Ricardo
Ravelo.
Édgar Veytia,
el ex Fiscal de Nayarit que desde el poder permitió la expansión del Cártel de
Jalisco Nueva Generación en esa entidad, fue sentenciado a 20 años de prisión
en Estados Unidos por fomentar el tráfico de drogas; sin embargo, el ex
Gobernador Roberto Sandoval Castañeda –su jefe– sigue libre a pesar de que el
Departamento del Tesoro también lo acusa de lavado de dinero y de proteger al
mismo cártel con el que Veytia se vinculó.
Ahora que
pesa en su contra una sentencia condenatoria, quedó claro que Veytia era un
criminal que sirvió al narcotráfico desde la Fiscalía de Nayarit; durante su
paso por ese cargo, el ex funcionario fue acusado de asesinatos, secuestros,
despojo de propiedades, invasión de tierras, lavado de dinero, producción y
distribución de drogas.
Era todo un
capo, pues.
No obstante,
el entonces Gobernador Roberto Sandoval –cuya riqueza descomunal lo delata
como corrupto y presunto lavador de dinero del narco, según las investigaciones
estadunidenses, lo mantuvo en el cargo y lo protegió de todas las acusaciones
hasta que fue detenido en marzo de 2017 en Estados Unidos.
Bajo la
protección del entonces Gobernador Sandoval Castañeda y de Édgar Veytia, el
cártel de Jalisco expandió sus redes hacia Nayarit hasta convertir a ese estado
en una de sus principales plazas, después de Jalisco, su base de operaciones.
De acuerdo
con las investigaciones estadounidenses, Veytia utilizó la Fiscalía de
Nayarit para operar en el crimen organizado al más alto nivel. El Gobernador
Sandoval no sólo conocía dichas operaciones, sino que las protegió, pues a
cambio también recibía fuertes sumas de dinero con las que compró ranchos,
casas, ganado de alto registro, aunque él niega que su fortuna sea producto de
la corrupción y de sus vínculos con el crimen organizado.
Pero en su
caso no existe otra explicación: Cuando fue Alcalde de la ciudad de Tepic,
Roberto Sandoval no tenía en qué caerse muerto. Después de ser Alcalde se lanzó
como candidato del PRI a la gubernatura con el respaldo de Enrique Peña Nieto,
quien lo consideró como uno de los “nuevos rostros del PRI”, la nueva
generación de políticos que eran orgullo de ese partido.
Sandoval
Castañeda aparecía públicamente y en los medios de comunicación como un
Gobernador poderoso y no menos impune que se daba baños de pureza: defendía su
honestidad a toda prueba, pues decía que él ahorraba dinero y que con mucho
esfuerzo fue amasando su capital y el de su familia.
El tiempo
demostró que no era así: Roberto Sandoval terminó enredado en una madeja de
corrupción que construyeron tanto familiares suyos como amigos, crearon una red
de empresas para asignarse millonarios contratos de obra pública que ellos
mismos autorizaban y liquidaban. Esta estructura de corrupción le permitió
aumentar su riqueza, la cual fue inocultable:
En abril de
2018, por ejemplo, la Fiscalía General de Nayarit embargó de manera
precautoria dos ranchos propiedad de Sandoval Castañeda ubicados en las
comunidades de Aután, municipio de San Blas.
Ambas
propiedades aparecen en la investigación NAY/TEP-lll/CI/0031/18, con la cual las
autoridades pudieron asegurar también cinco inmuebles más en la ciudad de
Tepic.
Tras el
embargo, Rodrigo González Barrios –vocero de la Comisión de la Verdad– dijo
que los abogados del ex Gobernador Sandoval Castañeda interpusieron algunos
amparos para que no se tocaran ambas propiedades.
En el
expediente del caso se detalla que uno de los ranchos tiene una superficie
de 58 hectáreas y fue comprado en 58 millones de pesos, pero el rancho más
fastuoso, “El Sueño”, abarca 17 hectáreas y cuenta con ganado de alto registro.
