Ricardo
Ravelo.
Convertido en el capo más exitoso de
los últimos cinco años, sanguinario y protegido por policías, militares y hasta
por altos funcionarios del gobierno de Jalisco, Nemesio Oceguera Cervantes, El
Mencho, tiene una larga historia criminal que comenzó a construirse en
Michoacán con sangre y fuego.
Luego se afincó en Jalisco, donde
encontró su verdadero asidero tras el arribo de Aristóteles Sandoval a la
gubernatura de ese estado. En pocos años, El Cártel de
Jalisco Nueva Generación creó todo un feudo: dispone del control policiaco,
matan, secuestran, desaparecen a rivales y amplían su mercado de distribución
de drogas de todo tipo con el respaldo oficial.
De esa
manera, el Cártel que encabeza Nemesio
Oceguera ya controla diez estados del país –Jalisco, Michoacán, Colima,
Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Estado de México, Veracruz, Puebla y San Luis
Potosí –y van por más: ahora pretenden incursionar en los territorios que
durante poco más de dos sexenios dominó Joaquín Guzmán Loera, El Chapo,
actualmente en disputa.
En Jalisco
El cártel de Oceguera sentó sus reales
después de que Aristóteles Sandoval asumió el poder. Ese grupo criminal dispone
de todo el respaldo oficial y a esa razón obedece que hasta ahora nadie lo haya
podido detener. En Guadalajara y Zapopan tienen uno de sus principales
corredores de distribución de cocaína. Han abierto “tienditas” por todas partes
y tanto la policía municipal como estatal se encargan de conseguir los sitios
adecuados para abrir un nuevo expendio de drogas. Tan protegido está el grupo
criminal que hasta no hace mucho tiempo un yerno de Oceguera se le veía muy
cerca de una importante secretaría del gobierno del estado. Incluso se dijo que
era empleado. Luego desapareció y no se supo más de él.
Nemesio
Oceguera carga con una historia difícil desde su niñez. Como muchos jóvenes que
han nacido en Tamaulipas, Michoacán o Sinaloa –territorios sin ley donde todo
huele a crimen –Nemesio Oceguera fue un joven que a su corta edad se le truncó
el futuro. Nacido en la miseria, el impulso de salir adelante lo llevó a
enredarse en la delincuencia organizada, la única empresa que brindaba
posibilidades de obtener dinero en un estado como Michoacán que por décadas ha
estado dominado por la mafia tanto política como criminal.
Oceguera
Cervantes –ampliamente conocido en el mundo del hampa como El Mencho –perdió el
miedo y pronto comenzó a matar a personas que le estorbaban, convirtiéndose
primero en un temible sicario. Luego fue ascendiendo en el escalafón del
narcotráfico hasta que emigró a Jalisco y comenzó su fulgurante crecimiento:
actualmente es el jefe del Cártel de Jalisco Nueva Generación, la organización
criminal que en un lustro llegó a posicionarse en diez estados de la República
y tiene presencia en varios países del continente latinoamericano.
De cuna
humilde, Oceguera Cervantes nació en Michoacán. El 17 de julio de 1966, el capo
vio por primera vez la luz en una ranchería de la llamada Tierra Caliente
michoacana, una zona donde la ley no existe. Solo impera una: la del gatillo.
En ese territorio todo se arregla con balas. El Ministerio Público y las
procuradurías son meras figuras decorativas en un estado donde la ley de la
mafia es la que manda y todo el mundo lo sabe.
Nemesio
Oceguera no terminó la educación primaria. Gran parte de su niñez y
adolescencia transcurrieron en el cultivo de aguacate. El campo y las largas
jornadas de trabajo le impidieron el desarrollo de una niñez más amable. Pero
poco antes de alcanzar la mayoría de edad emigró a California en busca de un
mejor porvenir.
En
territorio estadunidense se vinculó a la delincuencia común, pero más tarde
terminó enganchado en una red de distribuidores de heroína, por lo que fue
detenido y sometido a juicio, aunque no por mucho tiempo.
