viernes, 28 de abril de 2017

Jalisco: El narco-imperio de El Mencho.

Ricardo Ravelo.

Convertido en el capo más exitoso de los últimos cinco años, sanguinario y protegido por policías, militares y hasta por altos funcionarios del gobierno de Jalisco, Nemesio Oceguera Cervantes, El Mencho, tiene una larga historia criminal que comenzó a construirse en Michoacán con sangre y fuego.

Luego se afincó en Jalisco, donde encontró su verdadero asidero tras el arribo de Aristóteles Sandoval a la gubernatura de ese estado. En pocos años, El Cártel de Jalisco Nueva Generación creó todo un feudo: dispone del control policiaco, matan, secuestran, desaparecen a rivales y amplían su mercado de distribución de drogas de todo tipo con el respaldo oficial.


De esa manera, el Cártel que encabeza Nemesio Oceguera ya controla diez estados del país –Jalisco, Michoacán, Colima, Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Estado de México, Veracruz, Puebla y San Luis Potosí –y van por más: ahora pretenden incursionar en los territorios que durante poco más de dos sexenios dominó Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, actualmente en disputa.

En Jalisco El cártel de Oceguera sentó sus reales después de que Aristóteles Sandoval asumió el poder. Ese grupo criminal dispone de todo el respaldo oficial y a esa razón obedece que hasta ahora nadie lo haya podido detener. En Guadalajara y Zapopan tienen uno de sus principales corredores de distribución de cocaína. Han abierto “tienditas” por todas partes y tanto la policía municipal como estatal se encargan de conseguir los sitios adecuados para abrir un nuevo expendio de drogas. Tan protegido está el grupo criminal que hasta no hace mucho tiempo un yerno de Oceguera se le veía muy cerca de una importante secretaría del gobierno del estado. Incluso se dijo que era empleado. Luego desapareció y no se supo más de él.

Nemesio Oceguera carga con una historia difícil desde su niñez. Como muchos jóvenes que han nacido en Tamaulipas, Michoacán o Sinaloa –territorios sin ley donde todo huele a crimen –Nemesio Oceguera fue un joven que a su corta edad se le truncó el futuro. Nacido en la miseria, el impulso de salir adelante lo llevó a enredarse en la delincuencia organizada, la única empresa que brindaba posibilidades de obtener dinero en un estado como Michoacán que por décadas ha estado dominado por la mafia tanto política como criminal.

Oceguera Cervantes –ampliamente conocido en el mundo del hampa como El Mencho –perdió el miedo y pronto comenzó a matar a personas que le estorbaban, convirtiéndose primero en un temible sicario. Luego fue ascendiendo en el escalafón del narcotráfico hasta que emigró a Jalisco y comenzó su fulgurante crecimiento: actualmente es el jefe del Cártel de Jalisco Nueva Generación, la organización criminal que en un lustro llegó a posicionarse en diez estados de la República y tiene presencia en varios países del continente latinoamericano.

De cuna humilde, Oceguera Cervantes nació en Michoacán. El 17 de julio de 1966, el capo vio por primera vez la luz en una ranchería de la llamada Tierra Caliente michoacana, una zona donde la ley no existe. Solo impera una: la del gatillo. En ese territorio todo se arregla con balas. El Ministerio Público y las procuradurías son meras figuras decorativas en un estado donde la ley de la mafia es la que manda y todo el mundo lo sabe.

Nemesio Oceguera no terminó la educación primaria. Gran parte de su niñez y adolescencia transcurrieron en el cultivo de aguacate. El campo y las largas jornadas de trabajo le impidieron el desarrollo de una niñez más amable. Pero poco antes de alcanzar la mayoría de edad emigró a California en busca de un mejor porvenir.

En territorio estadunidense se vinculó a la delincuencia común, pero más tarde terminó enganchado en una red de distribuidores de heroína, por lo que fue detenido y sometido a juicio, aunque no por mucho tiempo.

Tenía 25 años de edad cuando fue arrestado en Sacramento, California, junto con su primo Abraham, quienes fueron sentenciados a cinco y diez años de prisión, respectivamente, por tráfico de heroína. Hacia el año de 1992 y tras sellarse un acuerdo con la Fiscalía ante la cual se declararon culpables, la condena se redujo cuando Oceguera Cervantes compurgó tres años. Fue entonces cuando El Mencho fue liberado bajo las reservas de ley y enseguida deportado a México.

Su larga historia de tránsfuga refiere que, en los años ochenta, por ejemplo, Nemesio Oceguera fue “mojado” y con frecuencia cruzaba la frontera hacia Estados Unidos en forma ilegal, pues carecía de documentos para hacerlo por la vía legítima. Y para lograr sus objetivos utilizaba varios nombres, los cuales se cambiaba cada vez que las autoridades migratorias lo detectaban.

Nemesio Oceguera Cervantes en realidad se llama Rubén. Adoptó el nombre de Nemesio en honor de su padrino. Pero también se hacía llamar José López Prieto, Miguel Valadez, Carlos Hernández Mendoza, Roberto Salgado, entre otras muchas combinaciones de nombres y apellidos con los que, en varias ocasiones, logró evadir la acción de la justicia dentro y fuera de México.

Bajo el sobrenombre de El Mencho, su carrera fue tan fulgurante que después de militar en el cártel del Milenio, el de Los Valencia de Michoacán, emigró a Jalisco para fundar la organización llamada Los Mata Zetas, quienes penetraron fuerte en el estado de Veracruz para desplazar a Los Zetas, grupo criminal que se afincó en ese entidad en 2004, tras concluir el sexenio de Miguel Alemán, y mantuvo una fuerte hegemonía hasta el año 2016, tras concluir el sexenio de Javier Duarte de Ochoa, un periodo gubernamental caracterizado por la violencia, la corrupción y el desgobierno.

En Michoacán se alió con Abigael González Valencia, conocido como El Cuinis –jefe de la banda del mismo nombre y quien se dedicaba al tráfico de metanfetaminas hasta su arresto –y con José Revueltas, alias El Cachetes, cabeza del grupo delictivo llamado Los Viagras que durante varios años sembraron el terror en Michoacán, Jalisco, Guerrero, Morelos y Estado de México.

Al lado de estos personajes, Nemesio Oceguera incursionó en el tráfico de las metanfetaminas –negocio que lo entronizó tiempo después al convertirse en uno de los principales distribuidores en América Latina –y se posicionó como uno de los más importantes, después de los hermanos Amezcua Contreras, quienes hicieron de este negocio un gran emporio en Colima, pues fueron los primeros que en México abrieron el mercado de las llamadas drogas de diseño.

Oceguera Cervantes tuvo muy claro que dentro de este clan del narcotráfico tendría futuro y algunos años después de incursionar en el negocio de las drogas contrajo nupcias con una de las hermanas de Los Valencia –entonces amos y señores del narcotráfico en Michoacán –y así fortaleció su relación con la banda de Los Cuinis, el grupo que, entre otras actividades, tenía las de las operaciones financieras de la organización criminal que más tarde se convertiría en el Cártel de Jalisco Nueva Generación.

Ya como cabeza de este cártel, creó el grupo paramilitar llamado Los Mata Zetas, quienes fueron vistos como un grupo auspiciado por el Estado para limpiar las plazas dinamitadas por la violencia.

En realidad, Los Mata Zetas no eran otra cosa más que sicarios al servicio del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) que, en sus inicios, eran una extensión o ramaje del cártel de Sinaloa. Luego se independizaron y se consolidaron en Jalisco tras el asesinato, en 2010, de Ignacio Nacho Coronel, cuñado de Guzmán Loera, quien fue abatido por miembros del Ejército.

La plaza que por años dominó Coronel –quien vivió cobijado por las autoridades de Jalisco –quedó a la deriva y fue entonces cuando Joaquín Guzmán Loera, entonces líder hegemónico del cártel de Sinaloa, lo nombró jefe del cártel de Jalisco. Ya como cabeza, sentó sus reales, se alió con cuanta autoridad le garantizara impunidad;  corrompió a altos mandos de la Policía Federal y estatal para que le sirvieran de cerco protector. A la par, creó todo un imperio en Jalisco al tejer una amplia red de distribución de drogas de todo tipo, desde mariguana hasta las llamadas sintéticas; formó un grupo de vigilantes llamados Halcones y un fuerte grupo armado de sicarios para su protección personal que de igual forma era utilizado para asesinar a rivales que pretendieran invadir su territorio.

