Javier Risco.
Fue a inicios de agosto del año pasado, eran tiempos de
transición. El gobierno de Peña Nieto ya no operaba, no se aparecía, había
tirado la toalla desde junio, o quizá antes. El gobierno de Andrés Manuel López
Obrador había tenido la idea de empezar a crear puentes con las víctimas, los
llamó “Foros de consulta sobre la paz y reconciliación”, el primero fue en
Ciudad Juárez, Chihuahua, ese acercamiento del Presidente con las víctimas, con
los familiares de los desaparecidos, no fue el mejor, así lo escribía la
periodista Marcela Turati en una crónica para el semanario Proceso: “El virtual
presidente electo Andrés Manuel López Obrador pidió a los juarenses que
perdonen. Al escucharlo, las víctimas que estaban en primera fila –mamás de desaparecidos
y masacrados, personas torturadas y desplazados– lanzaron gritos de “¡No! Sin
justicia no hay perdón” y “ni perdón ni olvido”. El futuro Presidente dijo que
respeta a quienes piensan así, pero en esta ciudad que ha sido llamada el
“epicentro del dolor”, insistió en que “olvido no, perdón sí”. El tiempo nos
demostraría que los foros fueron un fracaso, no se logró el objetivo de los
mismos, se cancelaron poco más de la mitad, y varios estados que habían sufrido
el acoso del crimen la última década no recibieron a las autoridades del nuevo
gobierno, no fueron escuchados.
Realmente uno de los pendientes de Andrés Manuel López
Obrador ha sido el de las víctimas, no es para menos, la herencia de 40 mil
desaparecidos pesa ahora como responsabilidad de su administración, y ayer otra
vez quedó en evidencia el grito desesperado de algunas de ellas al presentar el
informe de avances a tres meses del relanzamiento del Sistema Nacional de
Búsqueda de Personas. El momento más crítico fue cuando una mujer se le hincó
por dos minutos al Presidente y llorando le pidió encontrar a su hijo
desaparecido en Tamaulipas. ¡Búsquenlos vivos! ¡Señor Presidente, fueron los
marinos!, apuntan algunas crónicas periodísticas. Como ella miles más, algunas
se hincan en marchas, otras gastan todo lo que tienen buscando a sus padres,
hijos, hermanos.
Las palabras y respuestas del Presidente suenan vacías:
“Quiero decirles que puedo enfrentar esta situación lamentable, grave, porque
no tengo problemas de conciencia”, agregó también que la prioridad número uno
de su gobierno es solucionar el problema de la inseguridad y de la violencia y,
sobre todo, el de los desaparecidos. Sin embargo, el presupuesto para este año
para la Comisión Nacional de Búsqueda fue menor al de 2018. No dudo en la labor
de la Dra. Karla Quintana como comisionada, creo que en estos meses ha llegado
a coordinar las oficinas estatales, a tender puentes con organizaciones
internacionales y a ejercer el presupuesto de poco más de 400 millones de
pesos. Sin embargo, la oficina sigue siendo de poco más de 40 personas –la
mitad de ellos administrativos. ¿De verdad, Presidente, esto es “no escatimar
recursos” o “dar todo el apoyo”? La Comisión Nacional de Búsqueda no puede ser
un grupo de personas que quepan en un piso de un edificio, se necesita ampliar
el personal, dar un golpe en la mesa y dejar de hacer eventos protocolarios
para gente que sigue exigiendo que busquen a los suyos. Como ejemplo, la voz de
Carmen Zamora, rescatada por el periodista Itxaro Arteta: “Yo creo que desde la
reunión de marzo y ahora sólo han sido palabras. Realmente no se ha visto
impactado nada de lo que se ha hablado, nada implementado. Cada vez hay más
desaparecidos y los recursos están detenidos en los estados, a pesar de lo que
se ha dicho, no han sido de verdad aterrizados en los municipios. Y qué es lo
que pasa, que nosotros con nuestros propios recursos, los que somos buscadores
de a pie”. Seis meses es normal que siga el pendiente, lo que no puede seguir
es la simulación. Dentro de la comisión se está haciendo un trabajo
sobrehumano, no es suficiente, necesitan más apoyo y ese sólo vendrá con una
orden presidencial, 40 personas no pueden encontrar a 40 mil, así de fácil.
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