Tenía 25
años de edad cuando fue arrestado en Sacramento, California, junto con su primo
Abraham, quienes fueron sentenciados a cinco y diez años de prisión,
respectivamente, por tráfico de heroína. Hacia el año de 1992 y tras sellarse
un acuerdo con la Fiscalía ante la cual se declararon culpables, la condena se
redujo cuando Oceguera Cervantes compurgó tres años. Fue entonces cuando El
Mencho fue liberado bajo las reservas de ley y enseguida deportado a México.
Su larga
historia de tránsfuga refiere que, en los años ochenta, por ejemplo, Nemesio
Oceguera fue “mojado” y con frecuencia cruzaba la frontera hacia Estados Unidos
en forma ilegal, pues carecía de documentos para hacerlo por la vía legítima. Y
para lograr sus objetivos utilizaba varios nombres, los cuales se cambiaba cada
vez que las autoridades migratorias lo detectaban.
Nemesio
Oceguera Cervantes en realidad se llama Rubén. Adoptó el nombre de Nemesio en
honor de su padrino. Pero también se hacía llamar José López Prieto, Miguel
Valadez, Carlos Hernández Mendoza, Roberto Salgado, entre otras muchas
combinaciones de nombres y apellidos con los que, en varias ocasiones, logró
evadir la acción de la justicia dentro y fuera de México.
Bajo el sobrenombre de El Mencho, su
carrera fue tan fulgurante que después de militar en el cártel del Milenio, el
de Los Valencia de Michoacán, emigró a Jalisco para fundar la organización
llamada Los Mata Zetas, quienes penetraron fuerte en el estado de Veracruz para
desplazar a Los Zetas, grupo criminal que se afincó en ese entidad en 2004,
tras concluir el sexenio de Miguel Alemán, y mantuvo una fuerte hegemonía hasta
el año 2016, tras concluir el sexenio de Javier Duarte de Ochoa, un periodo
gubernamental caracterizado por la violencia, la corrupción y el desgobierno.
En Michoacán
se alió con Abigael González Valencia,
conocido como El Cuinis –jefe de la banda del mismo nombre y quien se dedicaba
al tráfico de metanfetaminas hasta su arresto –y con José Revueltas, alias El
Cachetes, cabeza del grupo delictivo llamado Los Viagras que durante varios años
sembraron el terror en Michoacán, Jalisco, Guerrero, Morelos y Estado de
México.
Al lado de
estos personajes, Nemesio Oceguera incursionó en el tráfico de las
metanfetaminas –negocio que lo entronizó tiempo después al convertirse en uno
de los principales distribuidores en América Latina –y se posicionó como uno de
los más importantes, después de los hermanos Amezcua Contreras, quienes
hicieron de este negocio un gran emporio en Colima, pues fueron los primeros
que en México abrieron el mercado de las llamadas drogas de diseño.
Oceguera Cervantes tuvo muy claro que
dentro de este clan del narcotráfico tendría futuro y algunos años después de
incursionar en el negocio de las drogas contrajo nupcias con una de las
hermanas de Los Valencia –entonces amos y señores del narcotráfico en Michoacán
–y así fortaleció su relación con la banda de Los Cuinis, el grupo que, entre
otras actividades, tenía las de las operaciones financieras de la organización
criminal que más tarde se convertiría en el Cártel de Jalisco Nueva Generación.
Ya como cabeza de este cártel, creó
el grupo paramilitar llamado Los Mata Zetas, quienes fueron vistos como un
grupo auspiciado por el Estado para limpiar las plazas dinamitadas por la
violencia.
En realidad,
Los Mata Zetas no eran otra cosa más que
sicarios al servicio del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) que, en sus
inicios, eran una extensión o ramaje del cártel de Sinaloa. Luego se
independizaron y se consolidaron en Jalisco tras el asesinato, en 2010, de
Ignacio Nacho Coronel, cuñado de Guzmán Loera, quien fue abatido por miembros
del Ejército.
La plaza que por años dominó Coronel
–quien vivió cobijado por las autoridades de Jalisco –quedó a la deriva y fue
entonces cuando Joaquín Guzmán Loera, entonces líder hegemónico del cártel de
Sinaloa, lo nombró jefe del cártel de Jalisco. Ya como cabeza, sentó sus reales, se alió con cuanta autoridad le garantizara
impunidad; corrompió a altos mandos de
la Policía Federal y estatal para que le sirvieran de cerco protector. A la
par, creó todo un imperio en Jalisco al tejer una amplia red de distribución de
drogas de todo tipo, desde mariguana hasta las llamadas sintéticas; formó un
grupo de vigilantes llamados Halcones y un fuerte grupo armado de sicarios para
su protección personal que de igual forma era utilizado para asesinar a rivales
que pretendieran invadir su territorio.
