Enrique
Quintana.
Durante las
últimas semanas se ha cuestionado la certeza que ofrecen las cifras oficiales
mexicanas sobre contagiados y fallecidos por la pandemia de Covid-19.
Uno de los
análisis más sólidos a ese respecto, a mi parecer, es el trabajo de Mario
Romero Zavala y Laurianne Despeghel, que apareció publicado ayer en el Taller
de Datos de Nexos.
A través de
algoritmos que exploraron en las bases de datos del Registro Civil de la Ciudad
de México para el año actual y el anterior, y con datos del Inegi para el
periodo 2016-2018, encontraron que hay un incremento sustancial en la emisión
de actas de defunción en la Ciudad de México.
En el mes de
abril, ese incremento fue 37 por ciento por arriba del promedio de los cuatro
años anteriores, lo que representa 2 mil 429 actas más. Y para el mes de mayo,
sobre la base de los datos registrados hasta el día 20, el incremento es de 120
por ciento con relación al promedio de los cuatro años anteriores, lo que
equivale a 7 mil 395 más.
Pudiera ser
que ese diferencial correspondiera a los fallecidos por Covid-19, reconocidos
oficialmente o no, pero también a los que murieron por otros padecimientos, y
que ante la saturación de los hospitales no recibieron la atención debida.
En realidad,
para estimar el impacto global de la pandemia, no importa que el fallecimiento
haya sido por una o por otra causa. El factor diferenciador este año es la
pandemia.
En este
momento, ya hay poco más de 9 mil 800 fallecidos por arriba de los promedios de
los años previos.
Si este
patrón se repitiera en el resto de la República, es probable que la cantidad de
fallecidos adicionales fuera algo así como ocho veces la cifra de los que se
han identificado oficialmente como muertos por Covid-19.
Así que, los
fallecidos adicionales en este año en abril y mayo, estarían en el orden de 60
mil en toda la República.
El sábado
pasado, el presidente López Obrador calificó como bueno el desempeño de las
autoridades mexicanas en virtud de tener sólo 57 fallecidos por millón
habitantes, lo que implica una cifra más baja incluso que Alemania, país al que
se ha ponderado por su buen manejo de la enfermedad.
Como tantas
veces se ha comentado, la gran diferencia radica en que Alemania ha hecho casi
43 mil pruebas por millón de habitantes frente a las mil 702 de México, es
decir, 25 veces más en términos relativos.
Si la cifra
de fallecidos estimada que referimos antes fuera sólo por Covid-19, entonces
estaríamos sólo por debajo de Bélgica, España e Italia en mortalidad relativa.
Probablemente
nos enteraremos a ciencia cierta del impacto global que tuvo la pandemia hasta
que hayan pasado muchos meses y se puedan analizar las tendencias de la
morbilidad y la mortalidad con datos que no sean los reportes que ofrece la
Secretaría de Salud por las tardes.
Los indicios
parecen indicar que hay la intención de crear la imagen de que el problema es
más leve en México en virtud de la forma en que se ha manejado la pandemia,
aunque haya datos que cuestionen esa afirmación.
Sucederá lo
mismo en materia económica. Más allá de los reportes de apoyos que tarde a
tarde ofrece el gobierno, pronto empezaremos a ver que México es uno de los
países más afectados por la pandemia en las cifras de producción, que son las
comparables internacionalmente.
La caída
prevista de 7.5 por ciento en el PIB para este año (de acuerdo con el promedio
de estimaciones de los expertos que son cuestionados por Banxico o Citibanamex)
va a ser de las más severas a escala mundial.
Ayer el
Inegi ya nos dio un indicio de lo que podemos esperar, al reportar que en el
mes de abril las exportaciones totales de nuestro país cayeron 40.9 por ciento.
De ese
tamaño viene el golpe.
Pero… vamos
bien, diría AMLO.
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