Jorge Zepeda Patterson
Revisar a agua pasada lo que sucedió en la campaña electoral
de 2018 parecería un tanto ocioso. Sobre todo cuando no nos damos abasto para
comentar el día a día de una presidencia tan polémica como la de Andrés Manuel
López Obrador. Sin embargo, el recuento que ha hecho Tatiana Clouthier de esos
meses vertiginosos ofrece claves importantes para entender mejor lo que hoy
estamos viviendo.
Juntos Hicimos Historia, el libro publicado por la
coordinadora de campaña de AMLO tiene el enorme mérito de hablar las cosas al
chile, como podría haber dicho esta norteña claridosa. Eso y la peculiar
cualidad de haber sido colocada en el centro mismo de la operación a pesar de
ser una extraña a ese círculo íntimo, le permiten una mirada desde adentro a
veces de extrañeza frente a los usos y costumbres de las tribus de Morena, en
otras ocasiones incluso de reprobación, pero siempre honesta y bien
intencionada. En ese sentido me parece que constituye un testimonio
imprescindible para observar con todos sus claroscuros la verdadera naturaleza
del líder y el grupo que le rodea.
Tatiana Clouthier fue panista buena parte de su vida. Hija y
activista en la campaña de Maquío por la presidencia del país en 1988, diputada
blanquiazul, candidata y coordinadora en diversas campañas de ese partido.
Renunció al PAN en 2005 tras la elección de Manuel Espino a la dirección y
dedicó afanes y desvelos a distintas organizaciones y causas de la sociedad
civil. Eso la fue llevando poco a poco a buscar un cambio político por otras
vías hasta entender que el tabasqueño era la única alternativa para impulsar un
México diferente. Hizo trabajo a su favor en la campaña de 2012 y volvió a
acercarse para el 2018. Y no fue poca su sorpresa cuando él la invitó a asumir
la coordinación de la campaña.
No fue la única cosa que le sorprendió. Este candidato no se
parecía a nada con lo que se hubiera topado antes. Le desesperó que acudiera al
primer debate con un saco que le quedaba grande o se pusiera una camisa nueva
para el segundo debate sin habérsela probado antes (las que traía le quedaban
ajustadas por haber engordado durante la campaña). AMLO no pone atención a esas
cosas, se quejaba la coordinadora pues le parecía que cedían puntos frente
rivales que se presentaban impecables, frescos y muy bien entrenados ante las
cámaras de televisión. Por el contrario, su gallo no solo rechazaba las pautas
obvias a seguir por todo candidato según los expertos, también despreciaba
reuniones importantes con la élite o con medios de comunicación decisivos, en
su afán de andar por rancherías y visitar los 300 distritos del país. Pero a la
postre reconoce que la autenticidad de Andrés Manuel terminó siendo la
estrategia correcta porque trasmitió una imagen real y verosímil a diferencia
del producto fabricado que proyectaron Ricardo Anaya y José Antonio Meade.
Tatiana describe la manera en que a pesar de sus
diferencias le va ganando la admiración y el respeto por López Obrador. Una y
otra vez constata la arraigada sencillez y austeridad del candidato que a veces
raya en lo absurdo: la modestia de hoteles y fondas que frecuenta, la
infatigable manera en que saluda a los humildes y se toma la foto cien del día
como si fuese la primera, la calidez del núcleo familiar del ahora presidente.
Tatiana tiene una especial predilección por Beatriz Mueller y su texto ofrece
ángulos desconocidos de la primera dama, que contrastan con la dura imagen que
han proyectado los medios.
Eso no quiere decir que estuviera de acuerdo con todas las
posiciones de López Obrador. Le costó trabajo entender la alianza con el PES,
el partido de las iglesias evangélicas y más aún la invitación a personas como
Napoleón Gómez, el controvertido líder de los mineros o a Manuel Bartlett el
hombre que a su juicio había congelado el sistema en la elección en la que
compitió su padre. En ambos casos expresó su sentir y ahora lo publica, algo
inusitado en una coordinadora de campaña. En otras ocasiones llamó la atención
al propio López Obrador sobre aspectos puntuales: “Ya no le digas señora
Calderón a Margarita Zavala, son cosas que tienes que cuidar”; deja de hablar de
amnistía para los criminales, habla mejor del proceso de paz. Le pidió una y
otra vez que no criticara a la sociedad civil como un todo ni se peleara con la
iniciativa privada de manera indiscriminada; no todas las organizaciones
civiles son malas ni todos los empresarios son mafiosos; muchos están con
nosotros. En algunas cosas AMLO le hizo caso en otras no. Si los consejos
deveras sirvieran habría fábricas para producirlos, dice Tatiana. A la postre
concluyó que el hombre tiene años de experiencia y casi siempre sus intuiciones
han mostrado ser correctas.
El libro ofrece pasajes de oro molido sobre la corrupción de
los hijos de Martha Sahagún, sobre la estrategia de empresarios como Germán
Larrea o los hermanos Coppel en alianza con Enrique Krauze para hacer
descarrilar la campaña de AMLO. Datos y anécdotas tras bambalinas que nos
obligan a seguir leyendo. No hace falta espulgar entre líneas, porque como se
ha dicho, la autora no tiene pelos en la lengua ni filtros en su pluma. En
suma, un texto imprescindible de un personaje singular de nuestra fauna
política.
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