En la comunidad de San Francisco
Chalchihuapan, tierra de cerros chaparros y minerales pardos, se esconden siete
casas entre las milpas, nopaleras y sembradíos de jitomate. Son de ladrillo
color paja y destacan del resto del caserío por compartir la leyenda “Programa
de vivienda indígena digna”.
El pasado 24
de marzo, la avenida Alfredo del Mazo se vistió de fiesta. Nuvia Mayorga,
presidenta de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas
(CDI), y Rosario Robles Berlanga, titular de la Secretaría de Desarrollo
Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), entregaron cinco de esas viviendas, ubicadas
en este poblado perteneciente al municipio de Atlacomulco, en pleno territorio
mazahua.
Las funcionarias recorrieron las
calles –la mitad de las cuales son de terracería– y, además de supervisar las
casas, visitaron los talleres certificados como “proyectos productivos” en la
elaboración de ayates y pan. Repartieron 200 mil pesos para un proyecto
cultural de alfarería, e incluso participaron en una sesión ordinaria del
gabinete regional del municipio.
“En las
casas que se entregaron y las más de cuatro mil viviendas que se han otorgado
en el Estado de México, vemos a jóvenes, niños, para quienes queremos mejores
condiciones de vida y un mejor futuro”, dijo la presidenta de la CDI.
Con las
casas pardas de San Francisco Chalchihuapan –ecológicas e “indígenas”– el
gobierno de Enrique Peña Nieto intenta fomentar “el bienestar de los pueblos y
las comunidades”, según el Programa de Desarrollo 2014-2018.
Otros de los municipios mexiquenses
beneficiados con este tipo de viviendas son Ixtlahuaca, San José del Rincón,
San Felipe del Progreso y Temascalcingo.
Una de las
casas es la de doña Catarina. Se localiza en la segunda avenida principal del
poblado que, como muchos de los caminos de San Francisco, carece de nombre;
está en los límites del cuadro principal de la localidad.
La
propietaria muestra orgullosa su aposento. Al entrar, lo primero que se observa
es la estufa Patsari, un artefacto de barro y cemento con tres comales para
guisar y un tubo de metal por donde sale el humo de la leña quemada. Es el
orgullo de la CDI.
El sistema
de captación de agua de lluvia y la instalación de celdas solares –elemento
opcional, ya que los beneficiaros tienen que cubrir su costo– conforman,
oficialmente, el diseño ecológico e intercultural de las casas.
Catarina
confiesa que en una de las hornillas sólo ha calentado tortillas, pues ya tiene
“estufa normal”. Su declaración contradice el discurso oficial, según el cual
los modelos de vivienda parten del análisis de usos y costumbres de las
comunidades indígenas, como el de Catarina.
La Patsari
es uno de los pocos muebles que tiene la propietaria de la vivienda. En una de
sus esquinas hay una mesa de madera, un par de sillas; en el otro extremo, un
fregadero, mientras las cazuelas cuelgan de las paredes. La sala funge también
como comedor.
La vivienda
tiene dos recámaras y un baño que puede estar en un rincón o fuera del
inmueble. En su jardín, Catarina tiene su corral de PET, diseñado por la
universidad mexiquense, donde cuida sus gallinas.
“Ahora sí están trabajando”
La entrega
de esas viviendas forma parte del Programa de Infraestructura Indígena, que
busca atender los elementos primordiales del rezago social rural:
electrificación, agua potable, caminos rurales, carreteras alimentadoras,
drenaje y alcantarillado.
Nuvia
Mayorga promovió y pactó estas acciones, desde el inicio de su gestión, con
otras dependencias y programas federales como la Secretaria de Desarrollo
Social (Sedesol), el Fideicomiso Fondo Nacional de Habitaciones Populares
(Fonhapo), la Secretaría de Turismo (Sectur), el Sistema Nacional para el Desarrollo
Integral de la Familia (DIF), la Secretaría de Agricultura, Ganadería,
Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), Petróleos Mexicanos (Pemex) y
la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Con base en las entrevistas
realizadas en el lugar para obtener una de estas siete viviendas, los
postulantes tuvieron que entregar copias de la CURP, comprobante de domicilio,
acreditar que el terrero fuera de su posesión, llenar un formulario
socioeconómico y entregar copia de la credencial de elector.
La asignación, según explicaron
algunos beneficiarios, fue criterio de la CDI, dependiendo de las carencias y
el nivel de rezago en viviendas en el pueblo mazahua.
Atlacomulco
es uno de los 78 municipios mexiquenses con un porcentaje de pobreza de entre
50% y 75%, según el Censo de Población y Vivienda 2010, del Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
De acuerdo con la Comisión Nacional
para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, el programa de vivienda estima la
construcción de mil 400 casas en el Estado de México. Aquí, en San Francisco
Chalchihuapan, en la tierra de los sarapes de lana y los minerales cobrizos,
van apenas siete.
La edificación de estas casas inició
hasta finales de noviembre de 2016, aunque la promesa “ya tenía rato”, comentan algunos vecinos. Las
primeras viviendas se entregaron en febrero pasado, cuatro meses antes de las
elecciones del próximo 4 de junio.
En lo que va
del año ha habido 107 visitas públicas de funcionarios federales y secretarios
de Estado a los municipios mexiquenses para entregar apoyos o lanzar programas
(Proceso 2109). “Ahora sí están trabajando”, dice Catarina.
Mayorga,
quien fue secretaria de Finanzas en el estado de Hidalgo durante la gestión de
Miguel Ángel Osorio Chong (2005-2012), abrazó a las mujeres mazahuas y se tomó
la foto con ellas. Se veía contenta. Ella acudió a la localidad mexiquense en
pleno proceso electoral, pese a las quejas de los partidos de oposición, que
denuncian la entrega de recursos federales por parte de funcionarios y
secretarios de Estado para impulsar al abanderado priista a la gubernatura:
Alfredo del Mazo Maza.
Ha realizado
nueve visitas en lo que va del año al territorio mexiquense. Eso contrasta con
las que realizó desde que asumió la dirección de la CDI en enero de 2013. Su
nombramiento fue cuestionado por asociaciones como la Agencia Internacional de
Prensa Indígena, que la criticó por su falta de experiencia en la materia y por
su cercanía con el actual secretario de Gobernación.
Ahora,
Mayorga suele entregar viviendas y participar en la inauguración de tramos
carreteros, de unidades médicas rurales y en el reparto de recursos monetarios
en Atlacomulco –cuna del Grupo que lleva el nombre del municipio–, donde ha
estado 44.4% de las veces.
Según los
datos obtenidos por apro, en 2013 y 2015 Mayorga realizó un recorrido por año;
en 2016 fueron cinco, y en lo que va de este año suman nueve.
Programas
sesgados.
En relación
con el porcentaje de su población indígena, no existe razón por la cual el
Estado de México sea “prioritario” o justifique el aumento de programas
asistenciales. Si bien la entidad forma parte de las 25 regiones que son
competencia de la CDI, la población indígena mexiquense representa apenas 6.5%,
en contraste con Yucatán, Oaxaca o Chiapas, donde los índices son de 50.4%,
45.2% y 31.5%, respectivamente. Estos últimos estados registraron apenas una
vista de Mayorga en el mismo periodo.
Por otra
parte, desde 2013, el municipio de Peña Nieto ha recibido apoyos federales
cinco veces más que el resto de las regiones mexiquenses, a pesar de que
Atlacomulco ocupa la novena posición de las zonas indígenas del estado, con
31.44 % de su población.
San Felipe
del Progreso, por ejemplo, tiene 63.12% de población indígena, mientras en
Temoaya es de 56.88%. Pese a ello, Mayorga sólo los ha visitado en tres
ocasiones.
En 2016 la
titular de la CDI incrementó las entregas de recursos monetarios de manera
directa. En los años previos asistió sobre todo a la firma de convenios con
gobiernos estatales, entregas de tramos carreteros, inauguraciones de Casas del
Niño Indígena o en la inauguración de Unidades Médicas Rurales.
El pasado 21
de febrero, junto con Paula Hernández, coordinadora nacional de Programa de
Inclusión Social (Prospera), entregaron cuatro mil tarjetas para “Mujeres que
logran en grande” en San Felipe del Progreso y Atlacomulco.
Cada
beneficiaria recibió tres mil pesos. En el registro total de sus actividades,
Mayorga nunca había entregado este tipo de tarjetas, que aluden a la propaganda
estatal del gobernador Eruviel Ávila: “Gente que logra en grande”.
En total,
los recursos federales de la CDI destinados al Estado de México ascienden a 119
millones de pesos, con un estimado de dos mil 830 personas beneficiarias, según
la página de datos abiertos del gobierno (www.datos.gob.mx). Por cierto, la
mayoría de los territorios beneficiados a nivel municipal y estatal tienen
dirigencia priista.
Para el
gobierno federal ser “indígena digno” representa vivir en una superficie de
apenas 44 metros cuadrados, tener una estufa a base de carbón y contar con baño
propio. Esas son, al menos, las características que presume la presidenta de la
CDI en la entrega de las viviendas.
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