Martín Moreno.
De manera
invariable, cuando dialogo con ciudadanos durante la presentación de alguno de
mis libros, una pregunta frecuente, es: ¿Vale
la pena salir a votar?
Mi
respuesta, siempre, es en una dirección:
¡Por supuesto que hay que votar! Por
quien se quiera, por el candidato que te convenza, pero tenemos la obligación
de ir a las urnas. Bajo el actual sistema electoral, el voto nulo no funciona.
Es estéril. Por eso debemos votar.
Votar por quien uno quiera. El voto
es libre.
Empero, la
elección para Gobernador del domingo próximo en el Estado de México, es
diferente a las demás, sencillamente, porque es mucho más que una simple
jornada electoral de calendario. Está en
suerte, nada menos, que la sobrevivencia de una parte del sistema político –
encarnado por el PRI- que representa, en la entidad, el rechazo a la
alternancia política, la corrupción como fórmula de gobierno, y la
antidemocracia como escudo protector para mantener la hegemonía
político-financiera-social.
El domingo, en el Edomex, está en
juego – tal vez es
la única frase con una fuerte dosis de verdad del propio Alfredo del Mazo-, el futuro del país.
Y sí: votar
por quien se quiera, ajenos a compra de sufragios, presiones de partidos o
amenazas del gobierno en turno. Votar por quien uno elija.
Pero estrictamente como periodista, y
bajo el sentido de libertad que se ejerce en SinEmbargoMX, planteo a los
lectores diez razones para no votar por el candidato del PRI, Alfredo del Mazo, porque ello – me parece-, sería perpetuar la existencia de un sistema caduco que en nada
beneficia a la incipiente democracia mexicana y, en cambio, la frena, contamina
y pervierte.
Podremos
estar o no estar de acuerdo. Se vale. Es sano.
Aquí, esas razones:
No votar por
del Mazo, porque ello significaría
condenar al Edomex a un gobierno a la vieja usanza: bajo el signo de la
antidemocracia, de la corrupción y la mala administración. Así formaron a los
priistas: repeliendo a la democracia. No la practican. No la entienden. Les
incomoda. Y el junior es un producto natural y puro de ese tipo de gobierno que
ya no tiene cabida en el México al que aspiramos: un México democrático, menos
corrupto y con gobiernos más eficientes.
No votar por
del Mazo, pues al derrotarle, sería un
mensaje que retumbaría hasta Los Pinos: te reprobamos también a ti, Enrique
Peña Nieto, como Presidente. No nos ha gustado tu gobierno.
No votar por
del Mazo, puesto que sería la mejor
forma de censurar el pésimo gobierno de Eruviel Ávila, que mantiene al Edomex
como el estado más pobre, más inseguro, y con mayor número de feminicidios.
Casi nada.
No votar por
del Mazo, porque representaría un
innegable y alentador triunfo ciudadano, con un mensaje claro: necesitamos
otros sistemas de gobierno y políticos en el Edomex. Sin violencia, y a golpe
de votos, los sacamos del poder. (No en balde, el 80 por ciento de los
mexiquenses considera necesario un cambio de partido en el gobierno, como lo
muestra la encuesta del diario REFORMA de abril pasado).
No votar por
del Mazo, ya que de lo contrario equivaldría
a votar por los Hank, por los Montiel, por los Chuayffet, por los Eruviel, por
las castas que han hundido al estado. (Cuando votes el domingo, recuerda la
riqueza descomunal y ofensiva de Arturo Montiel a costa de los bolsillos
mexiquenses, y decide entonces).
No votar por
del Mazo, pues sería extenderle un
cheque en blanco a los Peña Nieto, a los Videgaray, a los Miranda, para que
sigan explotando por otros seis años, al menos, las arcas del Edomex, sin que
nadie los moleste. Cada día más ricos, cada día más repudiados.
No votar por
del Mazo, porque al hacerlo, se estaría
dando el tiro de gracia al Edomex en su aspiración de tener mayores niveles de
bienestar democrático, económico y social. Los mexiquenses merecen mejores
gobiernos. El PRI ya no los garantiza. (Si es que algún día los garantizó).
No votar por
del Mazo, ya que a voto comprado,
reclamación desechada. No se vale vender el voto y luego quejarse del PRI.
No votar por
del Mazo, puesto que el próximo domingo
podría dar inicio, con una derrota del PRI, la transformación de una parte del
sistema político mexicano, con un mensaje contundente: este sistema ya no
funciona y debe ser echado a golpe de votos. La orden de Los Pinos es ganar “a
como dé lugar”. Ya veremos hasta dónde los dejamos llegar.
No votar por
del Mazo, ante la encrucijada que hoy se presenta: somos valientes y por eso buscamos nuevas formas de gobierno, o somos
cobardes y preferimos al partido de siempre que roba y deja robar.
El próximo domingo, los mexiquenses
deben salir a votar. Sin duda. Por quien quieran. De manera libre. Digna.
Firme. Sin un puñado de billetes que les diga a quién elegir.
Ya lo hemos
dicho en esta columna: a votación ciudadana alta, derrota del voto duro (o
coptado), en este caso, que favorecería al PRI.
Salir a votar es una obligación, no
una opción.
Ya veremos el domingo de qué están
hechos los mexiquenses: de acero o de plastilina.
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