Enrique Galván Ochoa.
Cuando los estrategas del entorno cercano al entonces
candidato Andrés Manuel López Obrador –Tatiana Clouthier, Julio Scherer y César
Yáñez– se reunían para analizar las probabilidades de triunfo el 1º de julio de
2018, su mayor preocupación era el triunfo mismo. Sabían que el árbitro, el
Instituto Nacional Electoral, estaba en contra; había convalidado los dos
fraudes electorales anteriores, de Peña Nieto y Calderón. Les preocupaba que
otro fuera a jalar de la cola al tigre y no fuera posible controlarlo. Luego,
preocupaba la formación del gabinete. Se habían subido al Arca de Noé de la
campaña personajes que en el fondo no coincidían ideológicamente y un dolor de
cabeza más era que, en caso de triunfar, pudiera integrarse un gobierno y que
éste funcionara. Los sorpresivos 30 millones de votos borraron las dudas. El
INE no tuvo más que reconocer el triunfo de AMLO; Meade y Anaya igual, y, desde
luego, el presidente Peña Nieto. Ayer se cumplió un año de que el nuevo Poder
Ejecutivo se hizo cargo de las riendas del país. Funciona, paga la nómina,
pensiones, a los proveedores, abona a la enorme deuda que heredó, cobra
impuestos, no ha pedido préstamos, tampoco ha subido impuestos, es un gobierno
reconocido por todos los países del mundo y, muy importante, conserva el apoyo
del pueblo. La oposición, aunque domina importantes espacios en medios de
comunicación y la chayocracia, no ha podido restar apoyo popular.
Va por el 100.
López Obrador comenzó su informe ayer con la exposición de las
reformas legales que ha impulsado y ha aprobado el Congreso –y que será difícil
revertir–. Desde la que tipificó a la corrupción como delito hasta la que
garantiza a los adultos mayores una pensión vitalicia de 2 mil 550 pesos
bimestrales, para pobres y ricos, aun aquellos que reciben otra y con aumento
igual a la inflación. Habrá que abonar a lo sobresaliente del primer año: 1) el
1º de julio también Morena ganó la mayoría en el Congreso; 2) la lealtad de las
fuerzas armadas al jefe supremo; 3) el equilibrio en las finanzas públicas; 4)
la estabilidad del peso; 5) pasar de la confrontación al acuerdo con el sector
productivo y lanzar el Plan Nacional de Infraestructura, con apoyo del Consejo
Coordinador Empresarial (Carlos Salazar Lomelín) y el Consejo Mexicano de
Negocios (Antonio del Valle Perochena); 6) la relación tensa pero respetuosa
con Donald Trump. A pesar del griterío en redes sociales y algunos medios, la
realidad es que López Obrador todavía no enfrenta una oposición fuerte y no ha
salido de su atolondramiento. AMLO se ufanó de que ya cumplió 89 de sus 100
compromisos y asumió otro: en un año habrá realizado todos.
Las fallas.
Una de las fallas de este primer año se ubica en las
relaciones públicas y la comunicación social. Una muestra: el invitado de honor
a la ceremonia de ayer, el popular Pepe Mújica, fue sentado en la sillería a
pleno sol, Santiago Nieto se quedó afuera y la secretaria de Trabajo, Luisa
Alcalde, padeció para llegar al lugar reservado al gabinete. Casi se ve obligada
a brincar la valla de metal.
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