Alejandro Páez Varela.
Las últimas
tres encuestas a las que he tenido acceso dicen que Juan Zepeda ha detenido su
ascenso. En estos días seguramente saldrán otras, cuando se cierran las
campañas en el Estado de México. Subió entre cinco y nueve puntos desde su
nominación y en gran parte fue por sus propios méritos: sin alianza y sin
“candidato fuerte” (de renombre, como Alejandro Encinas u otro), pintaba a que
el proceso de desaparición del PRD se consolidara en Edomex, y no fue así.
Zepeda tuvo un buen desempeño en los debates y utiliza cualquiera de las
entrevistas para mostrarse seguro, sólido. Creció. Demostró que es buen
candidato y tiene una nueva proyección nacional.
Pero no le dará para ganar, y estamos
a una semana de comprobarlo.
Zepeda fue
el personaje de la elección, pero tiene camino por delante para consolidarse
como algo más. Así como está, le irá bien. Muy bien –diría–: podría quedar en
un muy respetable tercer lugar. Por encima de Josefina Vázquez Mota.
Tengo dos
encuestas, circuladas ayer domingo, de tres que he visto desde la del viernes
pasado, la del Cisen, que da a Zepeda un 12.61 por ciento contra 18 de
Josefina, 24.87 para Del Mazo y 25.18 por ciento para Delfina. Esas dos que
cito –ninguna de Mitofsky– son muy parecidas entre sí. Doy promedios: Delfina 36, Del Mazo 25, Zepeda 17 y Josefina 14. Con
esos números, Zepeda no sería Gobernador incluso si Josefina declinara por él.
O viceversa. Pero eso último no pasará, parece, porque ayer corrió el rumor y
pronto fue desmentido por el propio CEN del PAN.
Lo que veo
es que la audacia de Zepeda está frente a su prueba mayor. No la definitiva en
su carrera, por supuesto, pero sí una oportunidad de oro. Un tercer lugar o
haber crecido en las encuestas no es carta de presentación suficiente para su
futuro. Nadie recuerda que José Luis “Chacho” Barraza González, un empresario
que jugó como independiente en Chihuahua, creció en las encuestas –como Zepeda
o más– y quedó en tercero. Y pasó hace un año. Perder es perder.
La verdadera
oportunidad de Zepeda, creo, se encuentra en Morena.
Sí, en Morena. No irse a ese partido,
ni siquiera caerle bien a Andrés Manuel López Obrador: sumar sus votos a
Delfina Gómez. Dar la gran sorpresa de última hora. Aunque le cause diarrea a
la mitad del PRD, haría historia: la hipotética foto en donde aparecen él y
Delfina con la Gubernatura del Estado de México en la mano no sólo haría eco en
México: le daría la vuelta al mundo. El último bastión del PRI caería en manos
de una alianza de izquierda Morena-PRD-PT; no es menor. Sobre todo, de cara a
2018.
Se causaría,
por supuesto, un gran revuelo político. Un reacomodo que marcaría el verano de
2017. Un ajuste provocado en parte por Zepeda.
De otra
manera, creo, nos quedaríamos con que creció y –si le va bien– llegó a tercera
posición cuando todos ponían al PRD en la antesala de la funeraria.
No digo que
es menor, ni mucho menos. Bien jugado y bien ganado.
Pero no
haría historia.
Quadratín
reseña que “el precandidato perredista añadió que el PRI hizo una cargada a
favor de Juan Zepeda, a quien señaló como el candidato de Eruviel Ávila y de
Alfredo del Mazo ‘con el objetivo de barrer del mapa estatal al PRD, dejándole
intactos a ADN (Alternativa Democrática Nacional) y a Héctor Bautista su
parcela de poder en Ciudad Nezahualcóyotl’”.
Otro párrafo: “Recalcó que Zepeda y
Bautista son arribistas y traicioneros, que no les ha importado la suerte del
PRD en el Edomex y aseguró quieren seguir gobernando Ciudad Nezahualcóyotl
porque para ellos es la gallina de los huevos de oro”.
Bautista y Zepeda son aliados de los
manceristas, por cierto. A ninguno de los dos grupos les gustan “los modos
groseros” de López Obrador.
Pero, según se dice, a los dos les
gustan los modos refinados de Miguel Ángel Osorio Chong y de Eruviel Ávila.
Quince veces
dijo Zepeda que el PRD de Edomex estaba listo para una alianza con Morena. Y
quince veces, dice, se le menospreció.
Luego, según
su argumento, cuando López Obrador vio que crecía, entonces sí lo invitaron.
Esa es la
ofensa.
Zepeda, que
viene de la cultura del esfuerzo, sabrá que cuando no eres nadie, nadie te
pela. Y un día eres algo (o mucho) y te pelan más. Es una especie de regla de
la política.
Ya no habrá
decimosexta, dice. Convenencieros, señala.
Digo que
todavía puede haber sorpresas. No
descarto que, de última hora, se dé un Josefina-Zepeda. No lo descarto todavía.
Puede pasar en las siguientes horas, de última hora. Le conviene a muchos.
Incluso le conviene al PRI, que ve más posibilidades de negociar la transición
con Josefina o con Zepeda que con Morena, Delfina y López Obrador. No se si ya
les den los números.
Tampoco
quiero descartar el Zepeda-Delfina. Como digo, aunque le cause diarrea a la
mitad del PRD, una declinación de última hora de Zepeda haría historia. Pero
creo que esto último no pasará.
“Es Héctor Bautista el que lo frena”,
me decía recientemente un observador muy cercano a los manceristas. “Es Héctor
Bautista el que está conforme con lo que tiene, con los amigos que tienen y el
alcance que tienen ahora. Está contento como va”.
“El gallo [Zepeda] le salió fino,
pero tampoco puede dejarlo libre, por allí, suelto, crecido. Debe serenarlo y
atenerlo a los acuerdos. Porque además, si se le sale del corral, Zepeda querrá
su propio gallinero. Y el gallinero que tiene más cerca, es el de su compadre
Bautista”.
Un tercer
lugar. Un tercero nada malo. Y tiene más valor aun cuando lo habían
menospreciado.
Un tercero
no es malo, de verdad.
Aunque lo
otro sería, simple y llanamente, hacer historia.
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