Por Amílcar
Salazar.
No sólo
Culiacán estuvo bajo la amenaza del crimen el 17 de octubre. Por más de tres
horas, el tiempo que estuvo retenido Ovidio Guzmán antes de haber sido liberado
por una “decisión colegiada” del gabinete de seguridad, su hermano Iván
Archivaldo amagó con atacar a civiles en Culiacán, pero también en Sonora,
Chihuahua y Durango.
De
acuerdo con el titular de Sedena, Luis Cresencio Sandoval, el éxito del
operativo estaba sustentado en la “rápida evacuación” del hijo del Chapo
Guzmán, planeado por autoridades desde el 25 de septiembre cuando se emitió una
orden de detención provisional con fines de extradición. Sin embargo, se
encontraron ante factores adversos.
En
principio, según el informe presentado este, el grupo criminal reaccionó con
rapidez e impidió que las fuerzas federales trasladaran a Ovidio por tierra,
como era el plan.
Familias
de militares fueron amenazadas; se privó de la libertad a soldados, que estaban
de descanso; no contaban con una orden de cateo para ingresar al domicilio, y
se emitieron “amenazas de agresiones en Sonora, Chihuahua y Durango”.
El gobierno dio
a conocer un video del momento en el que Ovidio se entregó sin ofrecer
resistencia y pidió por teléfono a su hermano Archivaldo detener la violencia,
pero fue en vano. “Ya paren todo, oiga, ya me entregué”, decía el joven.
El
Ejército y la Guardia fueron superados en número por el crimen organizado.
Pasaron 10 minutos, cuando se reportó que los militares estaban bajo agresión.
Tras consultar al Presidente, a las 18:45, “por decisión colegiada, se ordenó
dar fin a la operación”, y los delincuentes liberaron a militares retenidos.
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