Está ubicado en la carretera que lleva del poblado de Villa Hidalgo, municipio
de Santiago Ixcuintla, al de Aután, en San Blas.
Con base en
las investigaciones se sabe que en esas dos propiedades Sandoval estaba
asociado con el cantante Ezequiel Peña y con Joan Sebastian para criar caballos
de raza azteca y española. Pero eso no es todo: la Comisión de la Verdad ha
recibido otras denuncias que dan cuenta que Sandoval Castañeda posee otros ocho
ranchos en Acaponeta, Tepic, Santiago Ixcuintla y Bahía de Bandera, los cuales
están a nombre de testaferros.
Sobre el
rancho “El Sueño” pobladores de Aután dicen que de un momento a otro ese
predio se llenó de ganado de alto registro, caballos finos y borregos. Se
afirma que esas tierras eran propiedad de José Castro, ejidatario de la zona,
quien las vendió a otra persona y luego apareció como dueño el entonces
Gobernador Roberto Sandoval. En “El Sueño” las fiestas eran frecuentes, dicen
los lugareños: armaban unas fiestas con bandas musicales que duraban hasta la
madrugada. “El Rancho” tiene un lago artificial, uno de sus más admirados
atractivos.
Aunque
Roberto Sandoval ha negado que su riqueza provenga de la corrupción
institucional y menos del narcotráfico, el Departamento del Tesoro de Estados
Unidos, así como la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de
Hacienda, lo investigan por lavado de dinero, pues ambas áreas de investigación
consideran que la riqueza que posee el ex mandatario no se apega a lo que ha
devengado como funcionario público.
Según las
investigaciones del Departamento del Tesoro, Roberto Sandoval participó en
una variedad de actividades de corrupción y recibió sobornos del cártel de
Jalisco; también está señalado de formar parte de la red de gobernadores que
fueron utilizados, en el sexenio de Enrique Peña Nieto para desviar dinero del
erario público hacia el PRI, cuyos fondos –según las investigaciones– se usaron
para financiar las campañas de varios candidatos.
Otros
delitos también pesan en su contra: enriquecimiento ilícito, uso indebido de
funciones –en este caso porque condicionó la entrega de los recursos del
Programa de Seguro Alimentario (Prosa)– a quienes no votaran por el PRI. Por
este abuso, el Congreso estatal en Nayarit inhabilitó al ex mandatario por un
lapso de 20 años para que no pueda ocupar ningún cargo público ni empleo
alguno, cargos o comisiones que tengan que ver con el Servicio Público.
A pesar de
todos estos señalamientos –en Estados Unidos las investigaciones siguen
abiertas– Roberto Sandoval se ha defendido públicamente y asegura que no desvió
ni un centavo del erario público y cuantas veces puede recurre a su frase ya
hecha:
“Yo soy
ganadero, crío ganado, mi padre me enseñó hace muchos años. Yo vendo caballos,
no compro caballos. No desvié ni un solo peso; no me imagino donde pueden caber
2 mil millones de pesos”.
Respecto
de las cinco propiedades aseguradas, dijo que dos las compró él, una es de su
fundación, otra de su hija y la última no tiene relación con él o con su
familia.
De los ex
mandatarios priistas que cayeron en desgracia –Tomás Yarrington, Eugenio
Hernández, Roberto Borge, Javier Duarte, César Duarte, entre otros–el único que
falta por caer es Roberto Sandoval.
El ex
Gobernador de Nayarit se mueve a sus anchas a lo largo y ancho de la República
mexicana como si no tuviera cuentas pendientes con la justicia.
Sin embargo,
de un momento a otro puede ser detenido. Le espera el mismo destino que su
Fiscal, Édgar Veytia: una condena ejemplar por sus presuntos actos de
corrupción y ligas con el narcotráfico.
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