Juan Alberto
Cedillo.
Llamadas de última hora les salvaron
la vida a Enrique Martínez y Martínez y a Baltazar Hinojosa Ochoa. La mañana
del 28 de junio de 2010 recibieron advertencias en sus celulares para que no
acompañaran al aeropuerto al candidato priista a la gubernatura de Tamaulipas,
Rodolfo Torre Cantú, quien se dirigiría a Valle Hermoso para celebrar el mitin
de cierre de su campaña.
Ambos personajes eran colaboradores
del candidato, pero también amigos muy cercanos del exgobernador tamaulipeco
Tomás Yarrington Ruvalcaba. Esa mañana Martínez (quien dos años después sería titular de la Sagarpa
y ahora representa a México en Cuba) e Hinojosa (frustrado aspirante al
gobierno en 2016) no abordaron las
camionetas que los llevarían al aeropuerto.
Cuatro meses antes Los Zetas se
habían separado de su matriz, el Cártel del Golfo (CDG). Para mediados de 2010
ambas bandas estaban en medio de una disputa por las principales plazas del
estado y los primeros ganaban todas las batallas militares. Gracias a los
documentos de la Corte Sur de Texas –que se hicieron públicos en días
recientes– ahora se sabe que también estaban ganando la contienda política.
Los líderes zetas acababan de enviar
4.5 millones de dólares a Rodolfo Torre Cantú mediante el empresario Antonio
Peña Argüelles –el enlace de ambos cárteles con los políticos– para financiar
su campaña.
Con lo que no contaban Los Zetas era
con que Jorge Eduardo Costilla, El Coss, líder del CDG, y los políticos que lo
protegían –entre ellos Tomás Yarrington– echarían abajo sus esperanzas de tener
un gobernador “aliado”.
A las 10:40
horas de ese 28 de junio, seis días antes de los comicios estatales, Rodolfo
Torre Cantú fue asesinado.
Narco-Gobernadores.
El acercamiento del CDG con los
gobernadores tamaulipecos comenzó a estrecharse durante la administración de
Manuel Cavazos Lerma. Antes, cuando el narcotráfico no tenía los alcances de ahora, los
políticos importaban menos para los narcos. En esos tiempos se centraban en sobornar a jefes policiacos o a mandos
del Ejército.
Pero en el sexenio de Cavazos Lerma el CDG
“compró” a uno de sus familiares, que se desempeñó como comandante de la
Policía Estatal en Reynosa y Miguel Alemán: Gilberto Lerma Plata, primo del
gobernador.
Lerma tenía bajo su mando al joven
policía Samuel Flores Borrego, quien años después se convertiría en el Metro 3.
También al policía Aurelio Yankee Cano Flores, que posteriormente sería jefe de
plaza del CDG en Los Guerra, localidad del municipio Miguel Alemán.
Gracias a la información que recibían
desde la capital sobre los operativos de los policías judiciales federales y de
los militares, así como a la protección que les brindaba el primo del
gobernador, el
cártel transformó a Los Guerra en su principal punto de cruce de mariguana
hacia el norte.
La DEA
conoció los detalles de ese trasiego; la agencia antinarcóticos estableció en
Houston un wireless room, desde donde una empresa subcontratada monitoreó y
grabó todas las conversaciones de los miembros de la organización en la
Frontera Chica, pues éstos usaban celulares Nextel, los cuales buscaban las
antenas de Estados Unidos en la frontera como repetidoras.
Así la DEA supo que Flores Borrego
coordinaba el incipiente contrabando de armas AK-47 y R-15 para el CDG.
Dichas grabaciones fueron presentadas
en la cortes de Estados Unidos cuando se juzgó allá a Lerma Plata y a Cano
Flores.
Cavazos Lerma fue sustituido en el
gobierno por Tomás Yarrington. Cuando éste ganó la elección, su relación con el CDG ya era
muy estrecha. Gracias a esa amistad el
cártel pudo elegir a los comandantes de la Policía Ministerial en las plazas
que controlaba. También recibió de la oficina del gobernador, a cambio de
sobornos, información relevante sobre operativos militares.
Los dólares que mandaron al siguiente
gobernador, Eugenio Hernández Flores, les permitieron seguir su expansión y
disfrutar de la protección estatal. La DEA y otras dependencias supieron que durante su administración Hernández recibió millones de
dólares, primero del CDG, y al final de su mandato, de Los Zetas.
En las
indagatorias contra ese gobernador participaron, además de la DEA, la División
de Investigación Criminal del Servicio de Impuestos Internos, Seguridad
Nacional y el Buró Federal de Investigaciones (FBI). El centro de operaciones
se ubicó en Houston, donde se revisaron cuentas bancarias, llamadas y correo
electrónicos de Eugenio Hernández. Así
se supo de los sobornos del crimen organizado y, además, que el mandatario
violaba las leyes para adjudicarse jugosos contratos de obra pública mediante
una constructora que tenía en sociedad con el gobernador que lo sustituyó:
Egidio Torre Cantú.
Los resultados de las investigaciones
se hicieron públicos y para octubre de 2014 Hernández ya era considerado
prófugo.
“Eugenio Hernández ha sido identificado por
la DEA como quien recibió sobornos del cártel de drogas Los Zetas, una
organización criminal trasnacional, a cambio de que éste tuviera la capacidad
para operar sin restricciones en Tamaulipas, mientras fue gobernador”,
destacó la acusación de los fiscales de Texas.
