jueves, 30 de enero de 2020

“Si explota la toma yo soy la primera que se va”


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Por Sergio Rincón.

Desde hace nueve meses, los vecinos de Ejido Tequisistlán, una comunidad de 10 mil habitantes ubicada en el municipio de Tezoyuca, Estado de México, cuidan la zona por donde pasan los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) para evitar a los grupos delictivos dedicados al robo de combustible.

“No queremos que regresen los huachicoleros”, dijo Salvador, habitante de la zona, quien contó que los vecinos realizan guardias nocturnas para evitar que extraños se adentren en el pueblo.

Él y siete pobladores más aseguraron que tras el cierre de ductos de diésel ocurrido a principios de 2019, los criminales comenzaron a ordeñar los tubos de gas LP, provocando dos enormes fugas la madrugada del 24 de agosto de 2019. No hubo muertos, pero aquella nube venenosa fue una advertencia mortal. Salvador y sus vecinos temían que el incidente se repitiera provocando una catástrofe, así que decidieron hacer frente a los gaschicoleros.

“Si alguno de ellos entraba al pueblo los vecinos nos juntábamos para impedirles el paso, incluso les dijimos que si regresaban les íbamos a prender (fuego a) sus camionetas”, contó Salvador, en entrevista con La Razón.

“Si alguno de ellos entraba al pueblo los vecinos nos juntábamos para impedirles el paso, incluso les dijimos que si regresaban les íbamos a prender (fuego a) sus camionetas”
 “En las noches sí pasaban los huachicoleros, pero como veían mucha gente vigilando, no se atrevían a reabrir las tomas”, confirmó Andrea, de 53 años de edad y también residente de esa comunidad mexiquense.

Los pobladores comentaron que tener cerca una toma clandestina, es tener que vivir con miedo permanente. “Yo ya le dije a todos: si explota la toma, soy la que se va primero”, expresó la señora Esther, de 60 años de edad.

En Tezoyuca las tomas clandestinas en ductos de gasolina disminuyeron entre 2018 y 2019, al pasar de 80 a 78 en el lapso enero-septiembre; en contraste, los piquetes en redes de gas LP pasaron de dos a 50 en el mismo periodo, es decir, un repunte de dos mil 400 por ciento, según cifras de la Gerencia de Estrategia y Sistemas de Seguridad y Monitoreo de Petróleos Mexicanos (Pemex).

Esta tendencia ocurrió en todo México, pues mientras el huachicoleo tradicional disminuyó 22 por ciento durante 2019, al pasar de 14 mil 542 a 11 mil 318 tomas clandestinas, las perforaciones en redes de gas LP aumentaron 545 por ciento, pues de 205 ordeñas en 2018 un año después se reportaron mil 123.

La Razón publicó este miércoles la opinión de expertos, los cuales refieren que los ladrones de hidrocarburos migraron a la extracción de gas LP, y que el aumento de las fugas está relacionada con la inexperiencia de los gaschicoleros.

Los pobladores de Ejido Tequisistlán contaron que los huachicoleros llevaban cuatro años operando en su pueblo y que cuando migraron al hurto de gas LP llegaban vestidos como policías municipales o como empleados de Pemex, pero su tarea era preparar la toma por las mañanas, para que en la noche hombres armados pudieran cargar decenas de pipas con el combustible ilegal.

Armando, otro de los entrevistados, agregó que durante el proceso de carga, que duraba toda la madrugada, las pipas con logotipos y direcciones de varios municipios como Ecatepec, hacían una larga fila. Inicialmente la extracción se hacía dos veces por semana, pero después la operación comenzó a repetirse todos los días.

“Nadie salía en las noches, todos teníamos miedo. En una ocasión llegaron los militares y comenzó un tiroteo; todos disparando en medio de las pipas (…) teníamos miedo que explotara”

 “Nadie salía en las noches, todos teníamos miedo. En una ocasión llegaron los militares y comenzó un tiroteo; todos disparando en medio de las pipas. En esa ocasión se fueron y dejaron una pipa abandonada y llena de gas, teníamos miedo que explotara, pero luego se la llevaron los militares, no sabemos a dónde”, detalló.

Tras estos episodios y las fugas, los vecinos cubrieron con cientos de kilos de tierra y escombros las tomas clandestinas y derrumbaron las paredes de las casas en obra negra, donde anteriormente también hubo piquetes a los gasoductos.

El dato: Durante 2018 se presentó en todo el país una denuncia por robo de gas LP; el siguiente año, en sólo nueve meses hubo siete. Sin embargo, en todo ese lapso no hubo ni un detenido.

José, otro habitante, contó que todos en el pueblo se comenzaron a organizar por medio de un grupo de WhatsApp y cada uno tenía silbatos para alertar en caso que vieran algo sospechoso.

“Teníamos que cuidarnos entre nosotros, porque no había nadie, ni la policía, ni el Ejército; tenemos sus números, pero cuando les llamábamos nunca llegaban”, acusó.

De acuerdo con los vecinos, los gaschicoleros que operaban en Ejido Tequisistlán hicieron nuevas tomas clandestinas en un pueblo vecino, a cinco kilómetros de distancia. “Por ahora estamos tranquilos, pero pueden regresar en cualquier momento”, agregó Rafael

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