Su expansión no pasó desapercibida dentro ni fuera de México. La Agencia Antidrogas de Estados Unidos, la DEA, clasificó a Los Cuinis –antecesores del CJNG –como una de las organizaciones más ricas y poderosas del mundo, pues se acreditó que tenían conexiones muy amplias en Europa y Asia, mercados que invadieron con la introducción de drogas de diseño.

Un expediente abierto en una Corte de Washington D.C., integrada en contra de Nemesio Oceguera y El Cachetes contiene otros datos relevantes: que su crecimiento en el mundo de las drogas ha sido tan fuerte que incluso ambos tienen contactos en Australia.

Un perfil psicológico de Nemesio Oceguera establece como es su conducta: Suele protagonizar actos de violencia extrema, no tiene límites si de matar se trata y este personaje –El Mencho – es un hombre despiadado que no tolera la desobediencia y le gusta que le pidan perdón cuando va a matar a alguien.

A este hombre se le atribuyen eventos de violencia atroces, entre otros, el tiradero de cuerpos humanos en Boca del Río, Veracruz, el 20 de septiembre de 2011, cuando sicarios del Cártel de Jalisco secuestraron a 35 personas, supuestamente relacionadas con Los Zetas, a quienes asesinaron y luego, a plena luz del día, los arrojaron en una glorieta, cerca de lo que se conoce como Plaza de las Américas, en Boca del Río, Veracruz.

De acuerdo con testigos de estos hechos, la noche anterior sicarios del Cártel de Jalisco llevaron a cabo los “levantones” de estas personas, luego los encerraron en una casa de seguridad donde les dieron muerte uno por uno. Mediante disparos en la cabeza, puñaladas, asesinaron a las 35 personas y luego las decapitaron. Como si se tratara de bultos de papas, fueron subidos a una camioneta de carga. Sobre los cuerpos aventaron una lona para cubrirlos y el vehículo se enfiló hacia la glorieta donde, a la distancia, se observa una réplica de los voladores de Papantla. Ahí se detuvo la camioneta. Enseguida varios hombres comenzaron a aventar los cuerpos hacia el paso a desnivel, donde pasan los vehículos a alta velocidad, para exhibir el poder y la saña de la que son capaces. Así le declararon la guerra  a Los Zetas, quienes poco a poco fueron desplazados de los principales territorios que dominaban en Veracruz.

Después de esta arremetida en Veracruz, el cártel de Jalisco Nueva Generación le declaró la guerra a los Caballeros Templarios, entonces encabezados por Servando Gómez, La Tuta, en Michoacán, un territorio ampliamente conocido por Nemesio Oceguera. La estrategia consistió en apoyar a un grupo de autodefensas ligado con Los Viagras que el gobierno de Enrique Peña Nieto legitimó.

El poder y la artillería de El Mencho y del Cártel de Jalisco también se demostró en mayo de 2015, cuando se desató la guerra en Jalisco. Efectivos del Ejército y sicarios de Oceguera Cervantes se enfrentaron, bloquearon calles y se desató una larga balacera en toda la ciudad que culminó con el desplome de un helicóptero del Ejército, el cual fue bajado con ráfagas de armas de alto poder. Fueron incendiados varios vehículos, patrullas, asesinaron a personas inocentes y nadie pudo detener a Nemesio Oceguera, lo que evidenció el nivel de protección que dispone en Jalisco.

Su incursión en Michoacán fue silenciosa pero efectiva, de acuerdo con los reportes de inteligencia consultados. Cuando el conflicto estaba en su máximo apogeo con el levantamiento de las llamadas autodefensas, fue Nemesio Oceguera quien comenzó a distribuir armas, dinero y alimento a los miembros de las autodefensas: la finalidad era clara: que se limpiara el territorio de todo lo que tuviera que ver con Los Caballeros Templarios, sus rivales, para luego posicionar al cártel de Jalisco en todo el territorio michoacano.

