Raymundo
Riva Palacio.
El primer
párrafo de su discurso con motivo del Segundo Informe de Gobierno, afirma
Andrés Manuel López Obrador, será sobre corrupción, el mal de todos los males
mexicanos, caballo de batalla y eje central de su narrativa para demoler el
pasado y consolidar el presente. Ya lo escucharemos hoy, no sólo en las
primeras líneas de su mensaje, sino a lo largo del discurso que pronunciará en
el Patio de Honor de Palacio Nacional, que será probablemente una reiteración
de lo que le hemos escuchado por años, reciclado por el reguilete de
imputaciones y acusaciones contra funcionarios de los gobiernos de Enrique Peña
Nieto y Felipe Calderón. El contexto, sin embargo, es diferente entre antes,
que era un líder opositor, y hoy, que es Presidente de la República.
Por eso es
importante lo que dijo en la conferencia mañanera de ayer y su predicar con el
ejemplo, donde si un presidente es corrupto, los demás lo seguirán, pero si es
honesto, como se asume él, las cosas cambiarán. Está muy bien lo que propone;
ahora sólo le falta que lo cumpla.
No habría
nada más contundente de que su palabra vale, que pase por el mismo rasero que a
muchos otros, a su hermano Pío, a quien pillaron en un video recibiendo un
millón de pesos de un alto exfuncionario del gobierno federal, y en ese
entonces consultor del gobierno de Chiapas, David León.
Pero pasarlo
por el mismo rasero no significa que haga lo mismo que con muchos otros, que
sin pruebas ni investigación de por medio, por conjeturas y dichos, lo juzgue
públicamente en el patíbulo presidencial, lo sentencie y abra la puerta a las
horas para su linchamiento. La justicia no es justiciera, sino debe ser
alcanzada mediante la salvaguarda de los derechos humanos que exigen la
presunción de inocencia. Pío López Obrador será inocente hasta que le
demuestren que es culpable.
Su caso, sin
embargo, está hecho a la medida para que el Presidente muestre de qué está
hecho. Con el video ya difundido se tropezó, y aunque como admitió, supo de él
con una semana de antelación, no hizo nada como un proceso jurídico adecuado
recomendaría: que su hermano se presentara ante la autoridad correspondiente a
aclararlo, porque presuntamente ese dinero, que tenía un fin político, es un
delito.
Si el
Presidente quiere justificar que las causas, o sus causas, no reciben dinero
ilícito sino “donaciones”, porque si se trata de su movimiento y partido son
contribuciones legales y legítimas, pero si son de sus adversarios es
corrupción, el argumento no pasa ningún análisis.
Ahora tiene
una nueva oportunidad para probar que su ética lo impregna y no es una liga que
se estira en función de sus necesidades políticas, porque el video de Pío no es
el único sobre él. Dentro de Palacio Nacional tienen conocimiento de la
existencia de al menos 15, en donde está recibiendo dinero por cantidades que
promedian el millón de pesos. No se sabe el origen del dinero, por lo que la
investigación, por ser recursos de origen desconocido, tendría que haber sido
judicializada como un presunto crimen de delincuencia organizada –como ha hecho
la Fiscalía General en otros casos, aun cuando se trata de peculado–, y la
Unidad de Inteligencia Financiera habría congelado las cuentas bancarias del
señalado y de todos sus cercanos.
Bajo el
método de este gobierno, las cuentas de Pío López Obrador y toda su familia,
tendrían que haber sido congeladas, dentro de esta perversa racional de primero
actúan y luego averiguan. Afortunadamente, aunque sea por las peores razones
–¿cómo aplicarían el mismo rasero al hermano del Presidente?–, la Fiscalía
General no actuó como lo ha venido haciendo. Pero tampoco parece estar haciendo
lo conducente, investigar. Ya existen las denuncias de hechos, presentadas por
el PAN, que la obliga a hacer su trabajo.
Pero el
video, que en el fondo debe ser lo que inhibe a todos en el gobierno federal si
se investigara como debiera, destaparía una cloaca. Las 15 grabaciones que
existen de Pío son parte de una videoteca de tres años, por lo que se presume
que el número de políticos sobre los cuales hay pruebas visuales –que no
judiciales– de que recibieron dinero presuntamente para fines aviesos, es
bastante voluminoso. De esos dineros, dijeron personas que conocen del método y
la distribución de recursos desde el sur, salieron apoyos para políticos de
diferente sino en Campeche, Oaxaca y Quintana Roo, cuando menos.
Esa
videoteca, sin embargo, es una bomba que tiene la mecha prendida, pues desde
hace aproximadamente un año fue robada del lugar donde se encontraba. Quien la
tiene en su poder, puede ir administrando los videos de Pío o de muchos otros a
discreción, en función de los tiempos políticos. Todavía no se sabe quién
filtró el video de Pío, y menos aún cuándo y cómo podrían venir los siguientes.
Al saber el
Presidente del riesgo por la existencia de una videoteca comprometedora para su
hermano y quién sabe para cuántos de sus aliados, tiene también en sus manos la
posibilidad de actuar y controlar preventivamente el daño que puedan causar.
Tiene que vacunarse, y el primer paso es que Pío sí sea investigado por la
Fiscalía, que declare ante la autoridad y que se aclare el dinero recibido o
pague por lo que hizo, si llegara a ser culpable.
Para un
político que no parece tener escrúpulos, el sacrificio de un hermano es menos
costoso que la destrucción de su anhelado proyecto de nación. Pero sobre todo,
López Obrador tiene que ser un líder congruente y, como dice, barrer la
corrupción de arriba hacia abajo; predicar con el ejemplo dice que está en su sangre.
Que empiece con su hermano.
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