Julio Astillero.
Las firmas:
hoy se cumple el plazo para entregar las constancias ciudadanas que respaldan
la realización de una consulta popular sobre enjuiciamiento de ex presidentes
de la República. El levantamiento de estos apoyos individuales fue realizado
desde diversos flancos organizativos, con la meta de 2 millones de rúbricas. A
pesar del esfuerzo hecho durante dos semanas, el camino no es seguro, pues
aparte de la meta numérica faltan las confirmaciones, tanto de la validez de
los registros como de la procedencia de la pregunta a realizar.
Ante la
posibilidad de que no se reúna el número suficiente de firmas, el Presidente de
la República dijo ayer que estaría dispuesto a presentar personalmente la
solicitud del caso. En días pasados ya había advertido al Instituto Nacional
Electoral que se alistara para realizar la citada consulta. Aún así, el punto
clave está en la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que
debería declarar si hay condiciones jurídicas para realizar la multicitada
consulta y si el fraseo propuesto por los promotores es el adecuado.
La rifa: hoy
se realizará el sorteo del equivalente del precio del avión presidencial
comprado por irresponsabilidad por Felipe Calderón Hinojosa y utilizado con
desparpajo por Enrique Peña Nieto. Ha sido difícil para la Presidencia actual
el manejo de este asunto, pues hasta ahora ha resultado imposible la venta a un
precio razonable de la nave aérea de máximo lujo. No es un problema creado por
la actual administración, pero es ésta la que ha debido intentar fórmulas de
solución.
Al enredo en
sí del qué hacer con el citado avión se agregó la presunta chispa de ingenio
que enmarañó los ingredientes y habilitó la opción de un sorteo a través de la
Lotería Nacional. En un camino sinuoso, se destinó dinero público para
financiar el proyecto, se convocó a una cena a empresarios de gran capital para
que se comprometieran a comprar cachitos, se decidió usar el erario para
regalar boletos que no se vendieran a clínicas y hospitales que serían los
beneficiarios finales de toda esta historia azarosa y, luego de tantas vueltas,
habrá de verse cuánta es la utilidad real que se consiga.
El Grito:
hoy el Presidente de México encabezará una ceremonia que es signo de los
tiempos. A diferencia de las multitudinarias concentraciones para presenciar la
ceremonia conmemorativa del momento en que se inició la Independencia nacional
(aunque, en realidad, el día fue el siguiente y la hora fue de madrugada), en
esta ocasión las obligaciones del distanciamiento social han impuesto un ritual
de reducida asistencia.
La Catedral:
en el tendido de los mecanismos de seguridad habituales en estas
conmemoraciones se produjo un roce entre la jefatura del catolicismo en la
Arquidiócesis de la Ciudad de México, a cargo del cardenal Carlos Aguiar Retes,
y el aparato militar que, según lo dicho por las autoridades religiosas, no
informó oportuna y adecuadamente la decisión de adelantar la implantación de
controles en el Zócalo y sus alrededores, lo que puso en riesgo la celebración
de la misa dominical en la Catedral Metropolitana y generó mensajes de la
jerarquía católica que dieron pie, aunque esos mensajes no contenían tal
información, a la alarmista denuncia de algunos grupos políticos y religiosos
de que el Ejército había tomado la Catedral.
Fue, sin
duda, una exageración mal intencionada, deseosa de acelerar presuntas
inflamaciones neocristeras, pero en el fondo estuvo el mal manejo de la
comunicación gubernamental en un tema tan delicado que, con simples descuidos,
levantó polvareda que puede durar más tiempo de lo previsible en el ánimo
contrariado de segmentos muy dispuestos a ir en contra del gobierno de la
llamada 4T.
Y, mientras
hoy el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resuelve si
entrampa más el proceso de renovación de dirigencia de Morena, pues podría
ordenar al INE que se haga valer la paridad de género en las candidaturas y que
participen todas estas en las encuestas de opinión y no sólo seis finalistas.
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