Raymundo
Riva Palacio.
Ante la
ausencia total de oposición política al presidente Andrés Manuel López Obrador,
una conspicua figura no deja de amartillar todas las semanas la muralla que
tiene enfrente. Es Gustavo de Hoyos, presidente de la Confederación Patronal de
la República Mexicana, la Coparmex, que escoge cada domingo para iniciar su
semana de activismo de oposición con un mensaje de fuerza y de temática
variada. Es muy activo en redes sociales y duro en las entrevistas. De Hoyos
responde a la tradición belicosa de la Coparmex, que ha tenido dirigentes que
no se arredran ante el presidente en turno y que ya produjo, en Manuel Clouthier,
un carismático candidato presidencial por el PAN.
De Hoyos es
distinto en personalidad a Clouthier, aunque ambos vienen del noroeste del
país. Comparte con él la determinación de confrontarse cuando lo considera
necesario o cuando la coyuntura favorece sus objetivos, y en la estrategia para
lograr la candidatura presidencial. En efecto, sin un partido que lo arrope,
cuando menos por ahora, el líder patronal ha comenzado a construir su
maquinaria electoral pensando en las elecciones de 2024, en un contexto donde
la oposición partidista está muy debilitada.
El PRI, que
tiene la mayor estructura territorial –alrededor de 18 por ciento del padrón
electoral–, vive aterrorizado de que sea exhibido por actos de corrupción. El
PAN, que oscila en un 14 por ciento de apoyo, está roto, sin liderazgos fuertes
y con un éxodo de figuras. El PRD, el último de los partidos de oposición que
pinta, tiene el 8 por ciento, pero quienes lo encabezan son políticos que
públicamente están agotados. López Obrador ha ido perdiendo capital político de
manera muy acelerada, pero no hay quien haya podido capitalizarlo.
Morena, que
tiene un respaldo de alrededor de 24 por ciento en el país, sigue prendido del
Presidente, quien tiene un nivel de aprobación considerable –alrededor de 60
por ciento en mediciones que no son públicas–, lo que le permitirá llegar, pese
a mayores desgastes que pudiera tener, en una cómoda situación para las
elecciones intermedias del próximo año. Los cálculos dentro del entorno
presidencial es que perderán la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados,
pero serán la primera minoría y podrán llevarse un buen racimo de gubernaturas.
En cualquier caso, no se ve por el momento que, dentro de las estructuras
actuales de los partidos de oposición, pueda surgir una fórmula ganadora en
2024.
De Hoyos,
que originalmente parecía querer la candidatura para el gobierno de Baja
California, cambió la escala de su aspiración. Recientemente reclutó como
estratega de comunicación a Lázaro Ríos, quien desde la fundación de Reforma
fue una pieza clave en el equilibrio interno del periódico y en el
funcionamiento de la empresa; se retiró del grupo editorial en diciembre de
2018. Ingeniero de formación, Ríos aceitaba todos los procesos en Reforma, y
fue un directivo de mano suave y decisiones firmes.
En otra área
estratégica, la de opinión pública, De Hoyos decidió no contratar a ninguna
empresa demoscópica de la Ciudad de México, y optó por Ariosto Manrique, de
Testa Marketing, que nació en Tijuana, pero se educó en Guadalajara, Monterrey
y San Diego. Testa Marketing es quien hace las encuestas para la Coparmex
–Manrique fue líder juvenil de la organización–, y trabajó encuestas
electorales en Baja California, cuando De Hoyos coqueteó con la idea de la
gubernatura. Pero desde hace varias semanas, de acuerdo con personas en la
industria, está realizando encuestas a nivel nacional.
Coparmex es
un sindicato patronal con arraigo territorial. Incorpora a 36 mil empresarios
que emplean a casi cinco millones de personas y producen el 30 por ciento del
PIB. De Hoyos empezó a trabajar nacionalmente en la Coparmex en 2013, y fue
ungido con el voto unánime de los 65 centros empresariales en todo el país,
como su presidente nacional, dos años después. Desde un principio mostró olfato
político y se sumó a iniciativas populares como el salario mínimo, la Ley 3 de
3, sobre transparencia y rendición de cuentas de servidores públicos y
eficiencia gubernamental. La semana pasada colocó rápidamente a la Coparmex del
lado de la autonomía universitaria, criticando de esa forma la intromisión de
legisladores de Morena, y en esta se sumó a la marcha y paro nacional de
mujeres.
Su
protagonismo beligerante surgió con la victoria de López Obrador y su
Presidencia, convirtiéndose en el único crítico empresarial sin dobleces y
sistemático en contra del nuevo gobierno. Entre sus pares, De Hoyos no es bien
visto por su antagonismo ante el Presidente, frente a otros órganos
empresariales que lo tratan con guantes de terciopelo y palabras con miel.
La
estrategia de la Coparmex frente a la del Consejo Coordinador Empresarial, que
es el organismo cúpula del sector privado, estuvo en las antípodas. Mientras
Carlos Salazar, líder del CCE cultiva una relación personal con López Obrador
para ser un interlocutor con amplio acceso a Palacio Nacional, De Hoyos no
tiene ninguna relación personal con el Presidente, al que trata no como un
interlocutor, sino como un opositor. López Obrador, retóricamente lo ignora o
prácticamente no lo ataca, pero en los hechos lo margina, invitándolo a eventos
sólo cuando es totalmente necesaria la presencia de Coparmex.
El rol de
opositor que De Hoyos ha asumido dentro del empresariado, es una apuesta alta
que podrá dar frutos en la medida que, en el desgaste de López Obrador, los
desencantados busquen una opción para 2024. Si fuera así, la desilusión quizá
busque perfiles como el suyo, y entonces se convertiría en un riesgo para el
proyecto transexenal de López Obrador y un enemigo a descarrilar. La ecuación
política para la contienda presidencial sólo se verá con el tiempo, pero De
Hoyos comenzó su trabajo de armado con el objetivo de quitarle a Morena la
silla presidencial.
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