miércoles, 30 de octubre de 2019

El caso Torres López.


Javier Risco.

Me sigue sorprendiendo la ligereza con la que tomamos que un exgobernador sea extraditado a Estados Unidos esposado y con unos cargos acumulados dignos de cualquier líder de una banda de mafiosos. Basta leer el primer párrafo de la nota firmada por Ariel Barajas, en Reforma, para darle dimensión al escándalo: “Jorge Juan Torres López, exgobernador de Coahuila, fue extraditado esta mañana a Estados Unidos, donde será juzgado por los cargos de asociación delictuosa para cometer lavado, fraude bancario y fraude, por 8.8 millones de dólares”. Este delincuente, ahora en manos de la justicia estadounidense, fue el encargado de sustituir al “profe” Humberto Moreira en la gubernatura del estado de Coahuila de enero de 2011 a diciembre del mismo año.

Su carrera política incluye cargos como director general de Promoción y Fomento Económico del estado hace 25 años, cuando apenas comenzaba su carrera política; fue tesorero y contralor de Saltillo –mientras Moreira fungió como alcalde; después cuando “el profe” llegó a la gubernatura, fue secretario de Finanzas y secretario de Desarrollo Social. En pocas palabras una persona de la total confianza del exlíder priista, el ascenso de Torres López no se entiende sin la figura de su incondicional amigo, Humberto Moreira.

Ayer, esta pieza clave del priismo coahuilense llegó a Corpus Christi, Texas, donde fue recibido por la justicia estadounidense; su extradición llegó sin mayor sobresalto después de que el 18 de septiembre pasado, Torres López enviara una carta al canciller Marcelo Ebrard, para solicitar su entrega a las autoridades norteamericanas tras renunciar a cualquier recurso legal que impidiera su traslado.

En los próximos días el exgobernador estará a disposición de la Corte Federal del Distrito Sur de Texas, la cual libró una orden de aprehensión el 20 de noviembre de 2013 por diversos cargos que incluyen lavado de dinero y fraude bancario por 8.8 millones de dólares. Torres López fue detenido por la fiscalía general el 4 de febrero pasado y desde ese entonces permanecía en el Reclusorio Sur.

Se acumulan los escándalos y ya somos inmunes a lo increíble que es que un exgobernador esté en manos de la justicia estadounidense sin ningún cargo en este país. Inmediatamente llega a mi mente la historia de El Diablo, en Nayarit, el exfiscal Edgar Veytia, encargado de la seguridad de millones de personas, detenido en la frontera y culpable confeso por su protección a varios grupos del narcotráfico.

¿Qué información puede dar alguien que estuvo en el poder durante 11 meses después del gobierno de Humberto Moreira? ¿Cómo es que el exlíder priista no se le puede tocar ni con el pétalo de una denuncia cuando su hombre de confianza hoy durmió en una cárcel de Estados Unidos? ¿Qué sabe Moreira en todo caso del lavado de dinero, fraude bancario y fraude de uno de sus colaboradores más cercanos?

En fin, nada se detiene, todo sigue, el PRI mudo, la oposición en el piso y el gobierno mexicano no hace mucho ruido, al fin qué son 8.8 millones de dólares, fue sólo un gobernador interino, no es tiempo electoral así que es poco redituable. De memoria corta y de indignación efímera, de eso estamos hechos los mexicanos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario.