Jorge Zepeda
Patterson.
El
viernes pasado el Presidente Andrés Manuel López Obrador describió a Reforma
como un pasquín inmundo. Le había colmado la paciencia una nota de ocho
columnas publicada por ese periódico sobre la renuncia del Cabildo de
Macuspana, del que forma parte la regidora Concepción Falcón, esposa de su
hermano Ramiro López Obrador, vinculándola al señalamiento de un faltante de
223 millones en el presupuesto municipal.
El duro
epíteto del Presidente en contra de Reforma parecería un exceso, aunque la nota
del diario también lo es. Vamos por partes.
Según
diccionarios, pasquín es un término peyorativo empleado para definir un
escrito anónimo que se coloca en un lugar público y que generalmente contiene
un mensaje crítico y satírico contra una persona u organización, tal como la
iglesia o el Gobierno. Se originó en Roma a principios del siglo XVI, cuando
surgió la costumbre de colocar escritos con críticas satíricas en la estatua de
Pasquino. Hoy en día se utiliza para describir un medio periodístico de
circulación precaria y/o contenidos deleznables.
Se
entiende que desde su perspectiva el Presidente encuentre deleznable la
información crítica que le endilga Reforma, pero no hay manera de considerar a
este diario como un pasquín de circulación marginal, anónima o precaria. El
hecho mismo de que el mandatario prácticamente todos los días se queja del
Reforma en sus mañaneras daría cuenta de la relevancia que él mismo le concede
a este medio y el peso que tiene en la opinión pública, particularmente entre
círculos adversos al Gobierno de la 4T.
Del otro
lado, la nota presentada por el diario capitalino de ascendencia
regiomontana exhibe las ganas de convertir en escándalo un hecho controvertido,
al menos por el momento. Lo que se sabe es que el Cabildo de Macuspana había
renunciado el 2 de septiembre debido al cuestionamiento de varios sectores de
la comunidad molestos por la inacción del presidente municipal y la
parálisis de su Gobierno. En su carta de retiro el presidente municipal,
Roberto Villalpando, pretextó haber sido víctima del COVID-19 y de las
diferencias políticas complejas que “afectan la gobernabilidad”. Entre otras
cosas, un grupo de indígenas tenía tomadas instalaciones municipales desde hace
días. Frente a la renuncia del cabildo y sus regidores, incluyendo la cuñada
del Presidente, el 5 de septiembre el Congreso del Estado dio por desconocida
la autoridad municipal y designó un comité provisional. El día 11 de septiembre
Reforma da a conocer la nota, que ya circulaba desde una semana antes en
diarios locales y nacionales, pero ahora acompañada de un reporte de un trabajo
en marcha de una comisión inspectora de Hacienda del Congreso local sobre
algunas observaciones a partidas insuficientemente comprobadas en el ejercicio
2019 y 2020. El día 12, unas horas después de la reacción del Presidente, el
Gobernador morenista de Tabasco afirmó que la revisión de las cuentas de 2019
están en proceso y que las de 2020 todavía no inician; hablar de desvío, dijo,
o peor aún de fraude era una calumnia. Añadió que la pariente del Presidente,
regidora de la comisión de Hacienda, no estaba involucrada en tareas
relacionadas con el gasto del presupuesto. Sin embargo, la asociación que hizo
Reforma de la renuncia del Cabildo con las observaciones del Congreso al
presupuesto y la pariente del Presidente había conseguido lo que quería:
“Cuñada de AMLO es vinculada a desfalco en Macuspana” tituló ADNpolítico;
“Concepción Falcón: la cuñada del presidente López Obrador señalada por el
desfalco de al menos 200 millones de pesos”, cabeceó Infobae. En redes sociales
la información que circuló aún fue más contundente, dando por hecho la
corrupción de la familia presidencial.
El
problema con este litigio de carácter mediático es que la información termina
siendo la primera víctima. Entre epítetos y críticas cuesta trabajo enterarse
de lo que realmente está pasando. Los dos contendientes están tan empeñados en
ganar que se muestran menos interesados en informar que en mostrar la
perversidad del rival. Por consiguiente han terminado por construir una
caricatura del enemigo. Ambos se acusan mutuamente de estar empeñados en una
campaña de desprestigio, y lo peor es que ambos tendrían argumentos para
demostrarlo.
En lugar
de responder puntualmente con información sobre lo que está sucediendo en
Macuspana, en este caso como en otros parecidos, el Presidente optó por
descalificar al mensajero incómodo. Epíteto inmundo es el último de una larga
lista de adjetivos peyorativos en contra de este diario.
Por su
parte, los editores de Reforma han convertido a la portada del diario en un
escaparate de todo lo que pueda ser lodo y mácula para López Obrador, en
detrimento de la información del país en muchos otros órdenes. Una tarea
unilateral que es muy aplaudida por los críticos del Gobierno pero que por su
selectividad intencionada y los espacios preferentes que ocupa termina
ofreciendo a su lector una visión empobrecida y parcial de la realidad. El
criterio de relevancia no es la trascendencia de una noticia o el impacto sobre
su comunidad, sino el daño que pueda infligir a la imagen presidencial.
Ahora bien,
no nos engañemos, se trata de una confrontación desigual. El peso del
Presidente en un país como el nuestro es infinitamente superior al de un medio
de prensa; el potencial de daño también. Reforma nunca ha ocultado un sesgo
editorial a favor de una visión del mundo empresarial, con el cual se puede o
no estar de acuerdo, pero por lo mismo ha prohijado el señalamiento oportuno y
valiente de vicios y excesos gubernamentales en sexenios anteriores. A lo largo
de un cuarto de siglo muchas de sus notas e investigaciones fueron decisivas
para conocer actos de corrupción de la autoridad.
Por lo
mismo es una lástima la mutua animadversión que se profesan Presidente y
periódico porque los disminuye a ambos. En el diario se ha traducido en una
militancia tan abiertamente hostil que ha terminado por amenazar la cobertura
profesional de la coyuntura de cada día, me parece. En el Presidente, porque
termina por comerse al estadista que él quisiera ser y le lleva a cometer
atropellos verbales, a incurrir en rasgos de intolerancia y censura en la
medida en que no está en condiciones de controlar las consecuencias de sus
duros descalificativos. Ya en alguna ocasión Reforma denunció haber recibido
amenazas de algún atentado por parte de los seguidores del tabasqueño. En suma,
un odio mutuo que empobrece las posibilidades de gobernar, en un caso, e
informar en el otro.
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