martes, 3 de diciembre de 2019

El gobierno de EU se quiere pasar de listo…


Enrique Quintana.

Ayer le comentaba en este espacio que era necesario desarrollar una narrativa convincente que persuada a los inversionistas de que si, por alguna razón, no se consigue ratificar el T-MEC en el Congreso de Estados Unidos antes del comienzo de las elecciones primarias, no sería una tragedia para México.

Ha trascendido ya una parte de las exigencias que los representantes demócratas acordaron con el representante comercial de la Casa Blanca.

Ha trascendido que se ha planteado que haya visitas de inspección del gobierno de Estados Unidos, para asegurarse del cumplimiento de la legislación laboral.

El sector privado, a través del Consejo Coordinador Empresarial, planteó ayer, de plano, el rechazo a este mecanismo.

Pero preocupa que el gobierno, hasta ahora, no haya tenido ningún pronunciamiento.

En este tramo final de la negociación, ya en 'tiempos extras', los demócratas en el Congreso de EU 'olfatearon' que el gobierno de AMLO está desesperado por conseguir la ratificación del Tratado y, por lo tanto, en esta coyuntura en la que pareciera en el ánimo de conceder lo que Estados Unidos demande, eventualmente podría dar entrada a las inspecciones foráneas.

Va a ser relevante que, así como el gobierno de AMLO rechazó inmediatamente la 'ayuda militar' ofrecida por el presidente Trump, luego de la tragedia de los LeBarón, también ponga el alto de inmediato a un intento de EU de convertirse en vigilante de la aplicación de la ley.

El gobierno ha hecho una gran apuesta a la ratificación del Tratado, un tema que se ve como un importante detonador de inversiones.

La posición negociadora de México sería muy diferente si la economía mexicana estuviera creciendo y la inversión privada no estuviera en picada.

Hace dos semanas, Nancy Pelosi se reunió con Richard Trumka, el líder de la AFL-CIO, la organización sindical más poderosa de Estados Unidos.

Tras la reunión, Pelosi señaló que los demócratas ratificarían el Tratado siempre y cuando hubiera disposiciones que aseguraran el cumplimiento en México de las normas laborales establecidas en el Tratado.

La líder de los demócratas en la Cámara de Representantes no quiere poner en riesgo el respaldo de los sindicatos a su partido en las elecciones de 2020, ni a ella en el juicio político en contra del presidente Trump.

Tienen razón quienes señalan, día con día, que en el contexto en el que hoy estamos, el T-MEC es un instrumento fundamental de certidumbre ante un presidente como Trump, que tiene arranques proteccionistas, de los que ayer fueron víctimas Brasil y Argentina, a quienes impuso aranceles al acero y aluminio.

Pero, también tienen toda la razón los que señalan que el Tratado que se firmaría y ratificaría no sería para esta coyuntura ni para este sexenio, sino quizás por lo menos para los próximos 20 a 25 años, por lo que hay que cuidar de no meterse un autogol del que pudiéramos arrepentirnos por mucho tiempo.

Allí está la gran red de protección que representa la vigencia del TLCAN.

Lo decíamos ayer y lo reiteramos ante la evidencia que se dio a conocer este lunes: es tiempo de generar una narrativa que persuada a empresarios e inversionistas de que pase lo que pase con el T-MEC, el tratado que entró en vigor en 1994, sigue vigente.

Si la opinión generalizada es que sin el T-MEC se perderían los asideros de la estabilidad, entonces eventualmente hay que prepararnos para la turbulencia.

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