Su expansión no pasó desapercibida
dentro ni fuera de México. La Agencia Antidrogas de Estados Unidos, la DEA,
clasificó a Los Cuinis –antecesores del CJNG –como una de las organizaciones
más ricas y poderosas del mundo, pues se acreditó que tenían conexiones muy
amplias en Europa y Asia, mercados que invadieron con la introducción de drogas
de diseño.
Un
expediente abierto en una Corte de Washington D.C., integrada en contra de
Nemesio Oceguera y El Cachetes contiene otros datos relevantes: que su
crecimiento en el mundo de las drogas ha sido tan fuerte que incluso ambos
tienen contactos en Australia.
Un perfil psicológico de Nemesio
Oceguera establece como es su conducta: Suele protagonizar actos de violencia
extrema, no tiene límites si de matar se trata y este personaje –El Mencho – es
un hombre despiadado que no tolera la desobediencia y le gusta que le pidan
perdón cuando va a matar a alguien.
A este
hombre se le atribuyen eventos de violencia atroces, entre otros, el tiradero de cuerpos humanos en Boca del Río, Veracruz,
el 20 de septiembre de 2011, cuando sicarios del Cártel de Jalisco secuestraron
a 35 personas, supuestamente relacionadas con Los Zetas, a quienes asesinaron y
luego, a plena luz del día, los arrojaron en una glorieta, cerca de lo que se
conoce como Plaza de las Américas, en Boca del Río, Veracruz.
De acuerdo
con testigos de estos hechos, la noche anterior sicarios del Cártel de Jalisco
llevaron a cabo los “levantones” de estas personas, luego los encerraron en una
casa de seguridad donde les dieron muerte uno por uno. Mediante disparos en la
cabeza, puñaladas, asesinaron a las 35 personas y luego las decapitaron. Como
si se tratara de bultos de papas, fueron subidos a una camioneta de carga.
Sobre los cuerpos aventaron una lona para cubrirlos y el vehículo se enfiló
hacia la glorieta donde, a la distancia, se observa una réplica de los
voladores de Papantla. Ahí se detuvo la camioneta. Enseguida varios hombres
comenzaron a aventar los cuerpos hacia el paso a desnivel, donde pasan los
vehículos a alta velocidad, para exhibir el poder y la saña de la que son
capaces. Así le declararon la guerra a
Los Zetas, quienes poco a poco fueron desplazados de los principales
territorios que dominaban en Veracruz.
Después de esta arremetida en
Veracruz, el cártel de Jalisco Nueva Generación le declaró la guerra a los
Caballeros Templarios, entonces encabezados por Servando Gómez, La Tuta, en
Michoacán, un territorio ampliamente conocido por Nemesio Oceguera. La
estrategia consistió en apoyar a un grupo de autodefensas ligado con Los
Viagras que el gobierno de Enrique Peña Nieto legitimó.
El poder y
la artillería de El Mencho y del Cártel de Jalisco también se demostró en mayo
de 2015, cuando se desató la guerra en Jalisco. Efectivos del Ejército y sicarios de Oceguera Cervantes se enfrentaron,
bloquearon calles y se desató una larga balacera en toda la ciudad que culminó
con el desplome de un helicóptero del Ejército, el cual fue bajado con ráfagas
de armas de alto poder. Fueron incendiados varios vehículos, patrullas,
asesinaron a personas inocentes y nadie pudo detener a Nemesio Oceguera, lo que
evidenció el nivel de protección que dispone en Jalisco.
Su incursión
en Michoacán fue silenciosa pero efectiva, de acuerdo con los reportes de
inteligencia consultados. Cuando el conflicto estaba en su máximo apogeo con el
levantamiento de las llamadas autodefensas, fue Nemesio Oceguera quien comenzó a distribuir armas, dinero y alimento
a los miembros de las autodefensas: la finalidad era clara: que se limpiara el
territorio de todo lo que tuviera que ver con Los Caballeros Templarios, sus
rivales, para luego posicionar al cártel de Jalisco en todo el territorio
michoacano.