El propio vocero de las autodefensas, Hipólito Mora –cuya actuación se mantuvo en entredicho –alertó que uno de los mandos comunitarios bajo sospecha por recibir apoyos de Nemesio Ocueguera es un personaje llamado El Americano, quien apoyó la restitución de un edil en Buenavista, Michoacán, ligado con el narcotráfico.

Lo dijo con estas palabras: “El Mencho ha hecho una campaña hormiga dejando que los demás se ensucien las manos. Entrega armas a las autodefensas para que sean ellos quienes pongan los muertos en los enfrentamientos y cuando no haya grupos en la zona, él se apodere de Michoacán.

“Acá es muy conocido que hay grupos muy oscuros pagando a las oficialmente autodefensas pero que siguen operando. No digo que todas, hay unas muy comprometidas, pero están haciendo el trabajo sucio para otro cártel. Así es este negocio: ningún espacio queda sin ocupar”.

Y es que el poder de El Mencho se ha robustecido a la vista de las autoridades estatales y federales. De acuerdo con un informe de la PGR que da cuenta del crecimiento del cártel de Jalisco Nueva Generación, la zona de mayor influencia que tiene Oceguera en Jalisco es Zapopan, uno de sus refugios y desde donde dicta órdenes de a sus subalternos.

Este informe lo cataloga también como un hombre extremadamente violento, ambicioso y que tiene la cualidad de ser discreto, pese al poder económico que ha amasado como consecuencia del negocio de las drogas, cuyo mercado se ha extendido porque tiene una amplia oferta: lo mismo distribuye mariguana, cocaína y sustancias químicas llamadas metanfetaminas, sustancias de moda entre la juventud consumidora.

El Cártel de Jalisco Nueva Generación alcanzó notoriedad hace poco más de cuatro años cuando en la página electrónica Youtube se comenzaron a exhibir asesinatos, descuartizamiento de personas y decapitaciones de Zetas, cuyas cabezas rodaban por el pido tras ser arrancadas. También asesinaban a taxistas vinculados con este grupo criminal, quienes operaban como halcones, encargados de pasar información sobres operativos policiacos, militares y patrullajes de diversas corporaciones incluido los marinos.

Además de ser un capo sanguinario y violento, Nemesio Oceguera también es muy escurridizo. Miembros del Ejército mexicano estuvieron a punto de aprehenderlo en 2013 durante un operativo efectuado en Jalisco. Pero logró escapar. Por minutos no lo aprehendieron en una zona residencial. Luego se supo que un mando medio del Ejército dio el pitazo y El Mencho logró escapar de lo que parecía su inminente captura. Sin embargo, su hijo Rubén, El Menchito, no corrió con la misma suerte y fue arrestado en Zapopan. El Presidente Enrique Peña, en cuyo gobierno la lucha contra el crimen organizado ha resultado un fiasco, festinó la captura y dijo que se trataba del segundo hombre más importante de esa organización criminal.

El informe de la PGR citado también refiere como opera Ocueguera su organización: “El Mencho maneja a la Nueva Generación como un patriarcado. Tiene a toda su familia en esa empresa criminal porque eso hace más difícil la labor de las autoridades. Hay menos riesgos de que aparezca un soplón. En el cártel familiar tiene hijos, sobrinos, primos, yernos…y todos cumplen una función determinada como piezas de la organización.

“Nemesio Oceguera se hizo más poderoso cuando firmó una alianza con el cártel de Sinaloa, que también son enemigos de Los Zetas”. Los informes señalan que trabó amistad con Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, quien fue un elemento clave para su ascenso en el narcotráfico, aunque después se distanciaron y el Cártel de Jalisco se independizó.

Los propios informes de inteligencia abren nuevas pistas para conocer cómo opera el Cártel de Jalisco por dentro y a qué se debe su expansión y poderío.

