Darío Celis.
Un año de
gobierno bastó al presidente Andrés Manuel López Obrador para acabar con la
supremacía que Grupo Lala, de Eduardo Tricio, mantenía en el mercado de leche
de abasto social.
Nos
referimos específicamente a los negocios que mantuvo durante los gobiernos de
Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto con Diconsa y Liconsa.
En un primer
análisis, de 2018 a 2019, el número de contratos registrados con gobierno
para Comercializadora de Lácteos y Derivados, filial de Lala, registró una
contracción de 82 por ciento.
Hablamos
de los contratos para abastecer de sus productos lácteos a las más de 27 mil
tiendas Diconsa, en cuyos anaqueles las marcas de la empresa coahuilense
resultaban las más visibles.
Se sabe
incluso que, en los registros de compra de Diconsa, los productos Lala
tenían mucha mayor participación que los de la lechera Liconsa, cuya presencia
en las adquisiciones de gobierno era marginal o prácticamente nula.
Esta
falta de coordinación entre las empresas alimentarias del Estado fue
precisamente la que motivó al gobierno de la 4T a crear el organismo Segalmex,
de Ignacio Ovalle, encargado de conjuntar la operación de ambas entidades y de
colocarla al nivel de una cadena minorista.
Tricio y
su Grupo Lala serían los grandes perdedores del proyecto de López Obrador, el
mismo que en épocas de campaña electoral llamó a cerrar filas en favor del
candidato presidencial panista, Ricardo Anaya.
El golpe
no fue precisamente la pérdida de 280 contratos anuales por 50 millones de
pesos que obtenía en Diconsa durante el sexenio pasado, todos como adjudicación directa, sino
por la estrategia de la propia Liconsa para comprar leche fresca a productores
sin necesidad de intermediarios.
Registros
del Programa de Abasto Social de Leche del Gobierno de la República, indican
que la compra anual del producto alimenticio ascendía, durante la
administración anterior, a 500 millones de litros de manera anual.
De estos, según
convenios difundidos por agrupaciones de pequeños productores de leche,
alrededor de 40 por ciento del abasto se cubría con los llamados excedentes de
Grupo Lala, los cuales se adquirían a un precio de 5.50 pesos por litro.
Se obtiene
entonces que, según las proporciones de comercialización, Liconsa habría
estado dirigiendo hacia la empresa de Tricio la nada despreciable cantidad de
mil 100 millones de pesos al año, en un esquema en el que Lala fungía como una
especie de intermediario y acopiador.
De este
tamaño serían las pérdidas de Grupo Lala con las nuevas reglas de gobierno, con
las que AMLO insiste en comprar y pagar directo al pequeño y mediano productor,
eliminando una ganancia de acopiadores que llegaba a ser hasta de 30 por ciento
del producto.
De hecho, las
nuevas cifras de Liconsa indican que en el país existen alrededor de 23 mil
productores del alimento, cuando en administraciones anteriores apenas se
tenían contemplados unos cinco mil.
Los datos
aquí mencionados arrojarían posiblemente luz sobre los cambios en la dirección
ejecutiva de la empresa de Tricio, en un entorno en que la salida de Mauricio
Leyva sigue siendo inexplicable para los propios analistas de los mercados
financieros.
Y YA QUE
hablamos de Segalmex, el próximo 29 de diciembre debe recibir los 100
tractocamiones 6x4 quinta rueda con caja semirremolque que le rentará Jet Van
Car Rental, de Cuauhtémoc Velázquez. Este arrendador ganó el contrato por 479
millones de pesos, pero con la novedad de que se anticipa que caerá en
incumplimiento. La firma no podría suministrar la totalidad de los modelos
Foton provenientes de China. La agencia dirigida por Ignacio Ovalle solo ha
recibido 18 unidades, mientras que Diconsa solo tiene 23 camiones rabones para
el programa de precios de garantía y 20 para las actividades operativas. Si no
entrega todos los vehículos, Jet Van Car Rental se haría acreedora a una
sanción. A esto súmele que el 13 de febrero la arrendadora debe entregar 600
camiones pesados adicionales por los que cobró otros mil 234 millones de pesos.
Así que por donde se le vea, no la tiene fácil.
EN LA
SECRETARÍA de Energía hay preocupación porque dos contratistas de la nueva
refinería de Dos Bocas han amagado con detener sus trabajos si Pemex no les
paga por las obras entregadas. Se trata de la estadounidense Kellogg Brown
& Root, mejor conocida como KBR y que preside Stuart Bradie, y la holandesa
Van Oord, que a su vez encabeza Pieter van Oord. La primera ganó los paquetes 4
y 6 de la nueva refinería y exige el pago de unos 900 millones de pesos, y la
segunda los trabajos de dragado del mismo proyecto por el que se le adeudan
aproximadamente otros mil cien millones. El problema, nos dicen, no es tanto la
empresa productiva que comanda Octavio Romero, sino la Secretaría de Hacienda.
Y es que los pupilos de Arturo Herrera desde finales de noviembre cerraron la
llave de pagos a todos los proveedores, en un intento por concluir el año con
un superávit primario.
AYER HUBO
REUNIÓN en el Grupo Aeroportuario Ciudad de México, que dirige Gerardo
Ferrando. Uno de los temas que se abordó es la próxima compra de la
participación que Aleática tiene en el aeropuerto de Toluca. Estamos hablando
del paquete de 49 por ciento que posee la compañía que ahora lleva Sergio
Hidalgo. El gobierno contrató a EY, que capitanea Víctor Soulé, como asesor
encargado de efectuar la auditoría de compra, la cual ya fue terminada. Se
estima que el cierre de la operación se podría dar en el arranque de 2020. Se
habla de un monto de entre 80 y 100 millones de dólares.
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