Luis Pazos.
Las leyes para
combatir la corrupción y crear un fiscal anticorrupción pueden convertirse en
un teatro mediático que busque contrarrestar el creciente enojó de los
ciudadanos ante el descarado enriquecimiento de funcionarios, contratistas de
empresas estatales, líderes sindicales, gobernadores y alcaldes, que en su
mayoría no son llamados a rendir cuentas ni castigados por sus actos corruptos.
El Instituto Federal
de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI), que empezó a funcionar
con los gobiernos panistas, sacó a la luz pública excesos e irregularidades,
aunque faltaron leyes o la voluntad para aclarar esos ilícitos y castigar a los
responsables. La Auditoria Superior de la Federación (ASF), dio a conocer
faltantes millonarios en los Estados, pero entregó los resultados de sus
auditorías a las mismas autoridades que las cometieron, violando en
principio jurídico de que no se debe ser juez y parte. Ese principio se
contravino al encomendar el Presidente investigar un conflicto de intereses que
le imputan a un subordinado que él mismo nombró.
El camino para reducir la corrupción no es crear entre
“bombos y platillos” un nuevo organismo que presida un “fiscal anticorrupción”
en nuevas instalaciones y con más burócratas, sino fusionar la Secretaria de la Función Pública con la Auditoria
Superior de la Federación. Y darle a este organismo, que ya es autónomo,
competencia y autoridad para auditar participaciones estatales y presuntos
actos de corrupción en todos los poderes y niveles de gobierno, y el de
consignar directamente a tribunales federales a los presuntos corruptos sin
tener que pasar por la PGR, que ha paralizado la mayoría de las acusaciones.
Las principales fuentes y estrategias de corrupción están
identificadas, las enumero y analizo en el libro Los ricos del gobierno, pero
falta darle sustento y competencia a una autoridad independiente sobre los tres
poderes y los tres niveles de gobierno, para que combata la corrupción de
principio a fin. Lo que se puede lograr con la fusión de la SFP y la ASF, sin
necesidad de gastar un peso más, al contrario, ahorrando al fusionar las dos
dependencias.
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