Enrique
Quintana.
Ante el
crecimiento de los casos de contagio del coronavirus y su extensión a un número
creciente de países, las preguntas obligadas son: ¿llegará a México?, ¿tendrá
un impacto económico en el país en este año?
Los saldos
más recientes indican que hay cerca de 17 mil 500 personas reconocidas
oficialmente como contagiadas en 27 países, aunque 98.9 por ciento de los casos
se radican en China.
Si vemos de
manera amplia los posibles efectos en México, podemos encontrar tanto
potenciales impactos positivos como negativos.
Respecto a
los segundos, el factor más importante es el posible decrecimiento del ritmo
económico en China. Algunas estimaciones señalan que en el primer trimestre del
año la economía china podría tener un dramático descenso en su ritmo.
La edición
más reciente de The Economist dedica su artículo de portada a la enfermedad, e
indica que algunos escenarios estiman que el PIB de China podría crecer apenas
un 2 por ciento en el primer trimestre de este año, debido a las medidas que se
han impuesto para tratar de frenar la enfermedad.
Este freno
implicaría también una reducción importante del volumen global del comercio y
tendría un impacto en la economía mundial.
México no
podría estar exento de esta cadena de acontecimientos y seguramente también
aquí padeceríamos por la reducción de los flujos de intercambio de mercancías.
Pero también
puede haber consecuencias positivas. Es muy probable que los turistas
norteamericanos y de otros países tengan una creciente aversión a realizar
viajes largos y a permanecer en aeropuertos en donde consideren más probable la
posibilidad de contagio. De hecho, China ya reclamó ayer a Estados Unidos por
–a su juicio– incrementar el pánico internacional al restringir viajes y sacar
a sus ciudadanos de diversas ciudades chinas.
Es factible
que muchos estadounidenses empiecen a visualizar sus vacaciones hacia destinos
más cercanos a su país. De esto puede sacar un provecho importante México.
La otra
posibilidad es que ante la combinación de circunstancias, como la guerra
comercial todavía no resuelta entre Estados Unidos y China y ahora los efectos
del coronavirus, más y más empresas manufactureras estudien la posibilidad de
dejar China y buscar una localización más conveniente.
México puede
ser uno de esos destinos, particularmente para empresas que apuntan al mercado
norteamericano.
La
ratificación del T-MEC es una palanca que puede apoyar fuertemente esta
estrategia.
Para saber
cuál será el impacto neto en nuestra economía, será necesario ver los dos lados
de la moneda, lo que hoy todavía resulta incierto.
Va a ser
necesario que observemos cuál es la real capacidad de México para poder atraer
tanto a viajeros como a inversionistas que están considerando descartar China
como su destino.
En el caso
del turismo, hay que recordar que se recortaron los presupuestos de promoción y
ahora esa tarea la emprende el sector privado.
Y en lo que
se refiere a la atracción de la inversión extranjera, habrá que ver qué tanto
pesan los aspectos favorables frente a factores negativos, como la inseguridad
y la falta de certeza jurídica.
Es demasiado
pronto para llegar a una conclusión, pero dé por hecho que en un sentido o en
otro la pandemia de este coronavirus acabará incidiendo en nuestro país.
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