Francisco
Ortiz Pinchetti.
Basta con
que uno comente a familiares, amigos o compañeros de trabajo el ser víctima de
un simple resfriado, como es mi caso actual, para recibir a cambio una andanada
de remedios infalibles para curar ese mal. Es algo inevitable, que sin duda
forma parte de la manera de ser del mexicano, cuya solidaridad se manifiesta no
en cuestiones trascendentes como el compromiso social o el cumplimiento del
Estado de Derecho, sino en el consejo desinteresado a otro ser humano para
salvarlo de las garras de alguna enfermedad, así sea la más común.
Tenemos
remedios para todo, o casi, incluidos por supuesto los problemas amorosos y
sentimentales, la depresión, la falta de apetito, la ansiedad, la soltería, la
decadencia senil o el desánimo. Incluyen desde simples actitudes hasta limpias
y pócimas secretas y complicadas que lograrán el milagro de sacarlos adelante.
Resulta finalmente
fascinante constatar la abundancia de las consejas populares contra cualquier
tipo de afección, con la aclaración pertinente que en muchos casos resultan
eficaces, siempre y cuando se sigan las instrucciones respectivas al pie de la
letra.
Aunque no
soy muy afecto a seguir las numerosas recomendaciones que me hacen para al
menos menguar los efectos de las enfermedades, poco a poco me he vuelto
aficionado al tema. Me parece fascinante la variedad casi infinita de
posibilidades que ofrecen. Destaca el uso de hierbas, en inhalaciones,
infusiones o ungüentos, así como la portación de fectiches y colgajos con
cualidades supuestamente mágicas o milagrosas.
Entre mis
tesoros conservo un grueso volumen dedicado al tema, que fue editado hace
algunos años por Ámbar Diseño, S.C. para
la empresa Servicios Profesionales de Impresión (SPI), con un sabroso prólogo
de Laura Esquivel y espléndidamente ilustrado con fotografías de Ignacio
Urquiza. Se titula Remedios para cuerpo y alma (2007) y fue distribuido por esa
imprenta entre sus clientes, como una cortesía de fin de año.
En realidad,
se trata de una muy bien hecha y mejor presentada recopilación de consejos
aportados por diversas personas comunes y corrientes, como usted o yo. Muchas
de ellas tienen origen prehispánico y utilizan raíces y hierbas nada fáciles de
conseguir, salvo en santuarios de la herbolaria como el mercado capitalino de
Sonora. Y algunas tienen, claro, un
evidente sustento científico.
De ese libro
extraigo para compartirlas son ustedes algunas de las recetas que se ofrecen
para muy diferentes males, particularmente las referidas a las dolencias
corporales que con frecuencia nos aquejan o amenazan. Esta es mi selección
mínima:
Ganglios
inflamados: Insertar varios limones como formando un collar, asarlos en el
comal y colocarlos lo más caliente que se aguante alrededor de las anginas.
Dolor de
muelas: Aplicar fomentos calientes de té de árnica sobre el cachete del lado de
la muela afectada.
Presión
arterial alta: Tomar dos dientes de ajo antes de cada comida.
Sobrepeso:
Beber una infusión a base de raíz de tejocote, tlanchalagua, cocolmeca y lima
por lo menos tres veces al día, comenzando en ayunas.
Colitis:
Extraer la pulpa de la hoja de sábila y licuarla con el jugo que acostumbre
beber por las mañanas.
Parásitos
intestinales: Poner a cocer en un litro de agua una cucharada de flores de
cempasúchil y tomar tres veces al día.
Estreñimiento:
Beber por las mañanas un licuado de nopal crudo, naranja y agua.
Anemia:
Comer abundantes verdolagas, espinacas y rábanos en cualquier forma, a lo largo
del día.
Fiebre alta:
Frotar hierbabuena con alcohol en los pies.
Flatulencias:
Preparar una infusión de flor de crisantemo y beber como agua de uso.
Asma:
Rebanar 20 dientes de agua y una cebollita morada. Poner en un recipiente de
vidrio o porcelana y bañarlo con una taza de miel de abeja virgen. Dejar
reposar durante 12 horas y tomar cuatro cucharadas al día.
Hipo: Tomar
al revés un vaso de agua sola o agua con sal y repetir si es necesario.
Diabetes:
Tomar tres veces al día un té preparado con hierba de San Pedro, tronadora,
raíz de nopal, guayacán, prodigiosa, chancarro y cáscara sagrada. Sencillita.
Acidez
estomacal: Tomar al mediodía una taza de té de cuachalalate y cancerina.
Falta de
apetito: Hacer un té de salvia, semilla de cilantro, oreja de ratón y laurel y
tomarlo en ayunas y después de la cena, durante ocho días.
Para la gripa,
como es mi caso (y motivo de estos comentarios), poner a hervir en una tinaja
grande hojas de chirimoyo y comprante, albahaca y eucalipto. Dejar enfriar y a
buena temperatura darse un baño en el caldo resultante, durante buen rato.
Lamentablemente,
el libro no incluye remedios ni recetas que tanta falta nos siguen haciendo
para nuestros perniciosos males políticos. Esos se los debo…
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