Por AP
Un reformado
tratado de libre comercio para Norteamérica está a punto de ser aprobado en el
Congreso estadounidense, para beneplácito de la Casa Blanca y los demócratas en
la Cámara de Representantes. También se muestran aliviados los granjeros y
algunos negocios que querían reglas más claras para el amplio flujo de
productos que intercambian Estados Unidos, México y Canadá.
Pero el
nuevo pacto, conocido como T-MEC, dejó al menos un perdedor inesperado: la
industria farmacéutica, una potencia del cabildeo regularmente invencible en
Washington.
Para
satisfacer a los demócratas, el gobierno de Trump eliminó una cláusula que
le habría dado a los fabricantes de medicamentos biológicos súper caros 10 años
de protección frente a los genéricos equivalentes, de costo menor.
Los
demócratas se oponían a lo que calificaban de dar un regalo a la industria, que
podría haber mantenido los precios altos con una regulación que obstaculizara
la competencia. Los medicamentos en cuestión incluyen algunos contra el cáncer
y otros que combaten padecimientos inmunológicos, como artritis reumatoide.
“Esta es
una de las primeras veces que hemos visto perder a las farmacéuticas”, dijo el representante demócrata Earl
Blumenauer, que encabeza una subcomisión de comercio. “Ellos tienen un
historial impresionante, porque son una fuerza política enorme. Se gastan
muchísimo dinero en cabildeo, publicidad y en contribuciones de campaña, pero
nos mantuvimos firmes y ganamos”.
La
eliminación de la cláusula es un raro tropezón para la industria farmacéutica y
ayuda a ilustrar cuán potentes, como asunto político, se han vuelto los
elevados precios de los medicamentos. Fue un recordatorio, además, de que Trump
había prometido reiteradamente trabajar para reducir los precios.
La semana
pasada, los productores de medicamentos sufrieron otra derrota
-probablemente temporal, cuando los demócratas aprobaron en la cámara baja una
propuesta de ley que autorizaría al programa Medicare a usar su influencia en
el mercado para negociar precios más bajos con las fabricantes de medicinas. Se
cree que la propuesta no tiene probabilidades de ser aprobada en el Senado,
bajo control republicano.
Pero el
nuevo tratado comercial entre Estados Unidos, México y Canadá parece encaminado
a su aprobación, sin la protección de precios a los medicamentos biológicos que
deseaba la industria.
El
martes, la Comisión de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes aprobó
el texto legal del acuerdo. Se espera que el pleno de la cámara lo aprobara el
jueves más tarde, aunque no parece que el Senado lo vaya a sopesar antes de
enero.
“No es un
misterio”, dijo la representante demócrata Jan Schakowsky, que ayudó a negociar
el nuevo acuerdo comercial con el gobierno de Trump. “Si usted sondea al pueblo
estadounidense, el costo de los medicamentos es un asunto muy importante. Está
realmente en el tope de la lista”.
El
acuerdo comercial alcanzado el año pasado con México y Canadá dio a los
productores de medicamentos biológicos -fármacos ultra costosos hechos a partir
de células vivas- 10 años de protección de la competencia de alternativas
genéricas más baratas, conocidas como biosimilares. Entre los principales
medicamentos biológicos están las medicinas contra el cáncer Rituxan y Humira,
además de Enbrel, que combate problemas inmunológicos.
La industria
farmacéutica -y el Gobierno de Trump- habían argumentado que los productores
de medicamentos biológicos necesitaban 10 años de protección para beneficiarse
financieramente de sus productos antes de que se permitiera la competencia de
los biosimilares. De lo contrario, argumentaron, las compañías grandes de
medicamentos y las nuevas firmas biotecnológicas, que dependen de dinero de
firmas de capital de riesgo, tendrían poco incentivo para invertir en el
desarrollo de medicamentos nuevos.
“El
anuncio de hoy prioriza a la política en lugar de los pacientes”, opinó la
semana pasada el principal grupo que representa a la industria, PhRMA, en una
declaración. “Eliminar la cláusula sobre medicamentos biológicos en el T-MEC
retira protecciones vitales para los innovadores, al tiempo que no hace nada
para ayudar a los enfermos estadounidenses a poder pagar sus medicinas ni
acceder a tratamientos y curas futuros”.
La
industria rechazó además la noción de que la cláusula habría mantenido los
precios elevados y habría perjudicado a los consumidores. Apuntaron que las
actuales leyes estadounidenses ya les dan a los medicamentos biológicos 12 años
de protección, dos más que en el T-MEC, pero la cláusula retirada habría
forzado a México a expandir la protección de cinco años y a Canadá de ocho,
perjudicando potencialmente a los consumidores estadounidenses, que buscan
medicamentos menos costosos en esos países.
Además, dijeron
los demócratas, si el Congreso hubiera expandido las protecciones a los medicamentos
biológicos en el T-MEC, habría impedido que los legisladores redujeran el
monopolio a, por ejemplo, los siete años propuestos una vez por el gobierno de
Barack Obama.
“Habríamos
estado bloqueados”,
dijo Schakowsky.
Para los
gigantes farmacéuticos, el tropiezo es un giro drástico. Apenas hace cuatro
años, la industria ayudó a frustrar un tratado comercial del gobierno de Obama
con 11 países de la Cuenca del Pacífico, argumentando que sus ocho años de
protección de monopolio no eran suficientes. Ahora, el nuevo tratado para
Norteamérica no contiene ninguna protección.
En 2006,
la industria logró una victoria importante cuando ayudó a aprobar en el
Congreso una iniciativa de ley que añadió cobertura de medicamentos por
prescripción en el programa Medicare, pero que prohibió que el gobierno
negociara precios más bajos. Esa restricción abrió “una caja de Pandora” que
despejó el camino para alzas insostenibles de precios, dijo Steve Brozak, analista para WBB
Securities.
Los
productores de medicamentos comenzaron a elevar precios de medicinas existentes
varias veces al año, a veces 20% anualmente. Comenzaron además a lanzar
medicamentos biológicos, una porción creciente de los nuevos fármacos, con
precios que rebasaban los seis dígitos al año. En mayo, los reguladores en
Estados Unidos aprobaron una terapia genética, Zolgernsma, con el exorbitante
precio de 2,1 millones de dólares por paciente.
La reacción
negativa ha estado creciendo, especialmente tras reportes noticiosos y
audiencias en el Congreso que expusieron historias de enfermos racionando
medicinas e incluso muriéndose porque no podían pagar insulina y otros
medicamentos.
Los
productores de medicamentos han “estado a la defensiva más que lo que
hayamos visto antes”, dijo David Certner, asesor legal de la AARP, una
asociación civil no lucrativa que aboga por los intereses de las personas
jubiladas en Estados Unidos.
El año
pasado, dijo Certner, el Congreso le asestó a la industria dos derrotas:
primero, al incrementar los descuentos que los productores deben darles a los
ancianos en los medicamentos caros no cubiertos por Medicare, y seguidamente
rechazando gestiones de la industria para revertir el cambio.
Y en enero,
la industria perdió a quien quizás era su mayor defensor en el Congreso, al
retirarse el senador republicano Orrin Hatch.
Trump ha
prometido desde hace tiempo lidiar con el problema de los precios de los
medicamentos. El miércoles, el gobierno procedió con un plan para permitir a
los estadounidenses un acceso seguro y legal a medicamentos menos costosos del
exterior.
Hasta ahora,
loa mayoría de las iniciativas de Trump sobre precios de medicamentos no han
ido a ninguna parte y su equipo comercial había negociado la inclusión de la
cláusula sobre los medicamentos biológicos en el T-MEC.
Ante la
posibilidad de toparse con un electorado molesto, la resistencia demócrata y el
hecho de que México y Canadá no tenían razón para apoyar la cláusula, el
gobierno de Trump cedió. Cuando llegó a un acuerdo con los representantes
demócratas la semana pasada sobre el T-MEC, la cláusula quedó fuera.
“Claramente,
deshacerse de la cláusula de los medicamentos biológicos fue un paso atrás”,
dijo el martes el representante comercial estadounidense Robert Lighthizer en
una entrevista con Fox Business Network. “Y eso fue un arreglo mutuo. Hay
consecuencias del control demócrata en la Cámara de Representantes y lo
lamento”.
Jeffrey
Francer, consejero legal de la Asociación para Medicamentos Asequibles, que
representa a las compañías de medicamentos genéricos y biosimilares, lo ve de
forma diferente: “El presidente decidió no arrojarse sobre su espada si
defendía a los gigantes farmacéuticos”.
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