Darío Celis.
Corría el
año 2008 y Airbus, que capitaneaba Tom Enders, sacó de su línea de producción
un Airbus A340. Era el número de serie 902 versión VIP, o sea: para un Jefe de
Estado.
El
solicitante era el presidente de Túnez, Ben Ali, que estaba por reelegirse por
quinta ocasión y no gozaba ya de mucha popularidad.
La aeronave
fue adquirida en 2009 directamente a Airbus, luego de que una orden de compra
de la aerolínea Kingfisher fuera cancelada.
Al año
siguiente ese A340 fue reconfigurado con interiores VIP. El aparato terminó
costándole al gobierno tunecino 240 millones de dólares.
La bronca
fue que Ali ni siquiera tuvo chance de “saborear” su megaavión. El Presidente
sería depuesto en la “Primavera Árabe” que se vivió en la pasada década.
El nuevo
presidente, Beyi Caid Essebsi, no quiso usar el avión y lo puso a la venta. Se
le pidió a la aerolínea bandera de ese país, a Tunisair, que le encontrara un
nuevo dueño.
La compañía
que preside Elyes Mnakbi lo ofreció en 180 millones de dólares. Es decir, 60
millones menos de lo que costó.
El ganón fue
el gobierno de Turquía, que lo terminó comprando en ¡78 millones de dólares!
Hoy el que se pasea muy gustoso en ese avión de nueva generación es el
presidente Recep Tayyip Erdoğan.
Moraleja:
las aeronaves se deprecian exponencialmente cada día y hay que usarlas.
El gobierno
de Ben Ali nunca lo voló. El aparato estuvo arrumbado en uno de los hangares de
Airbus en Toulouse, Francia. Y es que no hubo mercado para ese avión
presidencial.
Su
reconfiguración los hace costosos e imposible de recuperarlos financieramente
hablando.
La historia
del A340 de Airbus no dista mucho del avión presidencial que ahora Andrés
Manuel López Obrador está rifando.
El Boeing
787 Dreamliner lo adquirió Felipe Calderón en 2012. Se incluyó en una orden de
compra de Aeroméxico, de Eduardo Tricio y Valentín Diez Morodo.
Costó 130
millones de dólares a “casco verde”, esto es, sin pintura y sin asientos, pues
Presidencia lo adecuaría a su gusto. Y estamos hablando de Enrique Peña, que
había ganado las elecciones.
Su
secretario de Hacienda, Luis Videgaray, autorizó una partida adicional de 80
millones de dólares que se pagó a Associated Air Center para reconfigurar el
nuevo TP-01 al gusto del mexiquense.
Compra y
reconfiguración se financiaron con un crédito de Banobras que estructuraron
Meade y Videgaray.
Los
artífices de la compra de ese avión, que tuvo un valor de 210 millones de
dólares, pero que si proyectamos a 15 años el contrato de arrendamiento que
pagará Banobras, subirá hasta los 750 millones, fueron precisamente Meade y
Videgaray.
Aprovecharon
las negociaciones que Andrés Conesa, el director de Aeroméxico, tenía con
Boeing para modernizar la flota de esa compañía.
En
Banobras despachaba Georgina Kessel, quien facilitó toda la ingeniería
financiera. El avión terminó llegando en 2016, año en que Peña Nieto lo empezó
a volar.
¿Por qué
AMLO le tiene tanta animadversión al José María Morelos y Pavón? Porque encarna
las prácticas del neoliberalismo puro que tanto detesta.
Para
acabarla de rematar, Meade, Videgaray y Conesa fueron compañeros en el ITAM y
una de sus maestras ahí fue Kessel.
PREOCUPACIÓN
EN EL gremio de abogados de propiedad intelectual. Y es que la Representación
Comercial de Estados Unidos que comanda Robert Lighthizer empezó a hacer
consultas sobre el cumplimiento de México en temas de derechos de autor y
propiedad industrial. Desde el arribo de la 4T se ha relajado la política en la
materia, con todo y que se incluyó en el T-MEC. Nuestro país puede ser ingresado
a la Sección 301 de la Ley de Comercio estadounidense. En abril, el gobierno de
Donald Trump publica la famosa lista negra.
LA ÚLTIMA
LLAMADA de Altos Hornos de México es un buen resultado de la negociación que
sostiene desde finales del año pasado con Grupo Techint, de Paolo Rocca. La
acerera que en lo operativo lleva Luis Zamudio acumula ya más de 10 mil
millones de pesos en deudas con proveedores. El pasivo ha venido creciendo como
bola de nieve en los últimos 3 años y se agudizó tras los problemas de Alonso
Ancira con la 4T. Le decía que en febrero se sabrá si el emporio coahuilense se
vende o no al grupo italo-argentino.
LAS DOS
PRÓXIMAS semanas serán claves para Grupo CAABSA en su intento por adquirir una
participación en OHL. Los hermanos Luis y Mauricio Amodío han intensificado sus
viajes a España para negociar el cierre de la operación con el equipo de Juan
Miguel Villar-Mir. Los mexicanos ya cuentan con una línea flexible del BBVA,
que preside Carlos Torres. Se habla de 250 millones de dólares. Lo que aún no
queda claro es cuánto del consorcio constructor ibérico asumirían. Las pláticas
versan entre un 30 y 48%. No los pierda de vista.
SI BIEN
PEMEX no paga a los proveedores que están participando en aguas someras, sí le
paga a los bancos que tienen cedidos los contratos de aquéllos. La empresa que
dirige Octavio Romero no puede confontarse con el sector financiero porque
perdería sus propias líneas de crédito. Las instituciones que están en esa
circunstancia son Inbursa de Carlos Slim, Santander de Héctor Grisi, BanBajío
de Santiago Oñate, Bx+ de Antonio del Valle y Engen Capital de Juan Pablo
Loperena. También Bancomext, de Eugenio Nájera.
HABLANDO DE
PEMEX, la empresa está a punto de salir a mercadear el Paquete 5 de la nueva
refinería de Dos Bocas. Es el que quedó pendiente y es el que involucra toda el
área de almacenamiento de petrolíferos. Se va a subdividir en 8 subpaquetes que
agruparán 90 tanques. El valor de este Paquete 5 ronda los 400 millones de
dólares. Apunte algunas de las empresas que podrían participar: Tarsco que
lleva Rubén Cortina, Tradeco de Federico Martínez, Trinity que maneja Javier
Palero y Prodemex de Olegario Vázquez Aldir.
LA
SACUDIDA QUE Raquel Buenrostro le está dando al SAT no se veía desde que
Francisco Gil Díaz era subsecretario de Ingresos de Hacienda, en el sexenio de
Carlos Salinas. De ese tamaño. La funcionaria de la 4T agarró parejo: desde
directores centrales, hasta directores generales. Los que dicen que podrían
aguantar el vendaval son la Auditora Fiscal Federal, Rosalinda López; el
director de las Aduanas, Ricardo Ahued, y el Administrador de Grandes
Contribuyentes, Antonio Martínez Dagnino.
BANORTE
SE ADELANTÓ a todos sus competidores para atender la solicitud que lanzó Andrés
Manuel López Obrador en la Convención Bancaria de hace un año, a fin de reducir
comisiones por remesas en apoyo a los paisanos. En el último reporte de “Quién
es quién en los precios” que presenta la Profeco en “la mañanera”, se informó
que el banco dirigido por Marcos Ramírez es el que paga más. Por cada 300
dólares de envío, Banorte dispensa 5 mil 625 pesos, a un tipo de cambio de
18.75 y con cero cobro de comisión.
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