Adela
Navarro Bello.
Emilio
Lozoya Austin es sin duda un hombre escurridizo.
Pero su
abogado, el experimentado Javier Coello Trejo, lo está evidenciado como el cabo
suelto, al azuzar que de ser necesario llamaría a testificar en el caso que la
Fiscalía General de la República le sigue por lavado de dinero, particularmente
por sospechosas adquisiciones y dineros que habría recibido extraoficialmente,
cuando fue director de Petróleos Mexicanos, a ex funcionarios y al ex Presidente
de la República.
Coello ha
justificado con hipótesis lógicas en el entramado de la administración pública,
que su cliente actuó conforme le fue dictada la acción de sus superiores.
Literalmente ha dicho que “no se mandaba solo”. Que siempre hubo alguien en
niveles jerárquicos superiores, que estuvo al tanto de las adquisiciones de
Pemex y el aval para las mismas. Además que las compras no fueron sobre fierros
viejos, como se ha dicho por ejemplo en el caso de Agro Nitrogenados, sino la
adquisición de activos materiales.
En ese “no
se manda solo”, allá por la última semana de mayo de 2019 Javier Coello declaró
que si era necesario, mandaría llamar a declarar al Secretario de Hacienda, al
de Economía, al de Energía y al propio Presidente de la República, que fueron
en el sexenio de 2012 a 2018, o sea, a Luis Videgaray, a Ildefonso Guajardo,
Pedro Joaquín, y a Enrique Peña Nieto.
De los
cuatro, sólo Joaquín Coldwell ha solicitado a la Fiscalía General de la
República, ser citado a declarar. El resto ha permanecido en el silencio,
incluido el ex Presidente Peña Nieto.
Lozoya, a
pesar de los señalamientos de probables actos de corrupción cuando fue miembro
del equipo de campaña del candidato a la Presidencia de la República, Enrique
Peña Nieto, y posteriormente después de su incursión en Pemex, ha logrado
salvar la batalla. Incluso después de una orden de aprehensión, cateos y
congelamiento de cuentas, lo suyo ha sido ocultarse de tal forma que su
abogado, el mismo Coello, dice que “no lo van a detener, porque no lo van a
encontrar”, a pesar de que asegura, no ha abandonado, el ex funcionario, la
Ciudad de México.
Realmente
más allá de las teorías de conspiración que desde fuera del Gobierno, o de la
defensa de Lozoya, pudieran hacerse, a los ex funcionarios federales no se les
ve preocupados. El desahogo del ex Presidente bailando sin pena y trasnochado
en una boda, es el más claro ejemplo.
Las
amenazas de Lozoya, en palabras de su abogado, no han hecho que cunda el pánico
entre quienes fueron parte de la pasada administración federal. Al menos claro,
que también ahí haya un pacto, que pueda confirmarse en las recientes
declaraciones de Javier Coello, al deslindar a su cliente de entre los testigos
protegidos que pudieron ser claves para la investigación que se supone (de
acuerdo a una nota de El Universal) se realiza a Peña Nieto en los Estados
Unidos. Coello para defender a Lozoya, dijo que su cliente era leal,
evidentemente se refería a su relación de amistad con Peña Nieto, aunque un mes
antes, envalentonado, haya desafiado con mandar citar al ex Presidente.
Lo que sí
es que Coello acusa directo. En entrevistas con medios de la Ciudad de México
ha dicho que su cliente es víctima de una campaña en su contra, que concluyó en
una investigación ministerial y judicial, orquestada por el ex Secretario de
Hacienda, Luis Videgaray Caso, quien era superior del director de Pemex al
momento de las adquisiciones sospechosas que están en investigación. Así lo
dijo Coello, “mi cliente no cometió ningún ilícito, no firmó el contrato, él
recibía instrucciones del Consejo de Administración de acuerdo a ley de Pemex.
Una operación de esta envergadura como dicen que fue de más de 200 millones de
dólares, obviamente que tenía que autorizarlo el Consejo de Administración.
Tiene razón Gertz, que se vaya hasta el fondo hasta donde toque, quieren
erradicar la corrupción, vámonos a fondo, caiga quien caiga”.
Ciertamente
los señalamientos y “las investigaciones” contra Lozoya iniciaron en el sexenio
de Peña, cuando sólo la confabulación del entonces Procurador General de la
República, Elías Beltrán, lo defendieron. Este último prácticamente congeló el
caso que ahora el Fiscal General, Alejandro Gertz Manero, está obligado a
desenmarañar, sea para llevar al ex director de Pemex a la cárcel o para
deslindarlo de responsabilidades criminales.
Coello,
quien fue subprocurador de investigación y lucha contra el narcotráfico en el
sexenio de Carlos Salinas de Gortari, poseía estar protagonizando una
estrategia para pasar de ubicar a su cliente como un cabo suelto, a un engaño
político, en el que todos los involucrados, y señalados por él mismo, no
pisarán la sala de un juzgado.
La serenidad
de los exfuncionarios, la negativa del presidente Andrés Manuel López
Obrador para investigar a los ex presidentes (ha pospuesto la prometida
consulta al respecto de manera sistemática), y la falta de capacidad de la
Fiscalía General para concretar un caso sólido y encontrar a Emilio Lozoya en
la Ciudad de México, son elementos que preocupan cuando lo que se requiere es
justicia y combate a la corrupción, especialmente después de los señalamientos
contra el ex director de Pemex, que han sido consignados en tribunales en el
extranjero y relatados en investigaciones periodísticas, dando cuenta de
tráfico de influencias, sobornos, operaciones con recursos de procedencia
ilícita, y en meses recientes y oficialmente, lavado de dinero.
Alejandro
Gertz Manero dijo al cumplirse los 100 días de su llegada a la Fiscalía General
de la República, que pronto tendrían resultados en el caso Odebrecht, pero
pasan los días y no hay aprehensiones, eso sí, hay mucho espectáculo mediático
sin información oficial.
Total, que a
cómo van las cosas, Emilio Lozoya podría pasar de ser el cabo suelto de la
corrupción en el sexenio de Peña, al engaño para mantener la impunidad en la
corrupción del sexenio pasado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.