miércoles, 4 de diciembre de 2019

Cuitláhuac García y la fiscal de Veracruz “huyen” de reunión con familiares de desaparecidos.


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Por Noé Zavaleta.

Del lado de los servidores públicos del gobierno de Veracruz hay caras adustas, sonrisas descompuestas que se traducen en muecas y fruncir de bocas, revisan y revisan WhatsApp en los teléfonos celulares. Los pestañean cada dos minutos. Esperan -haciendo una valla humana en la entrada principal del Holiday Inn de Orizaba-, una orden del gobernador Cuitláhuac García Jiménez y de la Fiscal General del Estado, Verónica Giadáns, para que les den luz verde y dejar pasar a un salón del hotel a medio centenar de familiares de desaparecidos en las altas montañas de Veracruz.

En la explanada del lujoso hotel están familiares de los 7 desaparecidos del 26 de octubre; de 3 varones del día 8 en Ixtaczoquitlan; familiares de desaparecidos en Carriles en Córdoba, de Orizaba y de Nogales; así como de “desapariciones rezagadas” de 2018, 2017, 2014 y 2012.

En la tortuosa espera todo es gritos, desconciertos e insultos. Recriminaciones y llanto, mucho llanto y sollozos silenciosos.

“Que salga el gobernador, a él nunca se la ha desaparecido un hijo. No sabe lo que se siente”, le gritan con impotencia familiares que cuelgan al cuello fotografías de sus desaparecidos.

“Me estoy muriendo de hambre, pero más de tristeza de tener dos años sin saber nada de mi hijo”, grita Rosa Valiente mientras sostiene con ambos manos una lona de su hijo, Héctor Olvera Valiente, desaparecido desde el día 3 de septiembre del 2017 en la congregación de Carriles, en Córdoba, luego de ser intervenidos por policías estatales afuera de una cantina.

Afuera, con el “Jesús en la boca”, también están, desconcertados y desesperados, familiares de Ciro Álvarez, José Fernando Trejo y Martín Flores “desaparecidos” luego de ser detenidos en un retén policiaco el pasado 8 de octubre.

La camioneta Durango 2012 en la que viajaban apareció cinco días después con manchas de sangre en el municipio de Atzacan. Todos quieren entrar y exponer su caso, quejas y lamentaciones al gobernador y a la fiscal.

Pero en la valla humana de servidores públicos, Lorena del Carmen Mendoza Sánchez, de la Comisión Estatal de Atención a Víctimas (CEAV,) es clara, “por instrucción superior” la reunión solo será con familiares de los últimos siete desaparecidos el pasado 26 de octubre en las afueras de la comandancia municipal de Ixtaczoquitlan.

“Posteriormente -ataja un funcionario menor de la Dirección de Política Regional- se podría agendar una mesa de trabajo una mesa regional de los demás desaparecidos con la voluntad -insiste- del gobernador y del presidente, Andrés Manuel López Obrador”.

Lluvia de gritos e insultos: “¿hay desaparecidos de primera y de segunda? ¡Nos están agarrando de pendejos! ¡Llevamos años esperando resultados de nuestros hijos, tengan misericordia! Ustedes qué saben de lo que estamos pasando”, claman los familiares de los otros desaparecidos.

Junto a una fuente de fina piedra se encuentran familiares de los últimos siete desaparecidos el 26 de octubre. Se niegan a entrar al hotel a hablar con el gobernador, sino entran todos: “no queremos división”, cuentan, pero están tan desesperados que rompen en llanto una y otra vez al ver que la reunión con el gobernador será abortada, porque éste ya busca una salida alterna del hotel Holiday Inn.

“Quieren fragmentar y dividir a familiares de los desaparecidos. Debilitarlos”, se rumora en las afueras del hotel.

Los minutos pasan y en la respuesta de los funcionarios de la oficina del gobernador, un representante de la Fiscalía y de la dirección de Política Regional ya no hallan qué hacer.

