Renta.
Los dueños
de Interjet viven en un país distinto al de la inmensa mayoría de los
mexicanos.
A los
Alemán, el gobierno de Enrique Peña Nieto les toleró retrasos en pagos
millonarios que a cualquier contribuyente le habrían acarreado multas, recargos
y hasta cárcel.
Imagine
que usted tiene una flotilla de aviones y le permiten que su deuda en
combustible sea de mil millones de pesos, que le toleren que no reporte unos
cien milloncitos de lo que usted cobra a sus pasajeros por la tarifa de uso
aeroportuario (TUA), y que le den chance de no pagar casi un millar de millones
en ISR e IVA. Negociazo, ¿verdad? Pero no para usted o para mí, que no
pertenecemos al selecto (es un decir) club que manda en este país. Si usted o
yo dejamos de pagar la turbosina o incumplimos con el SAT, seguro al mes
siguiente no nos darán más combustible y sí nos llegará un requerimiento de
Hacienda.
Si fuéramos
un país serio, Miguel Alemán Magnani, cabeza de Interjet, debería dar muchas
explicaciones sobre cómo logró tan singular tolerancia a su falta de pago por
parte de las autoridades del anterior gobierno.
Pero no
somos un país serio. Somos uno donde Alemán Magnani pertenece a algo llamado
“Consejo Asesor Empresarial del presidente Andrés Manuel López Obrador”.
¿Se imaginan
la situación? AMLO preguntando: “Señor Alemán Magnani, usted que es un
prominente empresario de la aviación, ¿qué recomendaciones tiene sobre cómo
activar mejor el espacio aéreo ahora que terminemos Santa Lucía?” Sería
invaluable escuchar la respuesta del nieto del expresidente, dado que hoy se
sabe de su gran experiencia en una empresa que adeuda impuestos y derechos.
La cosa no
mueve a la risa, pues el 20 por ciento de los pasajeros nacionales usan
Interjet y hay destinos y poblaciones que, si esa aerolínea desaparece,
padecerían.
El
gobierno de la República tiene una papa caliente en las manos. El discurso
presidencial de no permitir privilegios, obliga a que Interjet pague impuestos,
cuotas y recargos que debe.
Sin embargo,
tal situación podría complicar la marcha de una empresa que ha cometido
desatinos, como la polémica compra de aviones rusos marca Sukhoi que ahora no
vuelan.
Pero el
reto más grande es para López Obrador, quien deberá demostrar su congruencia.
El 12 de
febrero, junto con su padre, el exgobernador Miguel Alemán Velasco, Alemán
Magnani asistió a la cena en Palacio Nacional donde el Presidente pidió a los
empresarios que le ayuden a vender cachos de la rifa del avión.
¿A qué
fueron esa noche los Alemán? ¿A comprar cachitos de lotería o enormes reservas
de permisividad para sus deudas? Lo veremos en el futuro cercano.
Queda claro
que en México, aun cuando no tengas un negocio presumible, si ya eres de los
que tienen el privilegio de mandar, seguirás siendo invitado a la mesa del
señor, aunque le debas al gobierno hasta lo que no es tuyo, como algunos costos
que tus clientes pagaron puntualmente; si esos mismos pasajeros no hubieran
cubierto debidamente el TUA, no habría habido dios que los hubiera auxiliado a
subirse al avión de Interjet con una deuda en su boleto. Pero tal criterio sólo
aplica a los mortales, a los que mandan, hasta tamalitos les pichan en Palacio
Nacional.
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