Dichos informes sostienen, por ejemplo, que Nemesio Oceguera es una figura visible, pues los verdaderos jefes de la organización son los hermanos Valencia, michoacanos todos ellos, con quienes Oceguera se inició en el tráfico de drogas. Sin embargo, hasta la fecha ninguna autoridad ha confirmado tal hecho con datos fehacientes.

Lo que sí llama la atención es el manejo poco enfático de las autoridades federales cuando han detenido a miembros del cártel de Jalisco. Es el caso, por ejemplo, de Abigail González Valencia, El Cuinis, quien fue capturado el 28 de febrero de 2015 por efectivos de La Marina.

El comunicado con el que se dio a conocer la captura fue escueto, no acorde a la importancia del personaje, uno de los capos que comenzó a encumbrar al cártel de Jalisco Nueva Generación y que mantenía amplios apoyos extranjeros. El día que lo aprehendieron, en Puerto Vallarta, González Valencia iba a acompañado de varios colombianos y venezolanos, lo que dio cuenta entonces de las conexiones que tenía en Sudamérica para operar el negocio de las drogas.

Durante su etapa de esplendor, este personaje fue el que puso los cimientos de lo que hoy es el Cártel de Jalisco Nueva Generación, organización criminal a la que pretendía convertir como una de las más boyantes del continente, por encima del cártel del Pacífico. Él fue el artífice de la división de Los Caballeros Templarios y el debilitamiento de Los Zetas , ambos grupos rivales suyos.

El Cuini, como le apodaban, se manejaba como los viejos barones de la droga: con discreción absoluta. La necesidad de mantener su rostro oculto lo llevo a ofrecer 50 millones de pesos a quienes lo detuvieron tan sólo para que no lo presentaran ante los medios de comunicación y menos ante la televisión. Las razones para que no fuera presentado se desconocen hasta la fecha, pero todos los controles fallaron. La noticia de su captura se dio a conocer antes de que oficialmente la PGR informara de ello.

Su captura ocurrió en forma aparentemente simple. González Valencia, socio y mentor de El Mencho, estaba comiendo en un restaurante de Puerto Vallarta, Jalisco, cuando un comando de uniformados lo detuvo.

Según el informe de la Comisión Nacional de Seguridad, el capo no ofreció dinero para que lo dejaran libre. Pero sí hizo una oferta cuantiosa de 50 millones de pesos para que no le tomaran fotos ni videos. Tenía pavor salir en los noticieros de televisión y que su nombre se difundiera en todo el mundo y en las redes sociales.

En el momento de su captura, El Cuini era uno de los mandos poderosos del Cártel de Jalisco Nueva Generación, al que convirtió en una organización tan poderosa como violenta.

Y aquí el misterio: Aunque Nemesio Oceguera Cervantes es considerado por algunas instancias como el líder de esa organización, la Secretaría de Marina y la Comisión Nacional de Seguridad coinciden en que se trata sólo de una figura visible que esconde a los verdaderos dueños del negocio: los hermanos González Valencia.

Según informes oficiales, son herederos del cártel de Los Valencia, que se empoderó en el país durante el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León gracias a su capacidad de producir metanfetaminas y colocarlas en el mercado estadunidense.

Su manejo, aseguran quienes lo conocen, era discreto y se movía con sigilo. Durante su etapa de apogeo en el cártel de Jalisco, procuraba no dejarse ver y la mayor parte del tiempo se la pasaba en sus oficinas corporativas, entre Michoacán, Jalisco y ciudades como Zapopan y Puerto Vallarta.

A este personaje se le atribuye el crecimiento exponencial del cártel de Jalisco. A la fecha ha logrado mantenerse firme en territorios como Jalisco, Nayarit y Colima.


El dinero que este grupo ha ganado como consecuencia del tráfico de drogas les ha permitido mantener tres guerras abiertas: contra Los Zetas en Veracruz, Los Caballeros Templarios y dando la pelea a sangre y fuego en Guerrero, pues quieren controlar el corredor Guerrero-Estado de México, donde ya incursionaron capturando autoridades mediante lo que mejor saben hacer: corromper.

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