Darío Celis.
En febrero
de este año se presentaron en el sector salud tres casos de reacciones adversas
por suministro de metotrexato. Fue en el Hospital del Niño Poblano, donde tres
infantes murieron.
Tanto la
Secretaría de Salud del estado como el propio nosocomio aceptaron que los
decesos no fueron por la calidad del fármaco en sí mismo, sino por la forma en
que se suministró.
El
respectivo reporte de farmacovigilancia así lo demostró. El metotrexato es un
medicamento muy maduro. Lleva 20 años siendo un genérico y ya incluso dejó de
ser rentable para la industria.
Pero a pesar
de que las autoridades locales reconocieron que la causa de las muertes fue por
la forma en que se dosificó el fármaco, el laboratorio PiSA recibió una orden
de verificación sanitaria.
Fue la
19MF330901748M0 de la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios
(Cofepris), que preside José Alonso Novelo, un pediatra yucateco, cuya
principal virtud es ser partidario de Morena y amigo de Andrés Manuel López
Obrador.
El regulador
hizo la verificación de rigor y de ella se desprendió la conclusión de que el
metotrexato del laboratorio tapatío de Carlos Álvarez Bermejillo tenía cero
defectos críticos.
Lo que sí se
le señaló a la empresa en el reporte de farmacovigilancia de la Cofepris fueron
problemas “administrativos” que quedaron asentados en seis observaciones.
La misma
dependencia de Novelo reconoció que el fármaco para combatir el cáncer en niños
no estaba contaminado. Pero aún así impuso una medida sanitaria. Fue con el
folio número 89
¿Cuál fue
esa medida? Prohibió que PiSA la siguiera fabricando y distribuyendo a los
hospitales del sector salud. Así, desde el mes de mayo la producción del metotrexato
quedó suspendida.
La Cofepris
y el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell,
pensaron equivocadamente que tenían suficiente metotrexato para sustituir a
PiSA.
Desde ese
mes de mayo emitieron un comunicado diciendo que había otros cuatro productores
del medicamento. Y todavía tres meses después, ya con quejas de padres y
médicos, lo volvieron a ratificar.
Con el
riesgo de desabasto por el cierre de las líneas de producción de PiSA por un
tema administrativo y la orden de no distribuir, la Cofepris publicó en su
página web lo siguiente:
Palabras más
palabras menos, existen cinco productores de metrotexato que tienen el permiso
para importarlo hasta el 2020 y que equivale a una producción de 35 millones de
unidades.
Efectivamente,
además de PiSA lo tienen el mexicano Zurich, el español Accord, el argentino
Asofarma, el israelí Teva y el alemán Fresenius. Pero ya nadie, excepto el
primero, lo produce.
El
metrotexato es un fármaco maduro cuyo costo de fabricación versus el valor del
mercado hace que ya no sea redituable. Por eso el gobierno de la 4T tuvo que
salir a comprarlo de emergencia a Francia.
La medida de
seguridad folio 89 de PiSA se materializó hasta el 11 de junio en un acta de
prevención que ratificó la suspensión de producción y distribución del
metotrexato por la Cofepris.
La firmó el
director ejecutivo de Supervisión y Vigilancia Sanitaria, Ricardo Cárdenas
Orozco. Pero otra vez, se sancionan inconsistencias administrativas, no la
calidad del producto.
A partir de
ahí la Cofepris y la Secretaría de Salud, de Jorge Alcocer, ordenan a PiSA que
recoja lo que había mandado a centros de distribución. Eran 17 mil dosis, que
equivalían a un mes de abasto.
Cuando la
oficial mayor de Hacienda, Raquel Buenrostro, asegura en privado que PiSA
escondió y chantajeó al gobierno con el metotrexato, o la mal informan o actúa
de mala fe.
Tanto los
susodichos Novelo y López-Gatell debieron saber:
1) Que la
calidad del metotrexato de PiSA nunca estuvo en falta y que las muertes de los
niños fueron por la forma en que se les dosificó el producto.
2) Que a
pesar de que había cinco productores, PiSA era el único que lo producía y no
por una cuestión de monopolio, sino porque los otros cuatro dejaron de
fabricarlo e importarlo.
3) Que el
producto nunca se ocultó: conocían de las 17 mil dosis y sabían perfectamente
dónde estaban porque la misma Cofepris le ordenó a PiSA recogerlas.
