viernes, 31 de enero de 2020

Un Inegi no partidista - Cocinan fraude para oficializar al partido de Calderón.


Enrique Galván Ochoa.

¿Se ha convertido el Inegi en un organismo que responde más a intereses políticos que a su función de contar ética y responsablemente lo que tiene que contar, como el PIB? Un panista, Eduardo Sojo, lo encabezó en el sexenio de Felipe Calderón. Antes fue asesor de Vicente Fox y actualmente está en la nómina del gobernador panista de Aguascalientes, Martín Orozco Sandoval. Con alguna frecuencia en esta sección señalamos sus dotes de alquimista para ocultar las cifras del desempleo. A partir del primero de enero de 2016 se hizo cargo del instituto Julio Santaella, a propuesta de Enrique Peña Nieto. Es un itamita, con trayectoria en el Banco de México, del grupo de Luis Videgaray. Al año siguiente pagó su designación con la moneda del silencio. Fue designada por Peña Nieto (léase Meade-Videgaray) la economista itamita Paloma Merodio como vicepresidenta del instituto. Se desató un escándalo. La funcionaria designada no cumplía con los requistos que marca la ley para ocupar el cargo. Se intuyó que su presencia tenía como finalidad acomodar los datos sobre el resultado de los programas sociales a fin de que favorecieran al gobierno. (Una de las responsables de los programas, a propósito, fue Rosario Robles.) El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), acompañado de otras organizaciones ciudadanas, publicaron esta declaración: Lamentamos profundamente esta decisión (el nombramiento de Merodio) compartida entre ambos poderes del Estado (Ejecutivo y Legislativo) que pone en entredicho la credibilidad del Inegi y puede comprometer su integridad como organismo constitucional autónomo por parte del Ejecutivo federal. También constituye un precedente preocupante ante los próximos nombramientos de servidores públicos en otros entes autónomos, que son fundamentales para el funcionamiento de nuestra democracia. Con todo, Paloma se quedó.

Otro Inegi.

Con estos antecedentes, ¿son dignos de confianza los reportes del Inegi, o debemos hacernos la pregunta de si obedecen a cierto tipo de intereses? Este largo preámbulo sirve para dar contexto al tuit que escribió ayer Julio Santaella, después de dar a conocer que el PIB de 2019 había sufrido una contracción: #PIB Oportuno la estimación de una contracción de (-)0.1% a/a del producto interno bruto durante 2019 se compara con un incremento de 2.1% en 2018. En otras palabras, el titular del Inegi rinde homenaje a la conducción económica (es un decir) del presidente al que le debe la chamba. Diferentes instituciones coinciden en un punto: la economía no creció en 2019, tuvo un crecimiento cero, eso no está a discusión, sino el manejo partidista de los datos, que probablemente llevó a Santaella a darle un empujoncito hacia abajo, de manera que califique como contracción. Probablemente otra revisión, con otro criterio, arrojaría un resultado distinto, como bien saben los expertos en números. Se ha venido insistiendo en reflexiones de expertos en la necesidad de poner en manos de un consejo integrado por economistas privados la medición del PIB y otros estudios, como la pobreza, para rescatarlo de las manos de los alquimistas.

El nuevo fraude de Calderón: México Libre.

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