El propio
vocero de las autodefensas, Hipólito Mora –cuya
actuación se mantuvo en entredicho –alertó que uno de los mandos comunitarios
bajo sospecha por recibir apoyos de Nemesio Ocueguera es un personaje llamado
El Americano, quien apoyó la restitución de un edil en Buenavista, Michoacán,
ligado con el narcotráfico.
Lo dijo con
estas palabras: “El Mencho ha hecho una
campaña hormiga dejando que los demás se ensucien las manos. Entrega armas a
las autodefensas para que sean ellos quienes pongan los muertos en los
enfrentamientos y cuando no haya grupos en la zona, él se apodere de Michoacán.
“Acá es muy conocido que hay grupos
muy oscuros pagando a las oficialmente autodefensas pero que siguen operando.
No digo que todas, hay unas muy comprometidas, pero están haciendo el trabajo
sucio para otro cártel. Así es este negocio: ningún espacio queda sin ocupar”.
Y es que el
poder de El Mencho se ha robustecido a la vista de las autoridades estatales y
federales. De acuerdo con un informe de la PGR que da cuenta del crecimiento
del cártel de Jalisco Nueva Generación, la zona de mayor influencia que tiene
Oceguera en Jalisco es Zapopan, uno de sus refugios y desde donde dicta órdenes
de a sus subalternos.
Este informe lo cataloga también como
un hombre extremadamente violento, ambicioso y que tiene la cualidad de ser
discreto, pese al
poder económico que ha amasado como consecuencia del negocio de las drogas,
cuyo mercado se ha extendido porque tiene una amplia oferta: lo mismo
distribuye mariguana, cocaína y sustancias químicas llamadas metanfetaminas,
sustancias de moda entre la juventud consumidora.
El Cártel de Jalisco Nueva Generación
alcanzó notoriedad hace poco más de cuatro años cuando en la página electrónica
Youtube se comenzaron a exhibir asesinatos, descuartizamiento de personas y
decapitaciones de Zetas, cuyas cabezas rodaban por el pido tras ser arrancadas.
También asesinaban a taxistas vinculados con este grupo criminal, quienes
operaban como halcones, encargados de pasar información sobres operativos
policiacos, militares y patrullajes de diversas
corporaciones incluido los marinos.
Además de
ser un capo sanguinario y violento, Nemesio Oceguera también es muy
escurridizo. Miembros del Ejército mexicano estuvieron a punto de aprehenderlo
en 2013 durante un operativo efectuado en Jalisco. Pero logró escapar. Por
minutos no lo aprehendieron en una zona residencial. Luego se supo que un mando
medio del Ejército dio el pitazo y El Mencho logró escapar de lo que parecía su
inminente captura. Sin embargo, su hijo
Rubén, El Menchito, no corrió con la misma suerte y fue arrestado en Zapopan.
El Presidente Enrique Peña, en cuyo gobierno la lucha contra el crimen
organizado ha resultado un fiasco, festinó la captura y dijo que se trataba del
segundo hombre más importante de esa organización criminal.
El informe
de la PGR citado también refiere como opera Ocueguera su organización: “El
Mencho maneja a la Nueva Generación como un patriarcado. Tiene a toda su
familia en esa empresa criminal porque eso hace más difícil la labor de las
autoridades. Hay menos riesgos de que aparezca un soplón. En el cártel familiar tiene hijos, sobrinos, primos, yernos…y todos
cumplen una función determinada como piezas de la organización.
“Nemesio Oceguera se hizo más
poderoso cuando firmó una alianza con el cártel de Sinaloa, que también son
enemigos de Los Zetas”. Los informes señalan que trabó amistad con Joaquín Guzmán Loera, El
Chapo, quien fue un elemento clave para su ascenso en el narcotráfico, aunque
después se distanciaron y el Cártel de Jalisco se independizó.
Los propios
informes de inteligencia abren nuevas pistas para conocer cómo opera el Cártel
de Jalisco por dentro y a qué se debe su expansión y poderío.
