Muchas fuentes bien enteradas, han
insistido en estos últimos días en los inminentes cambios en el gabinete, y en
particular en la SRE. Se supone que en enero Claudia Ruiz Massieu sería
sustituida por Luis Videgaray, y ella o bien iría a Cultura o a algún otro
ministerio en donde EPN le seguiría agradeciendo el buen trabajo que ha hecho.
Huelga decir que yo no tengo la menor idea de si todo esto va a suceder o no,
pero sí puedo especular sobre la lógica de proceder de esa manera.
Se ha vuelto ya una leyenda urbana
que Videgaray organizó la visita de Trump a México a finales de agosto, que
forjó una relación estrecha con el yerno del nuevo presidente de Estados Unidos
(EU), y es a quien Peña le tiene la mayor confianza para coordinar la
multifacética negociación con EU que comenzará en los próximos meses. De ser
así, y si uno acepta como evidente que Peña no está en condiciones de ser quien
coordine la negociación de los distintos temas –libre comercio, deportaciones,
muro, centroamericanos, droga– con la nueva administración en Washington, pues
el personaje idóneo para ello, tanto por la confianza que le tiene EPN por la
supuesta relación que tiene con Trump, como por su propia competencia, sería
Videgaray. Si a esto agregamos la tesis falsa, pero muy socorrida, de que
Videgaray 'acertó' al invitar a Trump a México, pues tenemos ya una
argumentación robusta para entender por qué se darían los enroques o cambios en
el gabinete.
Pero la verdad es que, si sólo nos
atenemos a los temas de EU, no se justifica la sustitución de Ruiz Massieu por
Videgaray. No sé si en un mundo ideal Claudia Ruiz Massieu fuera la persona
idónea para ocupar ese cargo en esta coyuntura. Pero el hecho es que ahí está,
y que ha entendido algo que sus dos predecesores nunca comprendieron: lo más
importante que tiene que hacer un canciller en México es ocuparse de EU. Por
otro lado, cualquiera que sea la relación de Videgaray con Jared Kushner, a
partir de la confirmación de Rex Tillerson como secretario de Estado, la única
interlocución que tendrá la secretaria de Relaciones Exteriores de México con
Washington será con él. Amistades, cercanías, afinidades –lo que se quiera– con
el yerno de Trump pasan a un segundo plano. Porque lo último que quiere Peña, o
cualquier persona sensata, es que el secretario de Estado de un presidente que
no sabe de asuntos internacionales se enoje porque uno de sus colegas –en este
caso el mexicano– tiene una relación privilegiada con la familia presidencial.
Por tanto, y como todo esto es
bastante obvio, y hasta Peña lo entiende, me parece que si los cambios se dan
será por motivos de política interna. De lo que se trata no es de organizar la
negociación en paquete con EU –sí creo que Videgaray tenga el talento para
hacerlo– sino volverlo a poner en el juego de la candidatura presidencial del
PRI. En vista de la enorme mediocridad de todos los aspirantes priistas, no hay
ninguna razón por la que Peña pueda pensar que Videgaray fuera peor candidato
que los demás. Y tiene una ventaja: es el preferido de Peña y con creces. Por
tanto, conviene ver cualquier posible cambio en la Cancillería o en otro cargo,
que involucre a Videgaray, no tanto como algo que tenga que ver con Trump, EU y
el tsunami que se nos viene encima a partir del 20 de enero, sino con la grilla
interna del PRI. Que por cierto es lo único que siempre les ha importado a los
priistas.
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