Por Noé
Zavaleta.
Del lado de
los servidores públicos del gobierno de Veracruz hay caras adustas, sonrisas
descompuestas que se traducen en muecas y fruncir de bocas, revisan y revisan
WhatsApp en los teléfonos celulares. Los pestañean cada dos minutos. Esperan
-haciendo una valla humana en la entrada principal del Holiday Inn de Orizaba-,
una orden del gobernador Cuitláhuac García Jiménez y de la Fiscal General del
Estado, Verónica Giadáns, para que les den luz verde y dejar pasar a un salón
del hotel a medio centenar de familiares de desaparecidos en las altas montañas
de Veracruz.
En la
explanada del lujoso hotel están familiares de los 7 desaparecidos del 26 de
octubre; de 3 varones del día 8 en Ixtaczoquitlan; familiares de desaparecidos
en Carriles en Córdoba, de Orizaba y de Nogales; así como de “desapariciones
rezagadas” de 2018, 2017, 2014 y 2012.
En la
tortuosa espera todo es gritos, desconciertos e insultos. Recriminaciones y
llanto, mucho llanto y sollozos silenciosos.
“Que
salga el gobernador, a él nunca se la ha desaparecido un hijo. No sabe lo que
se siente”, le gritan con impotencia familiares que cuelgan al cuello
fotografías de sus desaparecidos.
“Me estoy
muriendo de hambre, pero más de tristeza de tener dos años sin saber nada de mi
hijo”, grita Rosa Valiente mientras sostiene con ambos manos una lona de su
hijo, Héctor Olvera Valiente, desaparecido desde el día 3 de septiembre del
2017 en la congregación de Carriles, en Córdoba, luego de ser intervenidos por
policías estatales afuera de una cantina.
Afuera, con
el “Jesús en la boca”, también están, desconcertados y desesperados, familiares
de Ciro Álvarez, José Fernando Trejo y Martín Flores “desaparecidos” luego de
ser detenidos en un retén policiaco el pasado 8 de octubre.
La camioneta
Durango 2012 en la que viajaban apareció cinco días después con manchas de
sangre en el municipio de Atzacan. Todos quieren entrar y exponer su caso,
quejas y lamentaciones al gobernador y a la fiscal.
Pero en
la valla humana de servidores públicos, Lorena del Carmen Mendoza Sánchez, de
la Comisión Estatal de Atención a Víctimas (CEAV,) es clara, “por instrucción
superior” la reunión solo será con familiares de los últimos siete
desaparecidos el pasado 26 de octubre en las afueras de la comandancia
municipal de Ixtaczoquitlan.
“Posteriormente
-ataja un funcionario menor de la Dirección de Política Regional- se podría
agendar una mesa de trabajo una mesa regional de los demás desaparecidos con la
voluntad -insiste- del gobernador y del presidente, Andrés Manuel López
Obrador”.
Lluvia de
gritos e insultos: “¿hay desaparecidos de primera y de segunda? ¡Nos están
agarrando de pendejos! ¡Llevamos años esperando resultados de nuestros hijos,
tengan misericordia! Ustedes qué saben de lo que estamos pasando”, claman los
familiares de los otros desaparecidos.
Junto a una
fuente de fina piedra se encuentran familiares de los últimos siete
desaparecidos el 26 de octubre. Se niegan a entrar al hotel a hablar con el
gobernador, sino entran todos: “no queremos división”, cuentan, pero están tan
desesperados que rompen en llanto una y otra vez al ver que la reunión con el
gobernador será abortada, porque éste ya busca una salida alterna del hotel
Holiday Inn.
“Quieren
fragmentar y dividir a familiares de los desaparecidos. Debilitarlos”, se
rumora en las afueras del hotel.
Los
minutos pasan y en la respuesta de los funcionarios de la oficina del
gobernador, un representante de la Fiscalía y de la dirección de Política
Regional ya no hallan qué hacer.
