Por Arturo Ángel.
Un
informe oficial de la Fiscalía General de la República (FGR), enviado al
Congreso de la Unión en enero pasado, revela que completar la transición de
dicha institución desde la vieja PGR será un proceso lento y con plazos
inciertos, debido a la falta de recursos que garanticen llevarlo a cabo.
El documento
denominado Plan Estratégico de Transición subraya que la Ley Orgánica de la
FGR ordenaba la asignación de fondos específicos y suficientes, que
garantizaran la transformación de la entonces PGR en la nueva Fiscalía. Sin
embargo, esto no ha ocurrido ni en 2019 ni en 2020, años en los que se ha
asignado apenas el presupuesto suficiente – incluso con recortes – para
mantener la operación de la institución, más no para su evolución.
“Esta
situación obliga a replantear la asignación de recursos y muy probablemente, a
atender con mayor gradualidad las acciones de transformación planteadas (…) la
ejecución del plan estará sujeta a la disponibilidad de recursos presupuestales
y de capital humano, así como a su autorización por parte de la Fiscalía
General de la República”, señala el informe.
Actualmente
la Fiscalía General opera con la mayor parte de la estructura y organización de
la vieja PGR, aun cuando la misma ya desapareció en el papel. Esta es la razón
por la que, por ejemplo, continúan existiendo las “subprocuradurías” como la
SEIDO, que en la Ley Orgánica de la FGR no existen.
El
documento firmado por el titular de la Unidad de Transición de la FGR, Alfonso
Octavio García de León Olvera, detalla que en 2019 la Fiscalía contó con un
presupuesto de 15 mil 351 millones de pesos, que no solo no incluyó un aumento
para su modernización, sino que de hecho fue un recorte de 9% respecto a los
recursos con los que contó cuando era aun PGR, en 2018.
Se
interpretó que debido a que el cambio oficial de PGR a FGR había entrado en
vigor en diciembre de 2018, el Congreso no tuvo tiempo para prever los recursos
necesarios.
Por este
motivo en el transcurso de 2019, y ya con el fiscal Alejandro Gertz Manero
al frente, la institución diseño una propuesta de presupuesto de 18 mil 202
millones de pesos para 2020.
Pero en
noviembre del año pasado la Cámara de Diputados aprobó un presupuesto de solo
16 mil 680 millones de pesos. Se trata de un recorte de más de 1 mil 500
millones de pesos, que el propio fiscal consideró de “inexplicable” en el
informe anual de actividades enviado también al Congreso hace unos días.
En ese
contexto, la Fiscalía señala que “en un escenario optimista” podría recibir
recursos extra como resultado de los decomisos de dinero o de bienes
relacionados con la delincuencia, que se destinarían al proceso de transición.
Sin embargo, advierte que “es riesgoso” realizar una planeación sobre dinero
cuya recaudación es incierta.
El Plan
Estratégico de Transición de la FGR enviado al Congreso detalla un
procedimiento dividido en dos etapas, con nueve objetivos en total, con los
cuales se busca completar la liquidación de la vieja estructura de la PGR y
poner en marcha del diseño institucional que marca la ley de la Fiscalía.
Y es que aun
cuando la PGR oficialmente desapareció hace dos años al convertirse en una
instancia autónoma denominada FGR, gran parte de su estructura se mantiene
igual, con excepción de algunas fiscalías y unidades especializadas que por ley
era obligatorio poner en marcha.
El
documento detalla que la primera etapa de la estrategia planteada se denomina
“soporte”, y la idea es crear las condiciones necesarias que garanticen el
correcto funcionamiento de la institución, mientras se va transformando.
Incluye objetivos como crear un sistema de información y análisis estratégico,
un programa de administración para los cambios y un sistema de evaluación de
los pasos.
La segunda
etapa se denomina “transición” y contempla el cumplimiento de objetivos como la
liquidación de casos rezagados, el desarrollo de un marco jurídico adecuado,
vincular el esquema con un plan de persecución penal adecuado, reformular el
modelo de gestión de la fiscalía, dotarla de una nueva estructura
organizacional y poner en marcha un nuevo servicio profesional de carrera.
La
prioridad, subraya el plan presentado, es conseguir una modernización real de
la institución, que se enfoque en la solución de fenómenos delictivos complejos
y en el impulso de mecanismos alternativos de justicia. Todo ello sin heredar
los vicios que afectaron el funcionamiento de la PGR.
El documento
detalla que se creará un mecanismo de seguimiento y un cronograma específico
para el cumplimiento de cada uno de los objetivos. Sin embargo, no se define en
el informe ningún plazo para que eso suceda ni se promete fecha alguna.
Lo que sí
reitera la FGR es que el modelo de transición y su avance dependerá de los
recursos presupuestales que el Poder Legislativo asigne cada año con este fin
específico, y se reitera que la prioridad es que la institución no deje de
funcionar.
Expertos
de diversas organizaciones no gubernamentales advirtieron que la administración
de la FGR encabezada por Alejandro Gertz Manero y el Poder Legislativo ha
incumplido con la Ley Orgánica de la FGR, que ordenaba que el proceso de
transición de dicha institución fuera transparente y con acompañamiento
ciudadano.
En el
informe denominado “¿Un año de justicia y autonomía de la Fiscalía?” los
analistas advierten, por ejemplo, que se ha incumplido con uno de los artículos
transitorios, que mandataba crear un Consejo Ciudadano de la FGR que daría
seguimiento a la transformación de la institución.
A ello se
suma la ausencia de un Plan de Persecución Penal definitivo que el fiscal debió
presentar el pasado 18 de enero, pero que hasta ahora no existe o por lo menos
no que se conozca públicamente. El tema es importante porque los artículos
transitorios de la ley señalaban que el plan tiene que elaborarse con
participación ciudadana, lo que hasta ahora no ha ocurrido.
El Plan
de Persecución Penal (como la propia FGR reconoce en el documento enviado al
Congreso), es una pieza clave del proceso de transición pues en torno al mismo
es que deben articularse una parte de los esfuerzos de modernización.
“Pero en
estos meses del proceso de transición aun no se cuenta con, por ejemplo,
mecanismos claros de transparencia para poder consultar las acciones que están
llevando a cabo al interior de la Fiscalía (…) La ausencia al día de hoy, del
Consejo Ciudadano de la FGR que participa en parte del proceso de construcción del
plan es otra clara muestra del mínimo interés tanto del fiscal General como del
Senado de la República para construir la nueva institucionalidad fiscal”, advierte el informe de las ONG.
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