Piden “pasar” a la reunión, pero “sólo” a familiares de los siete. A los empleados estatales la lluvia de fotografía les irrita, los reclamos de las familias les hace dar la espalda. La presencia de Aracely Salcedo, vocera del Colectivo de Desaparecidos Córdoba-Orizaba, molesta aún más a la Dirección de Política Regional pues le hacen “hincapié” en que no aceptarán “intermediarios” ni “mediadores” en los problemas de Veracruz, que es “instrucción” de López Obrador de dar el “apoyo inmediato”, de forma directa.

Con sinónimos suaves le han colocado la etiqueta de “coyote” de la tragedia. Salcedo estalla y encara a los funcionarios, les recuerda que desde septiembre del 2012 busca a su hija, Fernanda Rubí “levantada” por un comando armado de Los Zetas en una discoteca de Orizaba.

“Qué cobardes son, qué lamentable que me digan esto, cuando llevo más de siete años buscando a mi hija. ¿Soy o no soy víctima?”, recrimina.

Los minutos pasan lentamente. Los empleados del Holiday Inn ven con preocupación cómo los comensales y huéspedes tienen dificultades para acceder al hotel. El estacionamiento se encuentra lleno de familiares de desaparecidos.

De tanto caminar de la congregación rural al hotel, Rosa Valiente ya se cansó, extiende en las escalinatas del hotel la lona con el rostro de Héctor Olvera y se sienta a sobarse los tobillos y las rodillas; sus chancletas del Mercado municipal ya lucen gastadas y su falda está toda arrugada del trajín en espera de ser atendida.

“Para las autoridades somos unos perros mijo, para ellos siempre seremos los jodidos, los de abajo. Llevo dos años buscando a mi Héctor. ¿Sabes cuál fue su único pecado?, fue estar tragando mierda (alcohol) en una cantina el día que la Policía salió de cacería”, lamenta Rosa, al tiempo que cuenta que ya fue a Xalapa, a Veracruz, a Córdoba, Orizaba, Tierra Blanca y Ciudad de México en busca de su hijo, y que los gobiernos del PRI, PAN y Morena son “todos iguales”.

El atardecer está cayendo en el Pueblo Mágico de Orizaba, patrullas de la Secretaría de Seguridad Pública y de Tránsito del Estado entran a la parte final del estacionamiento hotelero, dan rondines inusuales, el desconcierto es aprovechado por el gobernador, Cuitláhuac García, la Fiscal, Verónica Hernández quienes huyen, “desaparecen” -dicen los familiares que ahí protestan- por la puerta de servicio de la calle Oriente 6 del inmueble hotelero, abordan un coche compacto blanco y arrancar sin voltear atrás de la muchedumbre.

Representantes del colectivo, aseguran que, con ellos, también huyeron los alcaldes de Orizaba, Igor Roji y el de Ixtaczoquitlán, Miguel Ángel Castelán.

¿Por qué se retiró el gobernador?, claman los familiares a un empleado de Política Regional que lo dejaron, exprofeso, a dar la cara.

-Se retiró, no huyó, porque tiene muchas ocupaciones, ataja.

– ¿Huir por la puerta de atrás, no es huir como bandido?, reclaman.

-De ninguna manera, el señor gobernador los recibirá próximamente.

El mandatario estatal y la Fiscal estuvieron 60 minutos encerrados en el hotel Holiday Inn, ninguno quiso salir a calmar los ánimos. En su representación, los asesores no pudieron ofrecer respuestas contundentes. Mientras tanto, la cifra de 4 mil 500 desaparecidos en Veracruz en los últimos 9 años continúa creciendo.

Lo familiares regresan a sus pueblos: Ixhuatlán del Café, Ixtaczoquitlan, Río Blanco, entre otros.

Muchos le han pedido el favor a un vecino, para que les dé “aventón”, otros tantos se irán “en bola” en el servicio urbano.

El miedo prevalece aún en la montaña, sobre todo hacia la policía y, como lo señala la esposa de Martín Flores Medina: “si me levantan, ¿quién “chingao’” va a ir a buscar a mi marido?”.

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