Dolia Estévez.
Tras la muerte del
periodista Javier Valdez la semana pasada, se manejó la hipótesis de que los perpetradores
del visceral asesinato podrían ser sicarios enviados por Iván y Jesús Alfredo
Guzmán, hijos del extraditado líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo”
Guzmán. Según dicha versión, los Chapitos se indignaron porque el cofundador de
RíoDoce entrevistó a Dámaso López Núñez, un ex incondicional de “El Chapo”
apodado “El Licenciado” con quien los narco juniors están en guerra abierta por
el control del multimillonario negocio.
En la entrevista–que Javier realizó a través de la aplicación
móvil WhatsApp–Dámaso se deslinda de las imputaciones de los Chapitos en cuanto
a que había intentado asesinarlos junto a Ismael Mayo Zambada, mano derecha de
“El Chapo” y último sobreviviente de esa generación de capos.
En el intercambio con Javier, Dámaso dice que Zambada es una “buena persona, pacífica y
respetable”, y que si bien los hermanos Guzmán no son sus enemigos, han
“violado pactos” y provocado violencia con su plan de darle “golpe de estado”.
Dámaso fue capturado a principios de mayo.
Jack Riley, ex número
dos de la DEA que dirigió las operaciones de recaptura de “El Chapo”, me dijo
que su gran temor es que los códigos de otros tiempos se han quebrantado. “Los
hijos de “El Chapo” no operan con el mismo código de conducta de sus
antecesores. Actúan sin pensar. Sin brújula. Son una nueva generación de traficantes
jóvenes completamente irrespetuosos que están ahí por el dinero. Si siguen
operando con alto perfil, matando reporteros y provocando violencia
innecesaria, probablemente no van a lograr imponerse”, vaticinó Riley.
El ex directivo de la DEA–quien dice tener pruebas (escuchas)
que revelan que “El Chapo” ofreció 100 mil dólares por su cabeza cuando era
jefe de la DEA en El Paso en 2007–hoy considera que el sinaloense mantuvo el
poder durante 20 años porque entendía que la violencia era necesaria pero
usarla en exceso podía resultar contraproducente para el negocio. “Los Chapitos no entienden eso”,
señaló Riley, quien se jubiló después de la reaprehensión definitiva de “El
Chapo” en enero de 2016.
Según Riley, “El
Chapo” se mantiene completamente al margen de los sucesos en Sinaloa, deprimido
en una prisión de máxima seguridad en Nueva York, por lo que su desaparición
del escenario en su estado natal está permeando en el siniestro mundo de la
droga. De ahí que Riley pronostique que habrá más violencia a medida que se
fragmenten los cárteles. “‘El Chapo’ no va a regresar. Sinaloa está en riesgo.
La disputa será larga y sangrienta. Vamos a ver más y más violencia. Vamos a
ver el surgimiento de grupos regionales pequeños como ocurrió en Colombia luego
de la muerte de Pablo Escobar.”
RíoDoce hizo una radiografía de los acontecimientos que
antecedieron al asesinato de Javier que refuerzan la narrativa de que el
detonante fue la guerra mediática entre facciones rivales. En un ejercicio de
retrospección, Ismael Bojórquez,
cofundador de RíoDoce y actual director, dice que entrevistar a Dámaso fue una
equivocación. “Nos metimos a una guerra mediática que no era nuestra,
provocando el disgusto —sin que fuera nuestra intención—de la otra parte”.
RíoDoce revela que
luego de la famosa entrevista con Dámaso, los hijos de “El Chapo” presionaron a
Javier para que el trabajo no se publicara. Pero el reportero se negó. Luego pidieron a Valdez y a Bojórquez comprar toda la edición, pero los
periodistas también rechazaron esa petición. Sacados de onda, optaron por
comprar los ejemplares impresos con la entrevista en las tiendas de Culiacán y
Mazatlán. Los sicarios a cargo del decomiso del tiraje completo llevaban
cachuchas con el número “701”, en alusión al ranking de “El Chapo” en la
emblemática lista de billonarios de la revista Forbes en 2009.
Los intentos por controlar la línea editorial de RíoDoce, así
como presumir ufanos el ranking millonario de su padre, muestran la obsesión de los juniors con el
protagonismo y con una imagen que proyecte omnipotencia. Sin embargo, juegan
con fuego. Si se comprueba que en efecto mandaron matar a Javier, la osadía
bien puede ser su Waterloo.
No hay que olvidar que
fueron los delirios de grandeza de “El Chapo” los que provocaron su ruina
irreversible. La insólita invitación a los actores Sean Penn y Kate del
Castillo para discutir el rodaje de un film épico dio la pista a las
autoridades sobre su paradero. Lo que siguió es historia. Su apetito de fama y
esplendor fue el principio del fin.
Riley prevé que la guerra mediática va a escalar. Los capos
seguirán buscando espacios favorables y los periodistas seguirán en medio del
fuego cruzado. Me dice: “Ustedes jugaron un papel importante con la cobertura
de ‘El Chapo’. Mantuvieron informado al público sobre su crueldad y violencia
en Sinaloa y lo hicieron a riesgo de sus propias vidas. En mi opinión, los
periodistas son héroes”.
¿Le sorprendería si matan a más reporteros?
–No, no me sorprendería.
¿Incluidos reporteros extranjeros?
–No veo porque no.
El asesinato de Javier conmocionó. No vamos a dejar de
presionar para que las autoridades capturen y juzguen a los asesinos.
–Entiendo 100% la preocupación del gremio. Es trágico.
¿Conocía a Javier?
–No personalmente, pero sabía de él. Fue muy valiente.
Reportear sobre los cárteles es sumamente arriesgado.
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