Piden
“pasar” a la reunión, pero “sólo” a familiares de los siete. A los empleados
estatales la lluvia de fotografía les irrita, los reclamos de las familias les
hace dar la espalda. La presencia de Aracely Salcedo, vocera del Colectivo de
Desaparecidos Córdoba-Orizaba, molesta aún más a la Dirección de Política
Regional pues le hacen “hincapié” en que no aceptarán “intermediarios” ni
“mediadores” en los problemas de Veracruz, que es “instrucción” de López
Obrador de dar el “apoyo inmediato”, de forma directa.
Con sinónimos
suaves le han colocado la etiqueta de “coyote” de la tragedia. Salcedo estalla
y encara a los funcionarios, les recuerda que desde septiembre del 2012 busca a
su hija, Fernanda Rubí “levantada” por un comando armado de Los Zetas en una
discoteca de Orizaba.
“Qué
cobardes son, qué lamentable que me digan esto, cuando llevo más de siete años
buscando a mi hija. ¿Soy o no soy víctima?”, recrimina.
Los minutos
pasan lentamente. Los empleados del Holiday Inn ven con preocupación cómo los
comensales y huéspedes tienen dificultades para acceder al hotel. El
estacionamiento se encuentra lleno de familiares de desaparecidos.
De tanto
caminar de la congregación rural al hotel, Rosa Valiente ya se cansó, extiende
en las escalinatas del hotel la lona con el rostro de Héctor Olvera y se sienta
a sobarse los tobillos y las rodillas; sus chancletas del Mercado municipal ya
lucen gastadas y su falda está toda arrugada del trajín en espera de ser
atendida.
“Para las
autoridades somos unos perros mijo, para ellos siempre seremos los jodidos, los
de abajo. Llevo dos años buscando a mi Héctor. ¿Sabes cuál fue su único
pecado?, fue estar tragando mierda (alcohol) en una cantina el día que la
Policía salió de cacería”, lamenta Rosa, al tiempo que cuenta que ya fue a
Xalapa, a Veracruz, a Córdoba, Orizaba, Tierra Blanca y Ciudad de México en
busca de su hijo, y que los gobiernos del PRI, PAN y Morena son “todos
iguales”.
El atardecer
está cayendo en el Pueblo Mágico de Orizaba, patrullas de la Secretaría de
Seguridad Pública y de Tránsito del Estado entran a la parte final del
estacionamiento hotelero, dan rondines inusuales, el desconcierto es
aprovechado por el gobernador, Cuitláhuac García, la Fiscal, Verónica Hernández
quienes huyen, “desaparecen” -dicen los familiares que ahí protestan- por la
puerta de servicio de la calle Oriente 6 del inmueble hotelero, abordan un
coche compacto blanco y arrancar sin voltear atrás de la muchedumbre.
Representantes
del colectivo, aseguran que, con ellos, también huyeron los alcaldes de Orizaba,
Igor Roji y el de Ixtaczoquitlán, Miguel Ángel Castelán.
¿Por qué
se retiró el gobernador?, claman los familiares a un empleado de Política
Regional que lo dejaron, exprofeso, a dar la cara.
-Se retiró,
no huyó, porque tiene muchas ocupaciones, ataja.
– ¿Huir por
la puerta de atrás, no es huir como bandido?, reclaman.
-De ninguna
manera, el señor gobernador los recibirá próximamente.
El
mandatario estatal y la Fiscal estuvieron 60 minutos encerrados en el hotel
Holiday Inn, ninguno quiso salir a calmar los ánimos. En su representación, los
asesores no pudieron ofrecer respuestas contundentes. Mientras tanto, la cifra
de 4 mil 500 desaparecidos en Veracruz en los últimos 9 años continúa
creciendo.
Lo
familiares regresan a sus pueblos: Ixhuatlán del Café, Ixtaczoquitlan, Río
Blanco, entre otros.
Muchos le
han pedido el favor a un vecino, para que les dé “aventón”, otros tantos se
irán “en bola” en el servicio urbano.
El miedo
prevalece aún en la montaña, sobre todo hacia la policía y, como lo señala la
esposa de Martín Flores Medina: “si me levantan, ¿quién “chingao’” va a ir a
buscar a mi marido?”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.