Alfredo
Jalife-Rahme.
El
aniversario 70 de la anacrónica OTAN fue un sonoro fracaso que expuso su
inherente fragmentación cuando ya no sabe qué nuevo enemigo seleccionar entre
China, Rusia o el etéreo terrorismo. Dos de sus principales baluartes exitosos
durante la guerra fría fueron el thatcherismo y el reaganomics que orillaron a
la disolución de la URSS gracias a la legendaria candidez del locuaz Gorbachov,
quien fue mejor publicitando pizzas y la tarjeta American Express, que como
mandatario de una superpotencia.
Hoy en la
fase del nacionalismo económico del Brexit/trumponomics, que sustituye a la
burbuja especulativa del thatcherismo/reaganomics del falleciente
neoliberalismo global y/o globalismo financierista, la OTAN exhibe sus
profundas fracturas, su falta de rumbo y quizá hasta su irrelevancia.
El británico
Patrick Cockburn, considerado uno de los mejores analistas de su país con justa
razón, aduce que los historiadores del futuro escogerán 2019 como el año
decisivo en el declive de EU y Gran Bretaña (GB) como potencias mundiales y
arguye que el “reinado de GB como superpotencia mundial concluyó gracias al
Brexit (https://bit.ly/2LB6fJb)”. Cockburn juzga que este giro geopolítico
viene exactamente un siglo después del Tratado de Versalles de 1919, cuando EU y
GB se encontraban en el pináculo de su poder para determinar el destino de los
países tras la Primera Guerra Mundial. Agrega que ambos, Obama y Trump,
reconocen que la era cuando EU era la única superpotencia que podía hacer lo
que se le venía en gana ha concluido ahora.
¿Qué tanto
pueden suplir Francia y Alemania a la dupla anglosajona de EU/GB para
reconfigurar a la desfondada OTAN? Suena inverosímil que el conservador premier
británico, Boris Johnson, se haya sumado a su par canadiense, Justin Trudeau, al
presidente galo, Emmanuel Macron, y al premier holandés, Mark Rutte, en su mofa
a Trump en la ceremonia del Palacio de Buckingham, donde la princesa Ana (hija
de la reina Isabel II) se negó a saludar al polémico presidente de EU
(https://dailym.ai/2DVAbvq). Como consecuencia de la burla de cuatro
importantes mandatarios de la OTAN, Trump canceló su programada conferencia de
prensa, abandonó la cumbre y calificó a Trudeau de doble cara. Como si lo
anterior fuera poco, Donald Tusk, ex premier de Polonia, apuntó insolentemente
con dos dedos a la espalda de Trump (https://bit.ly/2PjCM7y). No se necesitan
más videos delatores ni mayores interpretaciones para asentar la grave fractura
de la OTAN.
El portal
ruso Sputnik sintetiza los cinco puntos del conflicto interno en la OTAN: 1)
Trump vs. Macrón: el mandatario de EU criticó la definición del presidente
galo, de que la OTAN estaba en muerte cerebral, como insultante y muy
repugnante; 2) la OTAN vs. Turquía (su único miembro islámico): debido a la
adquisición de los sistemas misilísticos de defensa rusos S-400 y a la invasión
del norte de Siria, donde deglutió a los kurdos sirios; 3) la OTAN vs. China:
donde Trump y su secretario de Estado, Mike Pompeo, no pudieron obtener una
definición consensuada que catalogue a Pekín como una amenaza y donde prosperó
la cosmogonía europea de visualizar a China bajo la óptica de oportunidades y
desafíos; 4) Trump vs. el gasoducto Nord Stream 2: que abastece de gas ruso
primordialmente a Alemania que rechaza la presión de Trump para su cancelación,
y 5) la pachanga de Trudeau vs. Trump (https://bit.ly/36gSWpq). Por último,
People’s Daily de China expone el futuro de la OTAN “entre divergencias y
fracturas (https://bit.ly/2PlwuVa)”.
Si los dos
pilares en 1989/91 de la OTAN, EU/GB, fueron determinantes en el colapso de la
URSS y la unificación alemana, el declive de ambos, 28 años más tarde, carcome
en sus entrañas a la otrora organización noratlántica que denota sus
vulnerabilidades militares frente a Rusia, en la era hipersónica del zar Vlady
Putin, y geoeconómicas/tecnológicas con China que descuella desde su alunizaje
en el lado oscuro de la Luna, pasando por el 5G/computación cuántica hasta la
inteligencia artificial.
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