Diego
Petersen Farah.
De las
cosas altamente positivas que han sucedido en el gobierno de López Obrador es
el cambio en la política de comunicación. La forma en que fue escalando el
gasto publicitario con los gobiernos de Fox, Calderón y Peña fue exorbitante;
de cerca de los 2,500 millones en 2004 a más 10 mil en 2017. Pero más que el
monto, sin duda exagerado y fuera de toda proporción, lo más grave era la forma
en que se gastaba, pues este recurso no se aplicaba en informarnos a los
ciudadanos sobre los temas que teníamos que saber sino en “convenios” donde primero
se definía el monto, que era proporcional a la capacidad de presión del medio
en turno, y luego el contenido. Era un mecanismo perverso de compra venta de
lealtades que por lo demás, siempre terminaba en traición.
Dicho
esto, la siguiente pregunta es si, como dice el Presidente López Obrador, las
mañanera ahorraron cinco mil millones de pesos.
Este es uno de los típicos casos en que el Presidente echa a andar el
INOD (Instituto Nacional de Otros Datos) para acomodar la realidad. El ahorro
está, en todo caso, en dejar de gastar en publicidad innecesaria, en reducir el
presupuesto de comunicación social y gastarlo solo en aquello que beneficie a
la población, como son las campañas de salud, prevención, etcétera, y no en
propaganda del gobierno en turno. Pero eso nada tiene que ver con la mañanera
cuya dinámica es totalmente otra cosa.
Lo que
tendríamos que comparar en todo caso es cuánto cuesta la mañaneara no solo en
su organización cotidiana, que por poco que sea implica un gasto, sino en el
tiempo de los medios de comunicación de Estado usados como replicadores del
mensaje presidencial y, sobre todo, cuánto dinero que antes se destinaba a
medios tradicionales hoy se destina a campañas de redes sciales. Esto último es
el gran hoyo negro de información de los gobiernos, no solo el federal sino los
de los estatales y municipales.
Las
mañaneras son un mecanismo de comunicación política muy eficiente, pero están
lejos, muy lejos de ser, como nos la venden, un acto de transparencia y
rendición de cuentas. Todos los días hay datos contradictorios, mentiras
flagrantes, verdades a medias, dichos sin sustento y una que otra pregunta
zalamera que distorsionan la realidad. Las conferencias de prensas diarias son
un mecanismo de propaganda innovador y mucho más eficiente que las notas
pagadas y entrevistas a modo de los gobiernos anteriores, fruto de una
legitimidad y un apoyo popular muy importante. ¿Tienen límite? Sí, cuando la
popularidad presidencial baje, que más allá de filias y fobias será una
tendencia natural por el desgaste mismo del ejercicio de poder, la eficiencia
de la conferencia de prensa matutina tenderá a caer y con ello la tentación de
usar el presupuesto para generar apoyos en la opinión pública. En vía de
mientras, las mañaneras son hoy por hoy el mecanismo de comunicación social más
innovador, más eficiente y barato, aunque ello nada tenga que ver con el ahorro
en el gasto en medios no con la obligación gubernamental de informar.
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