Dichos informes sostienen, por
ejemplo, que Nemesio Oceguera es una figura visible, pues los verdaderos jefes
de la organización son los hermanos Valencia, michoacanos todos ellos, con
quienes Oceguera se inició en el tráfico de drogas. Sin embargo, hasta la fecha
ninguna autoridad ha confirmado tal hecho con datos fehacientes.
Lo que sí llama la atención es el
manejo poco enfático de las autoridades federales cuando han detenido a
miembros del cártel de Jalisco. Es el caso, por ejemplo, de Abigail González
Valencia, El Cuinis, quien fue capturado el 28 de febrero de 2015 por efectivos
de La Marina.
El comunicado con el que se dio a
conocer la captura fue escueto, no acorde a la importancia del personaje, uno
de los capos que comenzó a encumbrar al cártel de Jalisco Nueva Generación y
que mantenía amplios apoyos extranjeros. El día que lo aprehendieron, en Puerto Vallarta, González
Valencia iba a acompañado de varios colombianos y venezolanos, lo que dio
cuenta entonces de las conexiones que tenía en Sudamérica para operar el
negocio de las drogas.
Durante su
etapa de esplendor, este personaje fue el que puso los cimientos de lo que hoy
es el Cártel de Jalisco Nueva Generación, organización criminal a la que
pretendía convertir como una de las más boyantes del continente, por encima del
cártel del Pacífico. Él fue el artífice de la división de Los Caballeros
Templarios y el debilitamiento de Los Zetas , ambos grupos rivales suyos.
El Cuini, como le apodaban, se
manejaba como los viejos barones de la droga: con discreción absoluta. La
necesidad de mantener su rostro oculto lo llevo a ofrecer 50 millones de pesos
a quienes lo detuvieron tan sólo para que no lo presentaran ante los medios de
comunicación y menos ante la televisión. Las razones para que no fuera
presentado se desconocen hasta la fecha, pero todos los controles fallaron. La
noticia de su captura se dio a conocer antes de que oficialmente la PGR
informara de ello.
Su captura ocurrió en forma
aparentemente simple. González Valencia, socio y mentor de El Mencho, estaba
comiendo en un restaurante de Puerto Vallarta, Jalisco, cuando un comando de
uniformados lo detuvo.
Según el
informe de la Comisión Nacional de Seguridad, el capo no ofreció dinero para que lo dejaran libre. Pero sí hizo una
oferta cuantiosa de 50 millones de pesos para que no le tomaran fotos ni
videos. Tenía pavor salir en los noticieros de televisión y que su nombre
se difundiera en todo el mundo y en las redes sociales.
En el
momento de su captura, El Cuini era uno
de los mandos poderosos del Cártel de Jalisco Nueva Generación, al que
convirtió en una organización tan poderosa como violenta.
Y aquí el
misterio: Aunque Nemesio Oceguera
Cervantes es considerado por algunas instancias como el líder de esa
organización, la Secretaría de Marina y la Comisión Nacional de Seguridad
coinciden en que se trata sólo de una figura visible que esconde a los
verdaderos dueños del negocio: los hermanos González Valencia.
Según
informes oficiales, son herederos del
cártel de Los Valencia, que se empoderó en el país durante el gobierno de
Ernesto Zedillo Ponce de León gracias a su capacidad de producir metanfetaminas
y colocarlas en el mercado estadunidense.
Su manejo, aseguran quienes lo
conocen, era discreto y se movía con sigilo. Durante su etapa de apogeo en el
cártel de Jalisco, procuraba no dejarse ver y la mayor parte del tiempo se la
pasaba en sus oficinas corporativas, entre Michoacán, Jalisco y ciudades como
Zapopan y Puerto Vallarta.
A este personaje se le atribuye el
crecimiento exponencial del cártel de Jalisco. A la fecha ha logrado mantenerse
firme en territorios como Jalisco, Nayarit y Colima.
El dinero
que este grupo ha ganado como consecuencia del tráfico de drogas les ha permitido mantener tres guerras
abiertas: contra Los Zetas en Veracruz, Los Caballeros Templarios y dando la
pelea a sangre y fuego en Guerrero, pues quieren controlar el corredor
Guerrero-Estado de México, donde ya incursionaron capturando autoridades
mediante lo que mejor saben hacer: corromper.
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