Jenaro Villamil.
A Norberto no le interesan las víctimas, sino las
acusaciones. No le interesa “limpiar su nombre” frente a las acusaciones de
protector de pederastas, sino allanar el camino para que él pueda decidir quién
será su sucesor en junio de 2017, fecha en la que cumple 75 años de edad y
deberá presentar su renuncia frente a la Arquidiócesis de México.
Es mantener el poder
y no ejercer justicia lo que le importa a Norberto Rivera. Mantener su herencia
de intereses políticos, económicos y doctrinales, ante un Papa como
Francisco que no es su aliado ni su cómplice, más bien todo lo contrario, como
lo demostró Bergoglio en su reciente visita a México, en febrero de este año.
Sucesores y huellas de pederastia.
El tema de la
pederastia no es menor en la sucesión de Norberto. Quizá porque la pederastia
se convirtió en un pacto de poder mafioso y en el secreto mejor guardado en las
redes de tráfico de influencias de la jerarquía católica.
Al menos cuatro de
los posibles sucesores del cardenal Rivera han sido señalados por proteger a
sacerdotes pederastas:
-Carlos Aguiar Retes,
ex obispo de Texcoco de 1997 a 2009, amigo personal del presidente Enrique Peña
Nieto, fue señalado por proteger en su diócesis al sacerdote de Nicaragua,
Zenón Corrales Cabrera, según lo reveló el investigador Rodolfo Soriano al
periodista Rodrigo Vera en una extensa entrevista publicada hace dos semanas en
Proceso. Aguiar Retes es identificado como uno de los más fuertes candidatos a
suceder a Norberto Rivera.
-José Luis Chávez
Botello, obispo de Oaxaca, está en el centro de otro escándalo por proteger
a Gerardo Silvestre Hernández y a Carlos Franco, señalados como abusadores de
decenas de niños. Ahí está el documental recientemente estrenado y producido
por Cristina Sada e investigado por el periodista Diego Osorno.
-Víctor Sánchez
Espinoza, obispo de Puebla, es identificado como el auténtico “delfín” de
Norberto Rivera para sucederlo en la Arquidiócesis, pero formó parte de esta
red de protección cuando estuvo como obispo auxiliar en la Ciudad de México de
2004 a 2009. Como Norberto, Sánchez Espinoza abanderó las posiciones contra el
matrimonio igualitario y de la reforma constitucional de Peña Nieto.
-Ramón Castro, actual
obispo de Cuernavaca y ex obispo de Campeche (2006-2013), otro de los
posibles sucesores de Norberto, también ha sido señalado de encubrir a
sacerdotes de Campeche, quienes durante dos años abusaron del misionero Luis
Felipe Yzquierdo, cuando tenía 16 años. El caso llegó, incluso, a un exhorto
del Poder Judicial del estado peninsular a las autoridades de Morelos para
llevar a cabo las diligencias necesarias y emplazar al obispo como acusado.
En otras palabras,
ninguno de los actuales obispos que han sido mencionados como sucesores de
Norberto está libre de tirar la primera piedra en este tema que constituye la
quintaesencia de la crisis de liderazgo moral de la Iglesia católica.
El único de los aspirantes que no se ha vinculado como
protector de pederastas es el ex obispo coadjutor de Papantla, Jorge Carlos
Patrón Wong, muy cercano al Papa Francisco, quien lo nombró como secretario de
la Congregación del Clero para los Seminarios, es decir, el principal
responsable de la formación de los futuros sacerdotes.
Patrón Wong, de origen yucateco, conoce muy bien las
dimensiones del problema humano, político y económico de la pederastia.
Participó en 2011 como representante de El Vaticano en un simposio sobre el
combate a la pederastia y en mayo de 2012 elaboró un proyecto de la Conferencia
del Episcopado Mexicano (CEM) para evitar los abusos sexuales contra menores de
edad.
Según una entrevista que dio a la agencia Notimex en aquella
ocasión, Patrón Wong adelantó que este proyecto “se caracteriza por el énfasis
que pone en la prevención de posibles abusos y la selección de los candidatos
al sacerdocio. Y tiene además en cuenta todos los aspectos de la legislación
civil mexicana”.
El documento, afirmó Patrón Wong, menciona las “líneas guía”
que asumirá la Iglesia mexicana para enmendar los errores cometidos en el
pasado y evitará la “discrecionalidad” con que se manejaban este tipo de
abusos.
“Se impondrá la
cultura de la transparencia” por encima de la “cultura del silencio”, muy
difundida en el pasado y cuyo máximo exponente fue Marcial Maciel, admitió
Patrón Wong ante la agencia informativa.
Justo esa “cultura
del silencio” y de la complicidad que llevaron al cardenal Norberto Rivera al
desprestigio y a dejar su legado de 18 años en la Ciudad de México manchados
por su opción preferencial por el encubrimiento.
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