viernes, 28 de junio de 2019

Bienvenida (es un decir) Guardia Nacional a CDMX.


Salvador Camarena.

Querida (es otro decir) Guardia Nacional.

Ojalá no tuvieras que ser desplegada en Ciudad de México. Tu llegada representa un fracaso, por donde se le vea. Adiós a la noción de que la comunidad (gobierno más sociedad) capitalina había medio construido un modelo de seguridad que medio funcionaba.

Llevamos años, la verdad, a la deriva. No podía ser de otra forma. En parte, porque aquello de que éramos un oasis en medio de un país en llamas y sangre era una jalada, perdón, un autoengaño: como si por décadas no hubieran estado aquí los grandes capos, como si no pasaran por el altiplano los capitales, como si la corrupción de las llamadas fuerzas del orden no comenzara en el ombligo de la nación, como si no se consumiera (a gran escala) todo tipo de sustancias y mercancías ilegales entre Chalco y Naucalpan, de la Marquesa a Texcoco.

Mas tu llegada no supone, en forma alguna, la esperanza de que las cosas empiecen a cambiar.

No me lo tomes a mal, pero la experiencia enseña –luego de ese largo periodo que va de la guerra sucia contra movimientos sociales (armados y desarmados) y la guerra de Calderón-Peña– que allí a donde llegan, las Fuerzas Armadas lejos de ser una solución sostenible, real o democrática, representan más violencia, abusos y violaciones a los derechos humanos. Y tú, Guardia Nacional, no eres otra cosa que Fuerzas Armadas detrás de un discreto brazalete.

Pero bueno, ya estás aquí y te desplegarás inicialmente por cuatro alcaldías: Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Tláhuac y Tlalpan.

En principio, y a pesar de todo lo que dije antes, qué bueno que la población de esas alcaldías verá tus patrullajes. Porque de la evidencia cotidiana (policías que se deshacen del auto de un secuestrado, policías que manosean a una mujer en el Circuito Interior, policías que resultan secuestradores o no impiden asaltos), sólo resta aceptar que los uniformados capitalinos serán muchos, pero que en términos generales resultan inútiles e incluso perniciosos.

Así que supongo que en esas cuatro demarcaciones verán, en principio, con buenos ojos la llegada de tus rondines.

Sólo algunas consideraciones. No te vayas a creer, Guardia Nacional, que al arribar tú ahí se va a resolver “el problema” de la violencia, de los secuestros, de las extorsiones, de los asaltos, de los homicidios, el narcomenudeo y narcomayoreo, etcétera, en la capital.

Cosa de recordar que en la Álvaro Obregón, donde no te desplegarás, han sido detenidos recientemente líderes de organizaciones criminales. Cosa de mencionar que buena parte de la ingeniería criminal se mueve desde otras colonias (¿te acuerdas que fue en las Lomas donde se dio el mayor decomiso de efectivo en tiempos de Calderón?), colonias que no están en los lugares a los que te han mandado ahora.

Es decir, que la criminalidad no está en cuatro sino en 16 demarcaciones. Que las extorsiones ocurren en Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo. Que la venta de estupefacientes no discrimina entre Santa Fe o Coyoacán. Que las ejecuciones no respetan los límites de las ex delegaciones.

¿A qué vienes a la capital, Guardia Nacional? ¿A qué te envían? ¿A hacer como que haces? Valdría más, opino, buena inteligencia en vez de despliegue escenográfico. ¿No recuerdas lo que siempre nos dijeron los Mancera y compañía? Que aquí, con 80 mil policías, los criminales no se podían mover con la misma facilidad que en Chihuahua, Nuevo León, Sinaloa o Jalisco. Pues eso, unos cuantos miles más harían poca o nula diferencia. Opino.

Tengo otra pregunta, Guardia Nacional. Bueno, varias. ¿Quién manda en el C5? ¿Tú o el gobierno de la ciudad? Porque desde ahí se ve todo, y si se quisiera, se puede operar todo. Y en tus operativos defeños quién manda, el jefe de la policía capitalina o el secretario de la Defensa (me queda claro que Durazo no). ¿Y ya que estamos en esas, quién manda aquí, Andrés Manuel López Obrador o Claudia Sheinbaum?

Querida (es un decir) Guardia Nacional. Ojalá tu arribo sirva para que los capitalinos reaccionemos en dos sentidos. Que formulemos la más rápida salida posible al reconfigurar un modelo civil de seguridad que sí sea eficiente. Y para que nunca más creamos que en el Anáhuac estamos aislados de la podrida realidad que azota al resto del país, capturado por mafias, cárteles y policías corruptas.

De verdad que te deseo una breve estancia. Que tengas suerte, que tus integrantes resulten lo más efectivos posibles a los menores costos en derechos humanos.

Y sobre todo que te vayas pronto. Sería la mejor noticia. Que surja el orgullo chilango y retomemos entre nosotros el rumbo. Porque tú no deberías existir, Guardia Nacional. Aunque –es cierto– la captura criminal de nuestras calles, plazas, colonias… tampoco.

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