El dinero de los sobornos fue lavado
en bancos texanos por el empresario Guillermo Flores Cordero, originario de
Torreón, quien mantenía cuentas en Texas por alrededor de 30 millones de dólares.
Además, el gobierno estadunidense le confiscó a Hernández varias residencias.
Ese exgobernador también lavó y
“escondió” parte de su dinero ilegal en México mediante su cuñado Óscar Gómez
Guerra, quien fue investigado por las autoridades fiscales por “enriquecimiento
ilícito”. Durante un
breve lapso el fisco mexicano congeló sus cuentas, pero un juez le otorgó un amparo para mover su dinero y sacarlo del
país. Manejó cuentas por montos
superiores a los 4 mil millones de pesos, pese a ser un funcionario de tercer
nivel en las administraciones estatales de Yarrington y Hernández.
Actualmente
Hernández y Gómez están en la lista de criminales buscados por la justicia
estadunidense. El FBI ofrece una recompensa por ellos.
No obstante, Hernández aparece
regularmente en actos políticos en Tamaulipas. Se dejó ver como “invitado
especial” en el último informe de Egidio Torre, y en la elección pasada acudió
a votar como cualquier ciudadano. En cada acto donde aparece, ofrece improvisadas
conferencias de prensa, resguardado por los escoltas que le proporcionó Torre
Cantú.
El
intermediario.
A Eugenio Hernández lo remplazaría
Rodolfo Torre Cantú, pero su asesinato hizo que su hermano Egidio llegara a la
gubernatura de Tamaulipas.
Egidio Torre siguió los pasos de sus antecesores.
Además se deslindó de las investigaciones sobre el asesinato de su hermano,
cediendo la batuta a la Procuraduría General de la República (PGR). También
proporcionó ocho escoltas a Yarrington.
Un año después del asesinato, los
líderes zetas descubrieron que Antonio Peña Argüelles no había entregado los
sobornos que le habían enviado a Rodolfo Torre Cantú, según las confesiones que están en
poder de los fiscales de Texas.
Así que Miguel Ángel Treviño, El Z-40,
ordenó secuestrar al hermano mayor del empresario, Alfonso, cuyo cuerpo
apareció el 29 de noviembre de 2011 en el monumento a Cristóbal Colón, en Nuevo
Laredo, sitio preferido por Los Zetas para tirar cadáveres.
El cuerpo de Alfonso Peña fue
cubierto con un narco-mensaje en el cual acusaban a su hermano de haber robado
4.5 millones de dólares y de “no cumplir con sus obligaciones”.
La mañana de
ese día Antonio Peña Argüelles recibió un mensaje en su BlackBerry de parte del
Z-40. El texto fue reproducido en la confesión que rindió ante la DEA.
En el mensaje le advierte que regrese
el dinero o no tendrá lugar donde esconderse: “Además, su hermano anda diciendo aquí que usted y
Tomás Yarrington, junto con Costilla, mataron al candidato a la gubernatura, Rodolfo
Torre Cantú, porque estaba afectando al negocio de la construcción y estaba
protegido…
“No sea pendejo y ponga atención a
quién le anda robando de y sobre el candidato, fue por los negocios que usted
tiene con Costilla, Tomás (Yarrington) y Osiel Cárdenas. Su hermano también me
dijo de los prestanombres que tiene con las propiedades suyas y de Osiel y
sabemos que están en Laredo, Texas y San Antonio.”
Tras la
amenaza, Peña Argüelles viajó a San Antonio y se entregó a la DEA.
Presuntas
órdenes de detención.
Un día después de que se anunció la
detención en Italia de Tomás Yarrington, el actual gobernador de Tamaulipas, el
panista Francisco Javier Cabeza de Vaca, declaró que esa captura ayudaría a
resolver el homicidio de Rodolfo Torre.
“Queremos
que se profundicen líneas de investigación, como el doloroso caso del cobarde
asesinato de Rodolfo Torre Cantú, y que se pueda concluir con todas esas
averiguaciones”, afirmó.
Destacó que en su administración se
denunció que Yarrington y Hernández tenían a efectivos de la Policía
Ministerial fungiendo como sus escoltas, los cuales fueron asignados por el
anterior gobierno de Tamaulipas, pero que ya fueron retirados.
Agregó que buscarán recobrar los
bienes ilegales del exgobernador. No obstante, hasta ahora la procuraduría estatal no tiene
programada acción legal alguna contra Fernando Cano Martínez, principal lavador
de Yarrington, con cientos de propiedades en el estado.
“La violencia desmedida que sufre
Tamaulipas fue por la complicidad de Tomás Yarrington con el crimen
organizado”,
concluyó.
Ese mismo
día comenzaron a circular en las redes sociales mensajes con rumores sobre “la llegada de personal de la SEIDO y PGR
para rastrear todo lo relacionado a tres exgobernadores: Manuel Cavazos Lerma,
Eugenio Hernández y Tomás Yarrington” y, además, para conocer la carpeta de
investigación y todos los hechos asociados al asesinato del excandidato del
PRI.
Otro rumor
señaló que ya se habían girado órdenes de aprehensión y abierto averiguaciones
contra jefes de grupo de la Policía Ministerial y mandos de la procuraduría y
de la Unidad General de Investigaciones, por estar implicados en el asesinato
de Torre Cantú.
Los textos incluían nombres de
algunos comandantes y funcionarios en la procuraduría estatal que han
permanecido desde la época de Yarrington, Eugenio Hernández y Egidio Torre
Cantú Y QUE EL NUEVO GOBERNADOR PANISTA DEJÓ EN SUS PUESTOS.
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