Martín
Moreno.
Es la misma
película del 2006, días en los que se vivieron campañas sucias, difamaciones
personales, odios políticos y hasta amenazas de muerte. Hoy vivimos – a solo 14 meses de la elección presidencial-
una situación similar: un carnaval de acusaciones cruzadas entre la clase
política, bajo un objetivo prioritario del gobierno peñista, apuntalado por PRI
y PAN: bajar a López Obrador como puntero en las preferencias ciudadanas. Sin
importar el costo. Sin importar que detrás dejen, otra vez, a un país dividido
y en encono. Nada aprendieron.
Es Peña vs
AMLO. Es AMLO vs Calderón. Es Calderón vs AMLO. Es el PRI vs Morena. Es el PAN
vs Morena. Es Salinas vs AMLO. Es AMLO vs la mafia del poder. Es la batalla
encarnizada por la presidencia en el 2018.
¿Quién gana
y quién pierde en esta lucha sin tregua?
López
Obrador tiene dos noticias. Una mala y otra buena:
La mala, es
que el video donde se ve a Eva Cadena, ahora ex candidata de Morena a la Alcaldía
de Las Choapas, Veracruz, recibiendo 500 mil pesos para financiar su campaña,
golpea, se quiera o no reconocer, la campaña presidencial de AMLO. Haya sido
uno, diez o quinientos mil pesos, el hecho de recibir dinero de dudosa
procedencia, le genera ruido al movimiento obradorista que ha hecho de la lucha
contra la corrupción su principal bandera. En mala hora estiró la mano la
señora Cadena.
La buena, es
que ese hecho oscuro– hasta ahora aislado-ni desplomará a AMLO de las
preferencias electorales rumbo al 2018, ni mucho menos lo descarrilará
políticamente. Deberá aguantar un mal round, y hasta allí. No le afectará
personalmente. Eva ya renunció, es investigada, y vámonos a otra cosa. Fue un
descontón que no provocará mayores problemas a AMLO.
Peña Nieto
tiene dos noticias. Una buena y otra mala:
La buena, es
que, al fin, logró morder a AMLO con el affaire Cadena. Por fin pudieron
agarrar en curva a Morena, cuestionar la honestidad valiente y subir al ring a
Andrés Manuel para defenderse, con el consecuente desgaste político y personal
que conlleva el lance. Por supuesto que
AMLO no renunciará a Morena, como torpemente lo exige el líder del PRI. Si a
esas nos atenemos, entonces el PRI ya se hubiera quedado vacío, con tantos
corruptos y ladrones saqueando por todas partes.
La mala, es
qué a solamente 39 días de la elección en el Estado de México, el PRI perdería
hoy la gubernatura, a pesar de que se ha instrumentado una escandalosa e
innegable elección de Estado ante la ceguera y complicidad del INE. La encuesta
de ayer martes del diario Reforma da a Delfina Gómez 29%, sobre 28% de Alfredo
del Mazo, relegando a Vázquez Mota a un tercer lugar del cual difícilmente
saldrá. (A Josefina le pesa mucho el asunto de Juntos Podemos y su
financiamiento público, y no se ve por dónde pueda zafarse). Pero las luces
rojas se encienden en Los Pinos ante un escenario catastrófico para el PRI: si
la elección solamente se cerrara entre Delfina y Del Mazo, la morenista lo
apabulla con 45% sobre 33% del priista. Y más: el…¡94% de los mexiquenses
votaría porque las cosas en el Edomex cambien! El rechazo al PRI, a Peña y a
Eruviel, es brutal.
Felipe
Calderón tiene dos noticias. Una mala y otra buena.
La mala, es
que por cuidar e impulsar a Margarita Zavala y posicionarla rumbo al 2018, ya
la ha eclipsado. Hoy por hoy, Calderón se asume abiertamente como jefe de
campaña de su esposa, pero sus excesos – verbales, políticos, tuiteros y
personales- lo hacen aparecer más como un emisario de Los Pinos para desgastar
a AMLO, que como un ex Presidente cuya opinión deba ser respetada y escuchada.
En su afán de regresar a Los Pinos aun como consorte, Calderón se está llevando
entre las patas a Margarita, que se tiene qué resignar a un segundo plano.
Lástima.
La buena, es
que Calderón ha roto con una regla de oro del viejo y agriado priismo: el
silencio de los ex presidentes. Por donde se le vea, la democracia de un país
se fortalece cuando un ex mandatario aporta ideas, críticas y opiniones sobre
el rumbo del país. Es cuestión de libertades, y esas son intocables. (Lo que
diga es otro cantar).
Carlos
Salinas de Gortari tiene dos noticias. Una buena y otra mala.
La buena, es
que con su nuevo libro vuelve a ser noticia, habla de todo y de lo que quiere,
sin importarle, en lo más mínimo, haber sido el artífice de la crisis
financiera más dolorosa que México haya sufrido, cuando por sus errores
económicos incubados en 1994, se provocó posteriormente que un millón de
mexicanos perdieran todo: negocios, casas, empresas, bienes, autos, etc. Su
libro no será un best seller – ninguno lo ha sido-. Empero, le sirve como
pretexto y plataforma para atacar a su principal enemigo: Andrés Manuel López
Obrador.
La mala, es
que ya nadie le cree a Salinas. Nadie.
A 14 meses de la elección
presidencial, cuyas encuestas más confiables le otorgan el triunfo a López
Obrador, el encono y los odios políticos resurgen con tiempo de anticipación.
Prácticamente son los mismos actores del 2006, cuando nos quedamos al borde del
abismo como país. Abismo que hoy estamos enfrentando con un país mal gobernado,
en el hoyo económico, en la política desprestigiada y corrompida, y en el
aislamiento de un Presidente que ya no escucha ni ve la realidad.
Como en
2006, México vive días de enfrentamientos a muerte entre la clase política sin
ningún recato. Todo sea por el poder presidencial.
Ojalá que en
2018 no nos vayamos todos, ahora sí, al abismo.
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