Arnoldo
Cuellar.
Si
Guanajuato es el principal territorio conservado por el PAN frente al embate de
la ola lopezobradorista, la ciudad de León es la joya de esa corona. Ha sido
gobernada por el PAN a lo largo de 30 años, salvo un periodo trianual de una
recuperación priista que acabó en medio de historias de corrupción y
persecución política.
Sin embargo,
el aura de modernidad y de eficiencia empresarial con la que el PAN arribó
al poder a fines del siglo XX, parece diluida por completo y hoy le aquejan a
sus gobiernos los mismos viejos vicios que les permitieron echar a los priistas
al basurero de la historia.
Nadie parece
estar haciendo el recuento, pero la cadena de incidentes vinculados a
corrupción e ineficiencia que se han presentado a lo largo de los 4 años de
Gobierno del primer Alcalde panista de León que se reelige, Héctor López
Santillana, ya está rompiendo récords.
Todo
empezó en el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de León, donde el alcalde
avaló el empoderamiento del empresario zapatero y amigo suyo Pedro González,
permitiéndole tomar el control total del organismo al colocar a un director sin
perfil: Leonardo Lino.
Los
desastres se sucedieron en cadena: el descubrimiento de una empleada de
confianza que otorgaba descuentos por sus pistolas; el beneficio a Lino de una
cuota simbólica para una residencia nada modesta; la toma clandestina de Gran
Jardín, donde el director había tenido participación profesional; finalmente,
la cereza del pastel, el conflicto de interés que finalmente propició la
inhabilitación y la renuncia de González a la presidencia del Consejo.
Pareciera
que no hay responsabilidad del Alcalde: es una paramunicipal, se puso remedio,
cayó la empleada, cayó Lino y, finalmente, cayó González. Sin embargo, se provocó
desestabilización, se afectó la operación y debió venir la ex directora de la
Comisión Estatal del Agua, Angélica Casillas a poner orden enviada directamente
por Miguel Márquez, incluso ante el riesgo de que el desorden en Sapal afectara
al PAN en el año electoral.
Al final del
día, todo esto se originó en la decisión del Alcalde de otorgar todo el
poder a Pedro González y el error entra en su cuenta. Primer fallo.
Hoy se sabe,
gracias a las investigaciones del diario Milenio, que durante las
administraciones de Bárbara Botello y López Santillana, el director del
Zoológico de León, Francisco Muñoz López, perpetró un desfalco a una de las
instituciones más nobles y menos respaldadas en el presupuesto municipal: el
Zoológico de León. En un ejercicio anual de apenas 20 millones de pesos, el
daño se calcula en 6 millones de pesos.
López
Santillana, además, permitió que Paco Palomas, como coloquialmente se le
conoce a Muñoz, se reeligiera para un tercer periodo, algo que no permite la
normatividad municipal. La Contraloría Municipal fue incapaz de detectar los
desfalcos en tiempo real y sólo la llegada de un nuevo de grupo de consejeros
permitió evidenciar que un trenecito de visitantes no puede costar lo que un
Ferrari. Cero y van dos.
Otro medio
de comunicación, la Web Soy Barrio, destapó la omisión del director de Obra
Pública, Carlos Cortés, uno de los funcionarios más respaldados por López
Santillana, quien no declaró la construcción de una casa campestre cuyo valor
estimado supera ampliamente los ingresos del funcionario. La contraloría debió
entrar a destiempo a investigar y parece que sus hallazgos dejan cortos los
hallazgos del trabajo periodístico. Tercer strike.
El Alcalde intervino
de manera decisiva para que el nuevo presidente del consejo directivo de Sapal
fuera el dirigente de Coparmex León, Jorge Ramírez Hernández, a fin de evitar
el embate de Jorge Videgaray que buscaba regresar a la posición con apoyo de Diego
Sinhue Rodríguez y Carlos Medina.
Proveniente
de un organismo de la sociedad y empoderado por un fuerte discurso
anticorrupción, a Ramírez le provocó un tropiezo innecesario la imprudencia
de su cuñado el constructor Enrique Aranda Anaya, al presentarse a concursar en
Sapal a los dos meses del arribo del nuevo presidente, ganando una obra en la
que se encontraba en tercer lugar por precio, por la eliminación de quienes lo
antecedían.
El asunto
no se prestaba para mejorar la imagen de quien desde Coparmex había fustigado
duramente vicios como el conflicto de interés, la simulación y el tráfico de
influencias. La mujer del César debe ser honesta y parecerlo. El tema se
complicó más cuando se supo que Aranda Anaya parece ser el constructor favorito
de la actual administración. Cuarto episodio.
Finalmente, hace
unos días explotó la larga crisis larvada en la Secretaría de Seguridad
Pública. Filtraciones y tragedia de por medio, Luis Enrique Ramírez Saldaña no
pudo ser sostenido por su principal valedor, el alcalde Héctor López
Santillana, quien lo había defendido pese al incremento de la inseguridad y la
violencia en la ciudad.
La muerte
de un escolta asignado a la esposa de un funcionario que estaba por entregar el
cargo al ser evidenciado con un falso título profesional fue la gota que hizo
explotar el proverbial mal humor del alcalde, Ramírez Saldaña no tuvo opción y
dejó la secretaría acéfala y medio desmantelada por la salida de varios de sus
elementos de confianza, el famoso grupo Irapuato. No hay quinto malo.
Así que, cuando
se revisa con detenimiento el panorama resulta imposible excusar al alcalde y a
su grupo cero (Gonzalo León, Enrique Sosa y Felipe de Jesús López Gómez), de la
responsabilidad por estos tropiezos de la administración, donde queda en claro
que su eficiencia está muy por debajo de las pretensiones que exhiben.
Y si en
la administración se piensa que la solución a esta cadena de eventos
desafortunados se encuentra en nombrar a un “city manager”, se puede estar
cometiendo una grave equivocación. Lo que la cabeza de una administración no
resuelve, no podrá hacerlo un subordinado, así sea el ejecutivo más competente
de la comarca.
León cada
vez mejor, es la frase emblemática de la administración de López Santillana.
Parece solo
un bonito eslogan sin ápice de verdad.
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