Raymundo
Riva Palacio. 31/07/2019
Emilio
Lozoya, exdirector de Petróleos Mexicanos, dio la cara a la opinión pública
desde la clandestinidad, al responder un cuestionario que le presentaron
conjuntamente los diarios Süddeutsche Zeitung, de Münich; Tamedia, de Zúrich, y
el portal Quinto Elemento Lab, de la Ciudad de México. Lozoya dijo que había
una persecución política contra él y su familia, calificándolo como un “ataque
cobarde y sin fundamentos”. El cuestionario que le presentaron los medios fue
devuelto, ya respondido, tres días después de que se detuvieran a su madre en
Alemania, por petición de la Fiscalía General de la República.
“En dicha
persecución política atacan a mi familia. A mi madre se le acusa que haya
recibido dinero de alguna cuenta mía antes de que yo fuera funcionario
público”, afirmó Lozoya en su defensa epistolar. “¿Qué clase de delito es ese?
Además de los delitos que se nos imputan no ameritan prisión preventiva en
México, pero a pesar de eso el gobierno le mintió o se coludió con un juez en
México para generar órdenes de aprehensión”.
Las
respuestas de Lozoya no se inscriben en las motivaciones que llevaron a la
Fiscalía General a solicitar las órdenes de aprehensión. Según funcionarios
federales, las órdenes en las cuales aparece relacionada su madre tienen que
ver con el caso Odebrecht, donde varios de sus ejecutivos declararon ante la
Fiscalía brasileña, que investiga la corrupción del conglomerado de la
construcción, que le entregaron 10 millones y medio de dólares entre 2012 y
2014, presuntamente para la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, y para
obtener contratos durante ese gobierno. La imputación en México es como autor
material de lavado de dinero, que es un delito que no alcanza fianza.
El proceder
de Lozoya no sorprende. Las propias autoridades mexicanas están asombradas que
el exdirector de Pemex esté más preocupado en él que en su familia, toda vez
que sabía de la existencia de un voluminoso expediente que había sobre él. No
hay sorpresas en ello. Lozoya fue a ver al fiscal general Alejandro Gertz
Manero antes de que el caso se enredara y saliera la orden de aprehensión en su
contra. Gertz Manero le pidió que declarara, pero Lozoya le respondió que él
era inocente y, como insiste públicamente, no había cometido ningún acto de
corrupción. El fiscal le insistió, mostrándole el voluminoso expediente, que
tenían evidencia que lo inculpaba. Lozoya se mantuvo en su posición.
De
acuerdo con los funcionarios federales, ante la decisión de Lozoya de no
declarar y de fugarse de la justicia, se siguió con el proceso que terminó con
la orden de aprehensión de su madre por el presunto delito de lavado de dinero
y asociación delictuosa, y la emisión de una ficha roja de Interpol para
ubicación de su esposa, su hermana y una corredora de bienes raíces que
participó en operaciones inmobiliarias relacionadas con el caso de la planta de
fertilizantes de Agronitrogenados, que adquirió a sobreprecio de Altos Hornos
de México, por lo cual también su dueño, Alonso Ancira, está detenido en España
acusado de presuntos delitos de corrupción.
Un
funcionario federal defendió la captura de la madre de Lozoya. “Su firma
aparece por todos lados”, dijo de manera figurativa para subrayar que
documentos que sirven de evidencia sobre el caso Odebrecht, fueron firmados por
ella. Lozoya pudo haber declarado cuando se lo pidió Gertz Manero y haber
aclarado la participación de su madre y su familia en los presuntos casos de
corrupción, lavado de dinero y asociación delictuosa, pero no lo hizo. Para un
funcionario que no está a cargo de la investigación, resulta inverosímil que la
madre y la esposa, que pertenece a una de las familias más ricas de Europa, con
el control del mercado de jugos y panes de caja, participaran en una operación
ilícita. Pero, al mismo tiempo, resulta aún más inverosímil que Lozoya no se
hubiera presentado ante la justicia para librarlas de los cargos. “Es un
cobarde”, afirmó.
La Fiscalía
General está buscando a Lozoya en varias partes del mundo. No se tiene idea de
dónde pueda estar. La última vez que se obtuvo una confirmación de su paradero,
antes de que se girara la orden de aprehensión, fue en Dallas. Pero de entonces
a la fecha, nadie sabe, fuera del círculo más cercano del exdirector de Pemex,
dónde se encuentra. Varias personas que trabajaron estrechamente con él en
Pemex tienen propiedades en Texas, y uno de ellos, Froylán Gracía que sigue
vinculado a Lozoya, creen las autoridades que pudiera ser el informante
confidencial de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos, donde salta
el nombre del expresidente Enrique Peña Nieto.
La
defensa de Lozoya es responsabilizar al expresidente y al entonces secretario
de Hacienda, Luis Videgaray, por lo que sucedió en Pemex. Ninguno de ellos ha
respondido, que es lo que desea la defensa de Lozoya. Paralelamente existe la
investigación sobre los presuntos sobornos de Odebrecht para la campaña
presidencial de 2012, cuyo coordinador general era Videgaray, aunque quien se
encargaba de las finanzas era Luis Vega, cuyo nombre no ha aparecido en todo el
esquema de presunta corrupción relacionado con el exdirector de Pemex.
La Fiscalía
de Gertz Manero sigue encontrando información sobre Lozoya, pero no la ha
judicializado. Es el momento de las estrategias. Por un lado, apretar a la
familia para que se entregue a las autoridades. Por el otro, forzar a la
Fiscalía a cometer errores y que se le caigan los casos. En el gobierno
aseguran que eso no sucederá, aunque la probabilidad, con tantos frentes
abiertos, es que así sea.
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