martes, 25 de junio de 2019

El pendiente.


Javier Risco.

Fue a inicios de agosto del año pasado, eran tiempos de transición. El gobierno de Peña Nieto ya no operaba, no se aparecía, había tirado la toalla desde junio, o quizá antes. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador había tenido la idea de empezar a crear puentes con las víctimas, los llamó “Foros de consulta sobre la paz y reconciliación”, el primero fue en Ciudad Juárez, Chihuahua, ese acercamiento del Presidente con las víctimas, con los familiares de los desaparecidos, no fue el mejor, así lo escribía la periodista Marcela Turati en una crónica para el semanario Proceso: “El virtual presidente electo Andrés Manuel López Obrador pidió a los juarenses que perdonen. Al escucharlo, las víctimas que estaban en primera fila –mamás de desaparecidos y masacrados, personas torturadas y desplazados– lanzaron gritos de “¡No! Sin justicia no hay perdón” y “ni perdón ni olvido”. El futuro Presidente dijo que respeta a quienes piensan así, pero en esta ciudad que ha sido llamada el “epicentro del dolor”, insistió en que “olvido no, perdón sí”. El tiempo nos demostraría que los foros fueron un fracaso, no se logró el objetivo de los mismos, se cancelaron poco más de la mitad, y varios estados que habían sufrido el acoso del crimen la última década no recibieron a las autoridades del nuevo gobierno, no fueron escuchados.

Realmente uno de los pendientes de Andrés Manuel López Obrador ha sido el de las víctimas, no es para menos, la herencia de 40 mil desaparecidos pesa ahora como responsabilidad de su administración, y ayer otra vez quedó en evidencia el grito desesperado de algunas de ellas al presentar el informe de avances a tres meses del relanzamiento del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas. El momento más crítico fue cuando una mujer se le hincó por dos minutos al Presidente y llorando le pidió encontrar a su hijo desaparecido en Tamaulipas. ¡Búsquenlos vivos! ¡Señor Presidente, fueron los marinos!, apuntan algunas crónicas periodísticas. Como ella miles más, algunas se hincan en marchas, otras gastan todo lo que tienen buscando a sus padres, hijos, hermanos.

Las palabras y respuestas del Presidente suenan vacías: “Quiero decirles que puedo enfrentar esta situación lamentable, grave, porque no tengo problemas de conciencia”, agregó también que la prioridad número uno de su gobierno es solucionar el problema de la inseguridad y de la violencia y, sobre todo, el de los desaparecidos. Sin embargo, el presupuesto para este año para la Comisión Nacional de Búsqueda fue menor al de 2018. No dudo en la labor de la Dra. Karla Quintana como comisionada, creo que en estos meses ha llegado a coordinar las oficinas estatales, a tender puentes con organizaciones internacionales y a ejercer el presupuesto de poco más de 400 millones de pesos. Sin embargo, la oficina sigue siendo de poco más de 40 personas –la mitad de ellos administrativos. ¿De verdad, Presidente, esto es “no escatimar recursos” o “dar todo el apoyo”? La Comisión Nacional de Búsqueda no puede ser un grupo de personas que quepan en un piso de un edificio, se necesita ampliar el personal, dar un golpe en la mesa y dejar de hacer eventos protocolarios para gente que sigue exigiendo que busquen a los suyos. Como ejemplo, la voz de Carmen Zamora, rescatada por el periodista Itxaro Arteta: “Yo creo que desde la reunión de marzo y ahora sólo han sido palabras. Realmente no se ha visto impactado nada de lo que se ha hablado, nada implementado. Cada vez hay más desaparecidos y los recursos están detenidos en los estados, a pesar de lo que se ha dicho, no han sido de verdad aterrizados en los municipios. Y qué es lo que pasa, que nosotros con nuestros propios recursos, los que somos buscadores de a pie”. Seis meses es normal que siga el pendiente, lo que no puede seguir es la simulación. Dentro de la comisión se está haciendo un trabajo sobrehumano, no es suficiente, necesitan más apoyo y ese sólo vendrá con una orden presidencial, 40 personas no pueden encontrar a 40 mil, así de fácil.

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