Julio Astillero.
Aún no se
define el impacto que el juicio a Genaro García Luna tendrá en la figura
política de Felipe Calderón Hinojosa y ya están en línea de espera dos
expedientes igualmente lesivos para quien ocupó de manera electoral fraudulenta
Los Pinos de 2006 a 2012: Luis Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño García,
operadores estelares del citado García Luna, han sido también señalados
judicialmente en Estados Unidos como cómplices de maquinaciones desde el
gobierno mexicano para favorecer al cártel de Sinaloa y realizar actos propios
del crimen organizado.
No hay mucha
cancha para la socarronería de Calderón Hinojosa ante las evidencias de que
durante su gobierno se ejerció una narcopolítica terriblemente dañina para el
país (suele decir que no sabía nada de este tipo de hechos: lo niego calderónicamente,
se ha ironizado en redes sociales, sustituyendo su usual categóricamente).
Los
señalamientos judiciales hechos en Nueva York mostrarían a Calderón como ente
absolutamente falto de juicio para darse cuenta de lo que hacía su virtual
vicepresidente policiaco, García Luna, y la banda criminal que lo acompañaba,
con Cárdenas Palomino y Pequeño como feroces y voraces lugartenientes, o de
otra manera resultaría que el político michoacano, entonces panista, sabía,
permitía, promovía o incluso se beneficiaba, así fuera políticamente, de lo que
hacían sus policías favoritos.
La
ampliación del expediente García Luna hacia sus subordinados se dio a conocer
dos días después de que Calderón Hinojosa señaló que el presidente Andrés
Manuel López Obrador no parecía estar en sus cabales ni tener capacidad para
gobernar. Lo hizo durante una especie de conciliábulo de políticos derechistas
deseosos de concertar esfuerzos contra la pandemia del populismo, como dijo el
propio Calderón.
Vía Zoom, a
las cinco de la tarde en horario mexicano, sobre El caso Venezuela como amenaza
hablaron Calderón Hinojosa, Andrés Pastrana y Jorge Quiroga, llamado Tuto
(estos dos fueron presidentes de Colombia y Bolivia, respectivamente), más
Antonio Ledezma, alcalde metropolitano de Caracas; Richard Blanco, diputado
nacional de Venezuela, y Patricia Bullrich, presidenta de PRO Argentina.
Calderón hizo ante ellos una descripción plena de lamentos por lo que a su
entender sucede en México, asegurando que avanza el proceso de conversión de este
país al modelo venezolano actual.
Calderón
Hinojosa tiene ante sí un panorama complicado. Desde luego, los casos de García
Luna y, ahora, Cárdenas Palomino y Pequeño García lo colocan en una situación
histórica, ¿judicial? y políticamente desastrosa: su guerra contra el
narcotráfico fue, además de tentativa fallida de legitimación electoral y
política, un acto de criminalidad desde el máximo poder político nacional, con
los recursos institucionales y el poder del Estado volcados en favor de un
cártel, en detrimento de otros, con lo que se provocó un baño de sangre en el
país, que aún continúa.
Pero,
además, las delaciones de Emilio Lozoya en México podrían alcanzar a varios de
sus allegados e incluso a él mismo como corresponsable de negocios iniciados o
promovidos en su administración y continuados durante el peñismo. Todo ello con
riesgos para su tan anhelado como supuesto salvavidas político, el partido
México Libre, que promueve junto con su esposa, Margarita Zavala, con la
esperanza de contar con un instrumento de defensa y ataque.
En tanto,
otro ex ocupante de Los Pinos, Enrique Peña Nieto, está bajo custodia de
policías españoles en Madrid a petición de autoridades mexicanas, según aseguró
ayer el asesor antimafia Edgardo Buscaglia en una entrevista (
youtu.be/bEa0bmlyC6U), en la que advirtió que la Fiscalía General de la
República debe agregar al expediente Lozoya la acusación de delincuencia
organizada y no sólo de asociación delictuosa, para que no quede este proceso
en una condición disminuida e insuficiente.
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