Salvador
Camarena.
Una de las
primeras cosas que hizo Margarita Ríos- Farjat, en su calidad de nueva ministra
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, fue ordenar que se remodelara el
despacho que iba a ocupar.
Nada de
austeridad republicana, nada de que ya había una oficina que funcionaba como
tal. No. Que me la pongan a mi gusto.
Hubo un
intento de que incluso se diseñara para tal propósito un despacho con
orientación al Zócalo, por lo que desalojaron a los secretarios de la ponencia
que tenían oficinas con vista a la plaza mayor.
Pero cuentan
que las instalaciones sanitarias habrían supuesto una remodelación mayúscula,
así que al final “sólo” se cambiaron recubrimientos del despacho de la nueva
ministra.
El caso es
que pasaba el tiempo y en la Corte veían cómo la remodelación, y los costos que
implicaba, nomás no acababa.
Ya ponían
piso de madera, ya probaban de otro; ya lucía madera en las paredes, ya había
que cambiar también eso. ¿Pues no que los de Monterrey eran agarrados del codo?
Total que
hasta hubo malestar de los recién llegados porque la ministra no quería que se
vieran las canaletas que conducían el cableado. Oigan, ¿eso de las canaletas en
qué ayudará al sistema de justicia oral? Ok, ya.
Tanto ha
sido el relajo del cambio del despacho, que ya hay quien asegura que las
oficinas contiguas, las de la ponencia del ministro Laynez, han sufrido
afectaciones por tanta remodelación.
Así las
prioridades de la extitular del Servicio Administración Tributaria al llegar a
la SCJN.
Además del
tema de los martillazos, y sus costos que algún día sabremos, el arribo de la
originaria de Nuevo León al máximo órgano de Justicia ha sido descrito como
poco terso.
Su equipo de
colaboradores se presentó de avanzada, pero con mensajes muy específicos de
parte de la “señora”.
De entrada,
esos entusiastas regios –¿Por qué será que en la Secretaría de Seguridad (es un
decir) de Durazo abundan los sonorenses, y en el equipo de la neoministra los
de Nuevo León? ¿Qué no habrán encontrado capital humano de buen nivel en la
mismísima ciudad ídem? Tan bonito que es conocer gente de otros lados, que
piensa distinto, pero en fin, me desvié del tema, ustedes disculpen–; la cosa
es que un particular de la neoministra dejó muy claro, a quienes ya trabajaban
en la ponencia que ahora ella ocupa, que la señora es muy “estructurada” y “muy
inteligente”, que tenían información de cada uno de los integrantes del equipo
que estaban heredando, por lo que ya sabían quién era quién; y que mucho
cuidado con la ortografía porque la señora no consentía ese tipo de faltas.
Supongo que Paulina Chavira estará muy contenta con ese último mensaje. Una de
tu equipo, mi Pau.
También
seguro que a otros les gustará que entre los planes de la neoministra está
hacer un taller de redacción porque cree que los textos de los análisis que le
entregan sus colaboradores son muy acartonados, que quiere que todo su equipo
se acostumbre a la incertidumbre (bueno, con este gobierno quién no) y que le
interesa proponer un club de lectura de novela. (Yo no sé ustedes, pero yo voto
a favor de esto último).
Ya habrá
tiempo de conocer algo de las tesis en temas de justicia de la neoministra. Por
lo pronto, ya trascienden los detalles de cómo quiere estructurar su oficina y
a su equipo. Porque prioridades.
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