Alejandro Calvillo.
El permafrost se está derritiendo a niveles que se preveía no
ocurrirían hasta 2090. El deshielo que están registrando los investigadores no
se esperaba hasta que la temperatura del aire se acercara a los niveles que el
Panel Intergubernamental de Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC, por sus
siglas en inglés) predecía se alcanzarían en 2090.
Con el derretimiento del permafrost que cubre el 25 por
ciento de la superficie terrestre del hemisferio norte se liberarán miles de
millones de toneladas de gases de efecto invernadero, capturados en el hielo
desde hace miles de años. La liberación de esos gases provocaría un aumento de
la temperatura que incrementaría, a su vez, el deshielo del permafrost restante
que llevaría a la liberación de más gases invernadero que provocaría un mayor
aumento de la temperatura; un círculo de retroalimentación del cambio climático
fuera de todo control.
El hecho de que escenarios que el IPCC preveía que
ocurrieran dentro de 70 años, se estén presentando actualmente, nos lleva a
sonar la alarma sobre lo que estaremos viviendo en los próximos años. Un grupo
de expertos señalan que las predicciones del IPCC, un organismo
intergubernamental creado por la ONU, han sido muy conservadoras. Si uno lee
las predicciones del IPCC se espanta del futuro que les espera a nuestros hijos
y nietos. Pero si las predicciones del IPCC son conservadoras y las evidencias
del avance del cambio climático ya son tan visibles, lo que nos espanta es ya
el presente de un planeta entrando en una crisis climática muy grave. Las
evidencias muestran que el cambio climático está presentando daños mucho
mayores y los tiempos en que estos se están presentando son mucho menores. Los
expertos señalan que el IPCC no ha querido alarmar a la humanidad, una práctica
que se explica por su carácter gubernamental.
Hace unos días, manifestantes bloquearon la calle frente al
periódico de mayor reconocimiento en el mundo, el New York Times, le reclamaban
a este medio, que el cambio climático no fuera un asunto central en sus
páginas. El cambio climático está detrás de muchos hechos que vivimos y que nos
están afectando, sin embargo, no se le menciona, no se le identifica.
Por ejemplo, para entender la masiva migración de Centro
América hacia el norte, pasando por México, debe considerarse como una de sus
principales causas, la situación climática en el llamado “Corredor Seco”,
designado así por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura. El “Corredor Seco” es una extensa área de 1,600 kilómetros de
largo por 100 a 400 kilómetros de ancho que va, paralela a la costa del
Pacífico, desde el sur de Chiapas hasta Panamá, pasando por parte de Guatemala,
El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
En esta región, las sequias que se han agudizado a causa
del cambio climático han provocado la pérdida de la mitad de las cosechas de
maíz y frijoles de las familias campesinas, dejándolos sin reservas de
alimentos. Dentro de este “Corredor Seco” se concentra el 90 por ciento de la población
Centroamericana. La mitad de los 1.9 millones de agricultores de pequeña
escala, productores de granos básicos de la región, se encuentran dentro de
esta zona. De acuerdo a la FAO, hasta un 82 por ciento de las familias ha
vendido ya sus herramientas y sus animales para comprar comida.
¿Y por qué no se habla de la situación climática en la región
como una de las causas centrales de la migración? El IPCC ha señalado que el
cambio climático daría origen a migraciones masivas de poblaciones alrededor
del mundo, expulsados de sus tierras por falta de alimentos, por falta de agua.
A la par que el pemafrost se derrite aceleradamente, los
glaciares alrededor del mundo también lo hacen. Actualmente, 10 por ciento
de la Tierra está cubierta por glaciares. En los Himalayas, que son el recurso
de agua para una amplia región y población de Asia, los glaciares se están
perdiendo, millones de toneladas de hielo se derriten cada año y no hay
reemplazo por nieve. El autor de un estudio reciente sobre la situación de
estos glaciares escribió: “Lo que realmente resulta más preocupante de estos
hallazgos es la duplicación de la velocidad de derretimiento del glaciar. No
tengo ninguna duda de que lo que estamos viendo es el impacto del cambio
climático”. Se prevé que millones de personas en el continente asiático sufran
desabasto de agua y enfrenten grandes pérdidas en la agricultura que depende
del recurso proveniente año con año de estos glaciares.
Los glaciares de Groenlandia están enfrentando situaciones
similares donde se han registrado que las pérdidas de hielo en 2012 de más de
400 mil toneladas, fue casi cuatro veces mayor que en 2003. Igual situación se
ha registrado en la Antártida donde en 1980 se registró una pérdida de hielo de
aproximadamente 40 mil toneladas de hielo y actualmente estas pérdidas son 6
veces mayores, de alrededor de 250 mil millones de toneladas. El deshielo de
los glaciares tiene dos impactos: el aumento del nivel del mar que tiene un
impacto directo en zonas costeras bajas en varias regiones del mundo y la
pérdida de superficie terrestre reflejante de los rayos que contribuye al ciclo
de retroalimentación del cambio climático ya que esta superficie se convierte
de reflejante a absorbente de los rayos solares, contribuyendo al calentamiento
del planeta que a su vez contribuye al deshielo de los glaciares.
Las advertencias de los científicos, en este caso de Josh
Marer, del Observatorio de la Tierra de la Universidad de Columbia, que ha
trabajado sobre los glaciares del Himalaya, se pueden compartir a gran parte
del planeta: “Los hallazgos de esta investigación sugieren que sin
intervenciones serias y drásticas el pronóstico del planeta parece sombrío. En
ese sentido, los autores del estudio resaltan la necesidad de preparar a las
sociedades que viven allí con predicciones realistas de cómo será este paisaje
en 10 o 20 años”.
El Secretario General de Naciones Unidas, Antonio
Guterres, recién escribió desde Fiji, una de las tantas islas que comienza a
ver los estragos del cambio climático y quese sabe que desaparecerá si no se
hace algo radical: “Como Secretario General, tengo muchas batallas. Como
abuelo, la lucha contra el cambio climático es la contienda de mi vida”.
Lamentablemente, “es una batalla que no estamos ganando”. La declaración es
similar a la del hombre de 81 años que como parte del movimiento de acciones
directas y resistencia civil contra el cambio climático, Extinction Rebellion,
se subió al techo de un tren en Londres para evitar su partida y llamar la
atención del gobierno, los medios y la sociedad de enfrentar el cambio
climático: el hacer algo por sus nietos a los que heredan un mundo en caos
climático.
La clave para reducir el impacto del cambio climático, para
que este sea menor de lo que puede ser, es reducir las emisiones y adaptarse a
los impactos. La única región del mundo que alcanzará la reducción de emisiones
de gases de efecto invernadero en un 50 por ciento de aquí al 2030, será la de
la Unión Europea. En las naciones de ingresos bajos y medios, la transición energética
aún está muy lejos, más cuando varias de estas naciones, como México, siguen
apostando al petróleo y el carbón. De esta manera, nuestros países continuaran
rezagados en el desarrollo de su infraestructura solar y eólica, en el
desarrollo de sus energías limpias que cada día son más rentables y algunas de
ellas más económicas que las convencionales. Al mismo tiempo que, por su alta
vulnerabilidad, se verán sumergidas en los impactos del cambio climático.
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