4) Conocían
desde junio que el nivel de inventario iba a provocar un inminente desabasto en
los hospitales del sector público.
Cuando
Novelo y López-Gatell se enteran que de los cuatro laboratorios que podían
sustituir a PiSA ninguno podía hacer frente al ya inevitable desabasto, salen
con un cuento más.
El 27 de
agosto se emite un comunicado en el que informan que los principales
“productores” del metrotexato no cuentan con el certificado de vigilancia y
buenas prácticas de fabricación.
La Cofepris
vuelve a mentir: primero en mayo dijo que había cinco fabricantes que
garantizaban 35 millones de dosis y tres meses después asegura que ninguno
tiene certificados para hacerlo.
Y además
remata cargando toda la responsabilidad del desabasto a PiSA, cuando desde mayo
le frenó la producción y le ordenó recoger el metotrexato so riesgo de que se
echara a perder.
El desabasto
del fármaco hizo crisis el 26 de agosto, cuando padres de niños con cáncer
cerraron los accesos al aeropuerto de la CDMX. El tema se empezaba a salir del
ámbito de la Cofepris.
Novelo
empezó a decir más mentiras para justificar sus errores. Ese mismo lunes
recibió una llamada de Alejandro Mohar, titular de la Comisión Coordinadora de
Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE).
El
especialista urgió a Novelo a liberalizar las únicas dosis que había en todo el
país: las 17 mil que PiSA recogió por orden de la misma Cofepris. Novelo
todavía intentó cubrirse diciendo que éstas nunca se habían asegurado y que la
empresa las tenía guardadas.
La
intervención de Mohar derivó en una reunión al otro día, el martes 27 de
agosto, entre Novelo y el director de Relaciones Institucionales de Pisa, José
Antonio Zavala.
Zavala llegó
muy temprano a las oficinas de Novelo desde Guadalajara con el ánimo de apoyar
el problema del desabasto, pero en la recepción le dijeron que no tenía cita y
que tenía que gestionarla vía correo electrónico.
El directivo
fue recibido por Novelo hasta las 2 de la tarde y en la reunión, donde todo el
tiempo lo grabaron, revisaron los alcances del acta de prevención del 11 de
junio en la que la Cofepris le ordenó a PiSA suspender producción y
distribución de metotrexato.
Novelo quiso
defenderse asegurando lo mismo que horas antes le señaló a Mohar: nosotros
nunca aseguramos el producto. Y Zavala contestó que la Cofepris puso sellos que
impedían la movilización del metotrexato.
El dizque
chantaje que acusan Novelo, Buenrostro, López-Gatell y el propio López Obrador
se deriva del hecho de que en esa reunión el titular de la Cofepris pidió a
Zavala violar los sellos que ellos mismos pusieron para distribuir el fármaco a
los hospitales.
Zavala se
negó porque era un delito federal y así lo expuso a su interlocutor. Y es que
la presión ya era incontenible. Alguien le aseguró a AMLO que el producto ya
estaba disponible y en horas quería hacer el anuncio.
A las 6 de
la mañana del martes 28 Mohar llamó a Zavala para informarle que el Presidente
anunciaría la disponibilidad del metotrexato. Otra vez advierte que no
violarían los sellos porque era un delito federal.
A los 20
minutos recibe otra llamada y le aseguran que la orden viene de Presidencia y
que liberaran el fármaco aún sin la autorización de la Cofepris. Para los de la
4T, el rechazo a una invitación a violar la ley fue interpretado como un acto
de chantaje.
Al final
López Obrador saldría a decir que había problemas con el suministro y que
instruyó a su gabinete a salir a comprarlos en el exterior.
El desabasto
ya pegaba. El 29 de agosto el secretario de Salud, Jorge Alcocer, se
disculparía con los padres y dos días después se aventuraba a decir que el
metotrexato ya estaba disponible.
Pero no: el
medicamento llegó hasta el 21 de septiembre, o sea 20 días después, y en
cantidades mínimas. Buenrostro y López Gatell anunciaron 38 mil dosis para lo
que resta del año, pero hasta ahora han entrado 5 mil.
El desabasto
continúa y el problema ya rebasó a la Comisión de Salud del Senado. El asuntó
ya está escalando a la Junta de Coordinación Política que preside Ricardo
Monreal.
Hoy, por lo
pronto, están citados Alcocer y Novelo.
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