Julio Astillero.
Con los
conflictos grupales de Morena como telón de fondo, y los cálculos electorales
que cada vez están más presentes, el jefe aritmético del Senado, Ricardo
Monreal, cuestionó casi con ánimo opositor al subsecretario estrella de Salud,
Hugo López-Gatell, durante una comparecencia virtual que duró casi seis horas.
El
zacatecano, que libra una batalla política imparable con integrantes del primer
círculo afectivo y operativo del obradorismo desde que en 2018 no le
permitieron ser candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de México, planteó
claramente al médico que fue parte del Consejo Estudiantil Universitario (CEU)
de la UNAM que, con la evolución crítica del tema por el Covid-19 “se ha
generado, tenemos que decirlo, una confusión y un desconcierto social derivado
de una crisis de desinformación’’. Y, luego de hacer una serie de preguntas
empedradas al epidemiólogo, dejó hacia el final: ¿Qué hay, factores de mal
pronóstico, tratamientos incorrectos acordes con la población mexicana? ¿Cómo
poderse explicar?
Gatell, como
es llamado el personaje tan famoso, con prescindencia de la primera parte de su
primer apellido que es compuesto, salió airoso de los retos senatoriales en
cuanto mantuvo apego al libreto de resiliencia que ha practicado durante ya
largas y memorables semanas. Con la plasticidad estadística, técnica y médica
que ha sostenido con actitud casi siempre imperturbable, bateó a panistas,
emecistas y uno que otro morenista, como el ex gobernador de Zacatecas.
En
particular, no le fue bien al senador Dante Delgado Rannauro, codueño del
partido Movimiento Ciudadano (el otro accionista principal es el gobernador de
Jalisco, Enrique Alfaro), pues el médico le dijo al político que no todo mundo
tiene un sueldo fijo con cargo al erario o a una empresa particular para
mantener de forma prolongada el confinamiento casero.
En tanto, en
la Secretaría de Gobernación, que se mantiene con incesante fragancia floral
política, Olga Sánchez Cordero arrojaba al olvido sus palabras de un día antes
(no podemos tener consideraciones de semáforos locales porque entonces sería
una descoordinación total en nuestro país, de cada quien tiene su propio
semáforo, cada quien abre cuando quiere, cada quien cierra cuando quiere: no) y
se acomodaba a las exigencias y cuasi amenazas de algunos gobernadores: El
semáforo va a ser regional porque no va a ser para toda la República, porque no
es lo mismo lo que está aconteciendo en el norte que lo que está aconteciendo
en el centro, en el sureste, oriente o en el poniente de México. Es una
situación distinta. Pues, sí…
A los
zigzagueos, desinformaciones y contraindicaciones (un día apareció el
comandante en jefe sanitario, Gatell, con cubrebocas para mostrar la necesidad
de usarlo y luego simplemente dejó en la discrecionalidad la recurrencia a tal
aditamento) se sumó la vigorosa pretensión del Presidente de la República de
reanudar sus giras de trabajo. Lo haría en modalidades de gran cuidado, según
se planea, aunque nada puede ser más seguro que mantenerse en casa, en este
caso, en Palacio Nacional. En particular, desea dar de manera presencial
banderazos de inicio de los trabajos del primer tramo del Tren Maya.
Ver al
personaje más importante del escaparate político del país en actos públicos,
así sean con menos de 50 personas, y en un activismo modulado pero innegable,
podría tener efectos de disuasión o relajamiento en cuanto a las restricciones
que el cuerpo sanitario mantiene vigentes. Ya antes López-Gatell ha tenido que
hacer malabares para justificar la predisposición a lo masivo del viajero
tabasqueño y hoy tendrá que explicar si se da permiso o no al anuncio mañanero
que ha hecho su jefe máximo de reiniciar este martes la acumulación de
kilometraje presidencial, político, asistencial y prelectoral.
Y, mientras
el Banco de México estima que este año podría caer la economía nacional hasta 8
por ciento y podrían perderse entre 800 mil y un millón 400 mil empleos.
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